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Existen variadas respuestas sobre qué es jugar bien: cronistas de todas las épocas utilizaron aquello de gustar, ganar y golear, palabras sueltas que si no están unidas, sí alejadas de lo que se llama jugar bien. Conversando con Hugo Gallego, amigo, jugador y técnico, me puse a pensar sobre el asunto. Escogí el tema de Millonarios, que para muchos juega bien, así no consiga el objetivo esencial de ganar un título o al menos arrimarse a la final de un torneo como el que está por terminar en Colombia.
Nada se gana si el equipo llega a cinco metros del arco rival, jugando bien y no concreta el gol. Jugando bien con sistema defensivo seguro y aplomado, en medio campo construyendo acciones de ataque y desaprovechando opciones de gol. Su público, que comprende del asunto, se ve frustrado y desconsolado, así escuche explicaciones del porqué se jugó bien y no hubo suerte.
Se sabe que la esencia del juego es el gol o el resultado para ganar, pregonado por personajes al estilo Bilardo, para quien el triunfo era la única razón del juego, así se juegue mal. Para el médico y técnico era primordial el fin y no los medios utilizados. Para otros técnicos, quizá más románticos o clásicos si se quiere o del pasado, jugar bien era lo valedero, eso sí, llegando al triunfo. De nada sirve recibir aplausos por orden, pulcritud en el transporte del balón y aproximaciones al gol. Jugar bien debe necesariamente derivar en ganar. No se admiten premios de consolación. Jugar bien y empatar a cero goles es dejar el concepto a medias.
Al menos yo sigo sin saber qué fue primero: ¿el huevo o la gallina? Algún científico tendrá la respuesta. pero en el fútbol, para mí, y en eso estuve de acuerdo con Hugo Gallego, jugar bien es concluir con la victoria. Existen equipos que juegan feo y sin embargo ganan, jugando mal.
Para jugar bien se requiere, primero, concentración plena del jugador. Sin dudar ni pestañear. Aprovechar los puntos débiles del rival, que es sencillamente leer el partido. Cambiar las piezas en el instante preciso, saber jugar con el error del contrario y, ante todo, implementar acciones ofensivas, sea por la zona frontal de los defensas adversarios o levantando centros de ambos lados, aprovechando jugadores de buen cabezazo. Si no los tiene, intentar otra vía.
El tema da para objeciones y reparos. Jugar bien sin conseguir goles y triunfos no resulta tan cierto. Al público y a todos los actores del fútbol les gusta ganar. Hay distintas formas de lograrlo. En estos últimos tiempos se ha observado un plan antiguo en varios de los equipos. Congestionar zonas defensivas propias y construir verdaderos muros para conseguir un empate y tal vez una solitaria jugada de contragolpe y ganar. Eso también puede ser juzgado como jugar bien. Acá está el asunto. El rival que perdió por uno a cero, según la anterior descripción, quiso jugar bien y lo intentó, pero no hizo gol y eso cuestiona aquello de haber jugado bien.