Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Cromos

                          Vea

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Suscriptores

                                      Beneficios

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      EE ADS

                                                                                                        Cursos y programas

                                                                                                          Más

                                                                                                          Blogs

                                                                                                            Especiales

                                                                                                              Descarga la App

                                                                                                                Edición Impresa

                                                                                                                  Suscripción

                                                                                                                    Eventos

                                                                                                                      Foros El Espectador

                                                                                                                        Pauta con nosotros en EE

                                                                                                                          Pauta con nosotros en Cromos

                                                                                                                            Pauta con nosotros en Vea

                                                                                                                              Avisos judiciales

                                                                                                                                Preguntas Frecuentes

                                                                                                                                  Contenido Patrocinado
                                                                                                                                  05 de octubre de 2013 - 06:00 p. m.

                                                                                                                                  Empleadas domésticas

                                                                                                                                  HAY UN MECANISMO MENTAL —TÉCnicamente se trata de una forma de disonancia cognitiva— que nos permite encontrar caminos de justificación moral, atajos para no sentir remordimiento, incluso para las acciones más abominables que cometemos en contra de otras personas.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Quienes practicaban el esclavismo, por ejemplo, hablaban del buen trato que les daban a sus esclavos: les daban techo y abrigo, comida, remedios si se enfermaban; si obedecían y trabajaban no los azotaban, o muy rara vez, y sólo para recordarles quién mandaba. Y otra cosa: el origen de la esclavitud se remontaba a la toma de rehenes entre los derrotados en las guerras. A los esclavos, en realidad, se les había hecho un favor: perdonarles la vida. Otra justificación era la inferioridad intrínseca de los esclavos, por su raza, por su origen, por su mala sangre. A un inferior era mejor guiarlo, incluso a la fuerza, por un camino de trabajo y virtud, para salvarlo.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Cuando ya la esclavitud se hizo moralmente insostenible, vinieron los sirvientes y las criadas. A estos se les pagaba muy poco, y casi todo en especie (techo y comida), pero a diferencia de los esclavos, tenían la libertad de irse a buscar otra vida, un patrón diferente. Para sirvientas y criadas también funcionaba bien la disonancia cognitiva: si no las hubiéramos acogido —en general eran niñas huérfanas abandonadas— se habrían muerto de hambre: antes que agradezcan que las hayamos criado en nuestra casa; de no ser por nosotros estarían en la calle, a la intemperie, prostituidas, perdidas para siempre.

                                                                                                                                  Yo no alcancé a conocer esclavos, pero sí conocí, en mi propia casa, a una criada. A Sixta Sánchez la habían recogido, huérfana, mis abuelos, y siendo adolescente había sido la niñera de mi madre. Su pago era ínfimo, pero mi madre sentía por ella (le decía Tatá) un afecto sincero, recíproco. Decían quererse como hija y madre. Una sirvienta de su tipo era abnegada como una esclava. Pobre como una esclava. Pero estaba segura de una cosa —al menos en mi casa—: de allí no la iban a echar nunca. Ya ciega y sorda, octogenaria, Tatá seguía desgranando, al tacto, frisoles y alverjas (sé muy bien lo que dice la Academia, pero también sé cómo se dice en mi pueblo). Y en mi casa se murió Tatá, de vieja. Nuestra disonancia cognitiva era pensar que la tratábamos bien, porque la queríamos casi como a un miembro de la familia, aunque en realidad la hayamos explotado toda la vida.

                                                                                                                                  Y así llegamos a otro pequeño paso en la cadena que de las esclavas y las criadas nos trae hasta las empleadas domésticas de hoy. El otro día estuve con un grupo de ellas, en la Universidad Eafit, en un acto público. Hace poco fundaron, con asesoría de la ENS, un sindicato: la Unión de Trabajadoras del Servicio Doméstico. Estas trabajadoras del hogar han emprendido una lucha legítima para que les sean reconocidos sus derechos laborales como empleadas, con un salario legal, unos horarios justos, y unas prestaciones sociales obligatorias. Ellas contaron sus vidas, dieron sus testimonios, y explicaron su lucha.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  La entrada los domingos por la noche —sin pago de horas extras en día de fiesta—. Las jornadas de más de diez horas, a veces hasta 18, siete días a la semana. Sin reconocerles el salario mínimo, sin consignar en fondos de pensiones y salud. En ocasiones con mercado, cubiertos y platos separados. Discriminadas, ignoradas, sin saber nada de su vida fuera de la casa. Y todo justificado por nuevas formas de disonancia cognitiva: al menos tienen trabajo y no pasan hambre. Ya comen como reinas, qué más quieren... Pero Colombia —poco a poco y por fortuna— está dejando de ser un país servil, y está pasando a ser un sitio en el que incluso quienes hacen los oficios más humildes, conocen y reclaman sus derechos.

                                                                                                                                  HAY UN MECANISMO MENTAL —TÉCnicamente se trata de una forma de disonancia cognitiva— que nos permite encontrar caminos de justificación moral, atajos para no sentir remordimiento, incluso para las acciones más abominables que cometemos en contra de otras personas.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Quienes practicaban el esclavismo, por ejemplo, hablaban del buen trato que les daban a sus esclavos: les daban techo y abrigo, comida, remedios si se enfermaban; si obedecían y trabajaban no los azotaban, o muy rara vez, y sólo para recordarles quién mandaba. Y otra cosa: el origen de la esclavitud se remontaba a la toma de rehenes entre los derrotados en las guerras. A los esclavos, en realidad, se les había hecho un favor: perdonarles la vida. Otra justificación era la inferioridad intrínseca de los esclavos, por su raza, por su origen, por su mala sangre. A un inferior era mejor guiarlo, incluso a la fuerza, por un camino de trabajo y virtud, para salvarlo.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Cuando ya la esclavitud se hizo moralmente insostenible, vinieron los sirvientes y las criadas. A estos se les pagaba muy poco, y casi todo en especie (techo y comida), pero a diferencia de los esclavos, tenían la libertad de irse a buscar otra vida, un patrón diferente. Para sirvientas y criadas también funcionaba bien la disonancia cognitiva: si no las hubiéramos acogido —en general eran niñas huérfanas abandonadas— se habrían muerto de hambre: antes que agradezcan que las hayamos criado en nuestra casa; de no ser por nosotros estarían en la calle, a la intemperie, prostituidas, perdidas para siempre.

                                                                                                                                  Yo no alcancé a conocer esclavos, pero sí conocí, en mi propia casa, a una criada. A Sixta Sánchez la habían recogido, huérfana, mis abuelos, y siendo adolescente había sido la niñera de mi madre. Su pago era ínfimo, pero mi madre sentía por ella (le decía Tatá) un afecto sincero, recíproco. Decían quererse como hija y madre. Una sirvienta de su tipo era abnegada como una esclava. Pobre como una esclava. Pero estaba segura de una cosa —al menos en mi casa—: de allí no la iban a echar nunca. Ya ciega y sorda, octogenaria, Tatá seguía desgranando, al tacto, frisoles y alverjas (sé muy bien lo que dice la Academia, pero también sé cómo se dice en mi pueblo). Y en mi casa se murió Tatá, de vieja. Nuestra disonancia cognitiva era pensar que la tratábamos bien, porque la queríamos casi como a un miembro de la familia, aunque en realidad la hayamos explotado toda la vida.

                                                                                                                                  Y así llegamos a otro pequeño paso en la cadena que de las esclavas y las criadas nos trae hasta las empleadas domésticas de hoy. El otro día estuve con un grupo de ellas, en la Universidad Eafit, en un acto público. Hace poco fundaron, con asesoría de la ENS, un sindicato: la Unión de Trabajadoras del Servicio Doméstico. Estas trabajadoras del hogar han emprendido una lucha legítima para que les sean reconocidos sus derechos laborales como empleadas, con un salario legal, unos horarios justos, y unas prestaciones sociales obligatorias. Ellas contaron sus vidas, dieron sus testimonios, y explicaron su lucha.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  La entrada los domingos por la noche —sin pago de horas extras en día de fiesta—. Las jornadas de más de diez horas, a veces hasta 18, siete días a la semana. Sin reconocerles el salario mínimo, sin consignar en fondos de pensiones y salud. En ocasiones con mercado, cubiertos y platos separados. Discriminadas, ignoradas, sin saber nada de su vida fuera de la casa. Y todo justificado por nuevas formas de disonancia cognitiva: al menos tienen trabajo y no pasan hambre. Ya comen como reinas, qué más quieren... Pero Colombia —poco a poco y por fortuna— está dejando de ser un país servil, y está pasando a ser un sitio en el que incluso quienes hacen los oficios más humildes, conocen y reclaman sus derechos.

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
                                                                                                                                  Aceptar