Al escribir estas líneas, encabeza Petro las encuestas para presidente en 2022 con un modesto 25 % de intención de voto. Más del 70 % de los colombianos no estamos dispuestos a votar por él. Espero que los partidos tradicionales nos convoquen de nuevo a quienes escogimos a Iván Duque y Marta Lucía Ramírez, para una elección preliminar próximamente entre los candidatos de cada partido y así escoger a quienes ganen, el primero como candidato a la Presidencia y el segundo como candidato a la Vicepresidencia. Los dos triunfadores seguramente vencerán a Gustavo Petro con más del 50% el domingo 29 de mayo de 2022.
Ignora Gustavo Francisco Petro Urrego que, como presidente en 2022, muy limitados serían los recursos financieros de los cuales dispondría su gobierno para realizar los milagros que promete. Soslaya que cada peso que gaste en sus propuestas socialistas deberá provenir de gravarnos más, de endeudarnos más o de imprimir dinero. Calamitosas posibilidades en manos de un colombiano con un pasado nebuloso y mal rodeado.
Los impuestos y el endeudamiento redirigen con relativa frecuencia el dinero del sector privado y productivo de la economía a manos de políticos corruptos, dilapidadores o ignorantes.
El endeudamiento es sinónimo de mayores impuestos futuros para pagar las deudas contraídas en el pasado. La fracasada reforma tributaria del presidente Duque sería leve ante los impuestos confiscatorios indispensables para el plan de gobierno de Petro.
La impresión de dinero devalúa, abarata el valor de los pesos colombianos tras inundarnos con ellos, resultando en un encarecimiento de todos los bienes y servicios del país, con perjuicio desproporcionado para los hogares de bajos ingresos. Por imprimir dinero se cotizó en junio 6 de 2021 una tasa de cambio de 3’100.000 bolívares soberanos venezolanos por un solo dólar.
En entrevista de Gustavo Petro con Vicky Dávila hace algunos meses para la revista Semana, le preguntó ella si de ganar las elecciones estaría dispuesto a entregar el poder al final de los cuatro años de su gobierno. Petro se salió por las ramas ante la presión de Vicky, diciendo: “Es que las reformas que implementaré serán solo la base de un proyecto político que requeriría por lo menos tres gobiernos”.
Petro justifica sus numerosas “transgresiones impunes” por ser un rebelde como Simón Bolívar, diciendo: “No voy a expropiar a nadie, no soy de las Farc, no soy comunista, no convertiré a Colombia en una Venezuela y creo en Dios”.
Harto difícil creerle. No expropiará, pero legislará para obligarnos a vender a bajos precios y a largos plazos. Petro es pro-Farc como defensor de la JEP. Asegura que “el capitalismo sí puede llegar a distribuir mal la riqueza”, pero ignora que su socialismo “solo produce la distribución equitativa de la pobreza”. Puede que sí crea en Dios, pero como presidente no es de esperar que Dios pueda moderar sus resentimientos y le colabore.
Al escribir estas líneas, encabeza Petro las encuestas para presidente en 2022 con un modesto 25 % de intención de voto. Más del 70 % de los colombianos no estamos dispuestos a votar por él. Espero que los partidos tradicionales nos convoquen de nuevo a quienes escogimos a Iván Duque y Marta Lucía Ramírez, para una elección preliminar próximamente entre los candidatos de cada partido y así escoger a quienes ganen, el primero como candidato a la Presidencia y el segundo como candidato a la Vicepresidencia. Los dos triunfadores seguramente vencerán a Gustavo Petro con más del 50% el domingo 29 de mayo de 2022.
Ignora Gustavo Francisco Petro Urrego que, como presidente en 2022, muy limitados serían los recursos financieros de los cuales dispondría su gobierno para realizar los milagros que promete. Soslaya que cada peso que gaste en sus propuestas socialistas deberá provenir de gravarnos más, de endeudarnos más o de imprimir dinero. Calamitosas posibilidades en manos de un colombiano con un pasado nebuloso y mal rodeado.
Los impuestos y el endeudamiento redirigen con relativa frecuencia el dinero del sector privado y productivo de la economía a manos de políticos corruptos, dilapidadores o ignorantes.
El endeudamiento es sinónimo de mayores impuestos futuros para pagar las deudas contraídas en el pasado. La fracasada reforma tributaria del presidente Duque sería leve ante los impuestos confiscatorios indispensables para el plan de gobierno de Petro.
La impresión de dinero devalúa, abarata el valor de los pesos colombianos tras inundarnos con ellos, resultando en un encarecimiento de todos los bienes y servicios del país, con perjuicio desproporcionado para los hogares de bajos ingresos. Por imprimir dinero se cotizó en junio 6 de 2021 una tasa de cambio de 3’100.000 bolívares soberanos venezolanos por un solo dólar.
En entrevista de Gustavo Petro con Vicky Dávila hace algunos meses para la revista Semana, le preguntó ella si de ganar las elecciones estaría dispuesto a entregar el poder al final de los cuatro años de su gobierno. Petro se salió por las ramas ante la presión de Vicky, diciendo: “Es que las reformas que implementaré serán solo la base de un proyecto político que requeriría por lo menos tres gobiernos”.
Petro justifica sus numerosas “transgresiones impunes” por ser un rebelde como Simón Bolívar, diciendo: “No voy a expropiar a nadie, no soy de las Farc, no soy comunista, no convertiré a Colombia en una Venezuela y creo en Dios”.
Harto difícil creerle. No expropiará, pero legislará para obligarnos a vender a bajos precios y a largos plazos. Petro es pro-Farc como defensor de la JEP. Asegura que “el capitalismo sí puede llegar a distribuir mal la riqueza”, pero ignora que su socialismo “solo produce la distribución equitativa de la pobreza”. Puede que sí crea en Dios, pero como presidente no es de esperar que Dios pueda moderar sus resentimientos y le colabore.