El pasado 7 de febrero el presidente estadounidense, Joe Biden, pronunció su discurso anual sobre el Estado de la Unión, el cual es considerado como el evento político más escuchado del año. Se estima que lo oyeron cerca de 38 millones de personas.
Al completar 750 días del gobierno de Biden, tan solo el 41 % de los estadounidenses aprueban su gestión, siendo este porcentaje el más bajo, para los mismos días de gobierno, que el registrado para los últimos 16 presidentes que lo antecedieron.
Pasó a hablar a continuación sobre las potenciales áreas de cooperación entre su partido, los Demócratas, y la oposición, los republicanos. Algunos congresistas presentes en el Capitolio le respondieron gritando “mentiroso, mentiroso”.
La hora siguiente la dedicó a plantear sus promesas para reconstruir la clase media, debilitada según él, por cuarenta años basados en la idea de que reducir los impuestos y concentrar la riqueza en los “creadores de empleos” elevaría la economía y crearía una gran prosperidad.
A continuación, mencionó el presidente Joe Biden algunas ejecuciones de su administración, así: Con los 800.000 puestos de manufactura creados por él se redujo la tasa de desempleo a su menor porcentaje en 50 años y se abrieron 10 millones de pequeños negocios; la industria de los componentes electrónicos retornó a los Estados Unidos; sus 20.000 proyectos nuevos de infraestructura no tienen antecedentes. Afirmó, finalmente, estar liderando inversiones en nuevas tecnologías para combatir el cambio climático.
Abordó a continuación el tema más escandaloso: los impuestos. Claramente afirmó: “en 2020, 55 de las más grandes empresas de EE. UU. con utilidades anuales del orden de los US 40.000 millones, no pagaron ni un peso en impuestos federales. Para remediar esto dijo haber firmado ya una ley que les exigirá a las empresas del orden de los US 100.000 millones en activos pagar un mínimo del 15% en impuestos”.
Y remató lo anterior afirmando que nadie con ingresos por año inferiores a los US 400.000 verá sus impuestos incrementados durante su mandato y ningún millonario pagará menos impuestos que un maestro de escuela o que un bombero. A las empresas que recompren sus acciones prometió cuadruplicarles sus impuestos.
En relación con la negociación para que levanten el techo de la deuda del Gobierno, se manifestó dispuesto a discutir el tema con los republicanos. Insistió en la necesidad de suprimir las armas de asalto, tal como lo viene haciendo desde 1994.
Concluyó Biden su presentación hablando de los 70.000 estadounidenses fallecidos por año por culpa del fentanilo, opioide 100 veces más fuerte que la morfina. Nada mencionó esta vez sobre los fallecidos por culpa de la cocaína colombiana.
El pasado 7 de febrero el presidente estadounidense, Joe Biden, pronunció su discurso anual sobre el Estado de la Unión, el cual es considerado como el evento político más escuchado del año. Se estima que lo oyeron cerca de 38 millones de personas.
Al completar 750 días del gobierno de Biden, tan solo el 41 % de los estadounidenses aprueban su gestión, siendo este porcentaje el más bajo, para los mismos días de gobierno, que el registrado para los últimos 16 presidentes que lo antecedieron.
Pasó a hablar a continuación sobre las potenciales áreas de cooperación entre su partido, los Demócratas, y la oposición, los republicanos. Algunos congresistas presentes en el Capitolio le respondieron gritando “mentiroso, mentiroso”.
La hora siguiente la dedicó a plantear sus promesas para reconstruir la clase media, debilitada según él, por cuarenta años basados en la idea de que reducir los impuestos y concentrar la riqueza en los “creadores de empleos” elevaría la economía y crearía una gran prosperidad.
A continuación, mencionó el presidente Joe Biden algunas ejecuciones de su administración, así: Con los 800.000 puestos de manufactura creados por él se redujo la tasa de desempleo a su menor porcentaje en 50 años y se abrieron 10 millones de pequeños negocios; la industria de los componentes electrónicos retornó a los Estados Unidos; sus 20.000 proyectos nuevos de infraestructura no tienen antecedentes. Afirmó, finalmente, estar liderando inversiones en nuevas tecnologías para combatir el cambio climático.
Abordó a continuación el tema más escandaloso: los impuestos. Claramente afirmó: “en 2020, 55 de las más grandes empresas de EE. UU. con utilidades anuales del orden de los US 40.000 millones, no pagaron ni un peso en impuestos federales. Para remediar esto dijo haber firmado ya una ley que les exigirá a las empresas del orden de los US 100.000 millones en activos pagar un mínimo del 15% en impuestos”.
Y remató lo anterior afirmando que nadie con ingresos por año inferiores a los US 400.000 verá sus impuestos incrementados durante su mandato y ningún millonario pagará menos impuestos que un maestro de escuela o que un bombero. A las empresas que recompren sus acciones prometió cuadruplicarles sus impuestos.
En relación con la negociación para que levanten el techo de la deuda del Gobierno, se manifestó dispuesto a discutir el tema con los republicanos. Insistió en la necesidad de suprimir las armas de asalto, tal como lo viene haciendo desde 1994.
Concluyó Biden su presentación hablando de los 70.000 estadounidenses fallecidos por año por culpa del fentanilo, opioide 100 veces más fuerte que la morfina. Nada mencionó esta vez sobre los fallecidos por culpa de la cocaína colombiana.