Escribiró este articlo en un langaje inesistente. Dicen que esta lengua la seminó Xul Solar, metapintor, metapoeta sureño del país plateado, y a él le parecía bono hacer un mix de idiomas más precisos que el nostro, o más ahorrativos o más sonorosos.
Eso a uno le remembra de algún personaje de Eco, el Umberto sin hache, que en su Nombre de la rosa se imaginó al monje Salvatore, que hablaba entre latín macarrónico y justo, entre castellano y francés, lengua de Oc, piamontés, y hasta toscano.
Me recordaba también a García Márquez, al que le encanta poner en sus libros palabrejas italianas que se entienden y suenan bien, como decir que algo es sólito o que una mujer hermosa se quitó las mutandas. Uno, aunque no sepa lo que significan, lo imagina. Digamos que es más fácil de entender que la “lengua élfica” inventada por Tolkien para la tierra media. A Xul, el cui apellido en verità era Schultz (Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari), pero eso no lo pronuncia ni el berraco (palabra que con be es pura panlengua, en este caso de origen antioqueño), a Xul —digo— no le gustaban los adverbios en mente. Propuso que se dijera ue, en vez de mente, o que adoptáramos de una vez el ly, del inglés, más corto. De modo que si alguien habla rápido habría que decir que habla rápidly, o léntaly, al contrario, o así. Las niñas de colegios bilingües de Medallo usan facer cosa muy similar para el gerundio, y suelen decir por ejemplo caminanding, lloranding, y cosas de esta guisa.
Me precio de ser un man que odia a los puristas de la lingua. Mi dream es una lingua-franca como aquella que se parlaba en el paradiso terrenal antes de la torre de Babel. Un esperanto antelitteram, con saludos en chino, ninjaomá, con despedidas en itálico como chiao, etcétera. Esta lingua nova, para principiar, debería adoptar la ortografía de las jotas que impulsaba el gran poeta de Piedra y Cielo, Juan Ramón, el cual escribía jesto y jemido y cojer. En realidad la G con sonido de jota es una jodencia inútil. O revivir palabras vetustas como hacía don Leo Legris, el Viking De Greiff, como eso de que “non me peta mormurio ninguno a la mi vera”.
Más que “fantástico” o “dañado” gústame a mí decir fantastisch y kaputt, como los germanos. Serendipity suena mejor que serendipia. Aquí ya es muy común que se diga man en vez de hombre, o así por lo menos dicen todos los manes de mi ciudad. Tal vez todos los idiomas tengan algo de panlengua cuando juegan y no temen la ira de los procuradores de la lengua. Así por ejemplo el Jabberwock de Lewis Carrol: “Beware the Jabberwock, my son! / he jaws that bite, the claws that catch! / Beware the Jubjub bird, and shun / The frumious Bandersnatch!”.
El Glíglico —la lengua inventada por Cortázar— algo le debe a Carrol y a Xul, en esa libertad de palabras craneadas o inexistentes que de todas maneras se entienden si el cerebro camella. Por eso finiré con una piece del capítulo 68 de Rayuela, tan jústaly célebre:
“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio…”.
Escribiró este articlo en un langaje inesistente. Dicen que esta lengua la seminó Xul Solar, metapintor, metapoeta sureño del país plateado, y a él le parecía bono hacer un mix de idiomas más precisos que el nostro, o más ahorrativos o más sonorosos.
Eso a uno le remembra de algún personaje de Eco, el Umberto sin hache, que en su Nombre de la rosa se imaginó al monje Salvatore, que hablaba entre latín macarrónico y justo, entre castellano y francés, lengua de Oc, piamontés, y hasta toscano.
Me recordaba también a García Márquez, al que le encanta poner en sus libros palabrejas italianas que se entienden y suenan bien, como decir que algo es sólito o que una mujer hermosa se quitó las mutandas. Uno, aunque no sepa lo que significan, lo imagina. Digamos que es más fácil de entender que la “lengua élfica” inventada por Tolkien para la tierra media. A Xul, el cui apellido en verità era Schultz (Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari), pero eso no lo pronuncia ni el berraco (palabra que con be es pura panlengua, en este caso de origen antioqueño), a Xul —digo— no le gustaban los adverbios en mente. Propuso que se dijera ue, en vez de mente, o que adoptáramos de una vez el ly, del inglés, más corto. De modo que si alguien habla rápido habría que decir que habla rápidly, o léntaly, al contrario, o así. Las niñas de colegios bilingües de Medallo usan facer cosa muy similar para el gerundio, y suelen decir por ejemplo caminanding, lloranding, y cosas de esta guisa.
Me precio de ser un man que odia a los puristas de la lingua. Mi dream es una lingua-franca como aquella que se parlaba en el paradiso terrenal antes de la torre de Babel. Un esperanto antelitteram, con saludos en chino, ninjaomá, con despedidas en itálico como chiao, etcétera. Esta lingua nova, para principiar, debería adoptar la ortografía de las jotas que impulsaba el gran poeta de Piedra y Cielo, Juan Ramón, el cual escribía jesto y jemido y cojer. En realidad la G con sonido de jota es una jodencia inútil. O revivir palabras vetustas como hacía don Leo Legris, el Viking De Greiff, como eso de que “non me peta mormurio ninguno a la mi vera”.
Más que “fantástico” o “dañado” gústame a mí decir fantastisch y kaputt, como los germanos. Serendipity suena mejor que serendipia. Aquí ya es muy común que se diga man en vez de hombre, o así por lo menos dicen todos los manes de mi ciudad. Tal vez todos los idiomas tengan algo de panlengua cuando juegan y no temen la ira de los procuradores de la lengua. Así por ejemplo el Jabberwock de Lewis Carrol: “Beware the Jabberwock, my son! / he jaws that bite, the claws that catch! / Beware the Jubjub bird, and shun / The frumious Bandersnatch!”.
El Glíglico —la lengua inventada por Cortázar— algo le debe a Carrol y a Xul, en esa libertad de palabras craneadas o inexistentes que de todas maneras se entienden si el cerebro camella. Por eso finiré con una piece del capítulo 68 de Rayuela, tan jústaly célebre:
“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio…”.