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                                                                                                                                Leer con diccionario

                                                                                                                                En la Semana Santa que acaba de pasar estaba con unos amigos en una zona apartada del Caribe colombiano. El celular no tenía señal, no había WiFi, no nos llegaban las noticias sosas de la política y la vida transcurría con ese ritmo pausado de los osos perezosos que trepaban en cámara lenta a las copas de las bongas para comer despacio, muy despacio, flores y retoños. Si hay algún animal que enseñe la belleza de la lentitud y la dicha de no tener afán, es el oso perezoso. Una de esas tardes lentas teñidas de sopor, dormitando en la hamaca con el sonido hipnótico de las olas del mar, nos dieron ganas de jugar Diccionario (uno de los más graciosos y entretenidos juegos de sociedad). Pero en la cabaña no había diccionario.

                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Y el jueves, una semana después, salieron los datos de la Encuesta Nacional de Lectura, que por primera vez en mucho tiempo eran positivos. Los colombianos leen, en promedio, cinco libros al año. Pero en realidad son niños como los de la Biblioteca Pública de Río Cedro los que ayudan a subir ese promedio. Ellos ahí, en sus sillitas de plástico o en el suelo, leen 20 o 30 libros al año. Leen por todos los que no leen en el pueblo. Y son los más jóvenes, y son la esperanza de que lleguemos a tener un país distinto y mejor. Mucho mejor que el que me tocó a mí. Y se lo debemos a pequeñas heroínas anónimas como Katy y como Luz Mary Cavadía.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                En la Semana Santa que acaba de pasar estaba con unos amigos en una zona apartada del Caribe colombiano. El celular no tenía señal, no había WiFi, no nos llegaban las noticias sosas de la política y la vida transcurría con ese ritmo pausado de los osos perezosos que trepaban en cámara lenta a las copas de las bongas para comer despacio, muy despacio, flores y retoños. Si hay algún animal que enseñe la belleza de la lentitud y la dicha de no tener afán, es el oso perezoso. Una de esas tardes lentas teñidas de sopor, dormitando en la hamaca con el sonido hipnótico de las olas del mar, nos dieron ganas de jugar Diccionario (uno de los más graciosos y entretenidos juegos de sociedad). Pero en la cabaña no había diccionario.

                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Cuando ya me iba llegó la directora, Luz Mary, que resultó ser una lectora y me reconoció. Yo me ofrecí a charlar con los jóvenes lectores del pueblo y quedé en volver el Viernes Santo, una o dos horas antes de la procesión, para no interferir con los oficios divinos. Así quedamos, y en la cabaña jugamos Diccionario. Yo aprendí palabras tan raras como eurotofobia (el horror a los genitales femeninos) y recordé otras tan útiles como opoterapia (curarse de un órgano comiendo pedazos del mismo órgano de algún animal: hígado si sufres de cirrosis, sesos si eres muy bruto, callos si tienes acidez de estómago, y así). Todos jugamos y nos morimos de risa, desde los niños de 11 años hasta los sesentones. Una vez más comprobé que, como decía Joan Corominas, el español es una lengua llena de palabras fantasma, de palabras que no tenemos ni idea de lo que significan, y son magníficas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Y el jueves, una semana después, salieron los datos de la Encuesta Nacional de Lectura, que por primera vez en mucho tiempo eran positivos. Los colombianos leen, en promedio, cinco libros al año. Pero en realidad son niños como los de la Biblioteca Pública de Río Cedro los que ayudan a subir ese promedio. Ellos ahí, en sus sillitas de plástico o en el suelo, leen 20 o 30 libros al año. Leen por todos los que no leen en el pueblo. Y son los más jóvenes, y son la esperanza de que lleguemos a tener un país distinto y mejor. Mucho mejor que el que me tocó a mí. Y se lo debemos a pequeñas heroínas anónimas como Katy y como Luz Mary Cavadía.

                                                                                                                                Read more!

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