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En las últimas semanas se ha vuelto a hablar de forma masiva acerca de la inteligencia artificial gracias al programa de Chat GPT. Esta iniciativa permite sostener conversaciones de forma fluida y natural sobre una multiplicidad de temas; así mismo, se está utilizando para generar contenido en redes sociales, discursos, cuentos cortos, códigos de programación, entre otros.
Lo interesante de esta herramienta es que condensa el acceso al conocimiento a través de una sola interfaz, de tal forma que la persona no tendrá que consultar múltiples páginas web, sino que Chat GPT brindará respuestas a diversas temáticas de una forma sencilla.
Sin embargo, chat GPT no es la única inteligencia artificial que está revolucionando el mundo: actualmente también se ha visto cómo diversos programas crean en segundos imágenes, pinturas y fotografías con ayuda de la inteligencia artificial. En estos sistemas la persona puede decidir qué va a dibujar la inteligencia artificial e incluso el estilo con el que lo hará o el artista en el cual se basará.
La popularidad de estas plataformas también ha abierto nuevamente diversos debates en torno a la inteligencia artificial, pues mientras algunos ven esta tecnología como una oportunidad, otros lo ven como una amenaza al empleo y al desarrollo e incluso la existencia de los seres humanos.
Estos cuestionamientos se gestan en un momento oportuno, dado que es importante abrir discusiones multidisciplinarias acerca de los usos, límites, precauciones y riesgos de la inteligencia artificial, en aras de establecer protocolos y lineamientos que deben ser cumplidos por todos los desarrolladores de esta tecnología, así como aquellos que la utilicen.
Para comprender mejor el origen del debate es pertinente saber la potencialidad de la inteligencia artificial, pues a través de ella se puede imitar el comportamiento humano y a través de especialidades como el machine learning y el deep learning, la inteligencia artificial adquiere la habilidad de aprender, al igual que lo hace un ser humano.
Entonces, se puede concebir la inteligencia artificial como un ente pensante, que puede aprender, pero que en virtud de los avances tecnológicos aprenderá mucho más rápido que un ser humano, pudiendo procesar miles de datos rápidamente; en otras palabras, lo que un ser humano aprende durante toda su vida la inteligencia artificial puede aprenderlo, asimilarlo y analizarlo en segundos.
Entendiendo la inteligencia artificial de esta manera, las posibilidades respecto de sus usos en distintos sectores son prácticamente infinitas; en esta época ya se utiliza en campos como la medicina, la educación, políticas gubernamentales, seguridad, ciberseguridad, derecho, arte, entre otros.
En este contexto, ¿Se deben plantear límites a la inteligencia artificial? ¿Cuáles son sus riesgos? ¿Va a remplazar al ser humano? A continuación se abordan los puntos esenciales para responder a estas inquietudes:
Riesgos de seguridad y ciberseguridad
Al igual que otras tecnologías, la inteligencia artificial también es vulnerable a hackers y programas maliciosos que pueden influir negativamente en su funcionamiento. Por ejemplo, piénsese en Cortana o en asistentes como Alexa, que en caso de ser afectados por programas maliciosos pueden brindar indicaciones erróneas a los usuarios, funcionar anormalmente o ser utilizados para sustraer datos personales.
Datos personales y pérdida de privacidad
Aun cuando no intervenga un programa malicioso, la inteligencia artificial plantea retos en materia de datos personales y privacidad, máxime teniendo en cuenta que determinados sistemas necesitan de los datos personales para aprender, por lo que harán todo lo posible por recaudar la mayor cantidad de información posible. Algunos de los riesgos al respecto son:
- Recopilación de datos sin el consentimiento del titular del dato.
- Análisis de datos y generación de perfiles automatizados sin autorización del titular del dato. En este punto se debe recordar que los perfiles automatizados son perfiles digitales que se crean de personas verdaderas, para conocer sus gustos e intereses, permitiendo predecir su comportamiento. La existencia de estos perfiles es lo que explica que muchas veces las personas se sorprendan cuando encuentran en sus redes sociales publicidad de artículos que han pensado adquirir, pero que no se lo han comunicado a ninguna persona.
- Generación de nuevos datos. Dado que la inteligencia artificial puede pensar, tendrá la capacidad de predecir o deducir nuevos datos personales a partir del comportamiento de la persona, incluso aquellos datos denominados sensibles. En este sentido, la inteligencia artificial podría deducir la orientación política, orientación sexual o la etnia de una persona a través de información como su comportamiento en redes sociales.
Sesgos algorítmicos
La inteligencia artificial trabaja a través de algoritmos. De manera sencilla, los algoritmos consisten en las instrucciones que el ser humano le da al software para que funcione, de tal forma que la inteligencia artificial se utilizará y aprenderá con base en esos algoritmos.
El problema de los algoritmos es que son realizados por seres humanos y el ser humano es subjetivo, lo cual implica que aun de manera inconsciente, el algoritmo creado tenga sesgos o implique que el funcionamiento de la inteligencia artificial tenga sesgos, lo cual es un problema relevante a tratar porque puede conllevar prácticas discriminatorias o de segregación.
Al respecto ya se han presentado inconvenientes con los sesgos algorítmicos en distintas situaciones; una de ellas se dio con sistemas bancarios que funcionaban con inteligencia artificial para el análisis de concesión de créditos, dado que se empezaron a negar créditos a las personas solamente por pertenecer a determinada etnia o vivir en partes de la ciudad de bajos recursos, lo cual claramente es una conducta discriminatoria.
El ser humano y la inteligencia artificial
Tal vez la pregunta más profunda respecto de la inteligencia artificial es ¿reemplazará al ser humano? Este cuestionamiento adquiere aún más relevancia al ver que la tecnología ha “invadido” actividades que se concebían como exclusivas del ser humano. La creación de obras artísticas, la pintura, la escritura y la filosofía ya son labores realizadas por la inteligencia artificial, lo cual ha generado que en muchos casos sea difícil establecer si una creación artística es elaborada por un ser humano o por una máquina.
En un primer momento, la inteligencia artificial no remplazará al ser humano, sino que se convertirá en una importante herramienta de apoyo para las labores cotidianas, así como ya se ha empezado a hacer con Chat GPT. Sin embargo, conforme la inteligencia artificial continúe avanzando será más difícil distinguir la tecnología de las personas, llegando a desarrollar preguntas tales como ¿Qué nos hace ser humanos? ¿Cuál es la naturaleza del ser humano? ¿Qué es lo que verdaderamente nos diferencia de otros seres vivos y de las máquinas?
Los riesgos y las consideraciones expresadas anteriormente se pueden concebir como “la punta del iceberg” de la inteligencia artificial, máxime cuando no se han abordado los usos maliciosos de esta tecnología, como lo son los deepfakes para hacer fraudes de identidad, su utilización para generar programas maliciosos, entre otros.
No obstante, este panorama general evidencia que es necesaria una regulación normativa y ética en torno a la inteligencia artificial, tanto para mitigar los riesgos como para promover su correcto uso. Esta regulación debe darse en Colombia (de hecho ya se cuenta con un marco ético y existe un proyecto de Ley en curso), pero sobre todo a nivel mundial, pues los grandes fabricantes de esta tecnología se encuentran en el extranjero.