Un presidente imbécil y un ministro mentiroso. No suelo usar palabras como estas, pero esas son las causas del estallido que hoy sacude a Colombia.
La mentira es el cuento de que había que subir los impuestos para pagar los gastos del Estado en tiempos de pandemia. Y la imbecilidad fue tratar de subir los impuestos en medio de la más grave crisis social de la historia.
No voy a recordar al exministro de Uribe que además “asesoró” a los municipios para pagar intereses de usura en los bonos de agua que él mismo habría negociado con bancos extranjeros. Recordaré sus maromas como ministro estrella de Iván Duque:
—El hueco fiscal no se debe a la pandemia sino a que Uribe y su ministro habían duplicado el gasto público gracias a la bonanza petrolera. Pues la bonanza se acabó en 2014 y la Nación dejó de recibir casi el 30 % de sus ingresos: este es el hueco.
—Y sin embargo la reforma tributaria de Carrasquilla/Duque del 2019 disminuyó los ingresos del Estado. Las exenciones para empresas se estiman entre $9 billones y $14 billones anuales, y el propio minhacienda calculó que la carga tributaria bajaría del 16,6 % del PIB en 2019 a 15,7 % en 2030.
—Nuestro Estado tacaño ha destinado apenas un 2,8 % del PIB a la pandemia (mientras Estados Unidos, por ejemplo, ha dedicado un 24,8 %).
—Casi la mitad de ese 2,8 % no es gasto sino un seguro de crédito para la banca privada. Y del restante 1,5 %, más de la mitad resultó del manotazo que Carrasquilla les dio a los fondos regionales en mitad de una pandemia.
Las mentiras del ministro se escondieron bajo aquellos tecnicismos, pero la imbecilidad del presidente ha sido manifiesta: es el único gobernante del mundo que ha pretendido aumentar los impuestos en medio de la crisis social más profunda de un siglo.
Todo lo demás es el producto de ese estúpido autogol. Duque despertó el avispero y ahora está pasando lo que tenía que pasar. Los sindicatos y el Comité del Paro salen a la calle y sacan pecho porque lograron frenar una reforma que había nacido muerta, los jóvenes sin futuro tiran piedras, la policía exhausta tira balas, los GAO y las guerrillas pescan en río revuelto, Uribe dice que viene el comunismo, las ONG protestan por los muertos, Colombia pierde grado de inversión, el dólar se dispara, el virus aprovecha… y este país está que se lo lleva el Diablo.
Y es que elegir a un presidente imbécil tiene consecuencias.
* Director de la revista digital “Razón Pública”.
Un presidente imbécil y un ministro mentiroso. No suelo usar palabras como estas, pero esas son las causas del estallido que hoy sacude a Colombia.
La mentira es el cuento de que había que subir los impuestos para pagar los gastos del Estado en tiempos de pandemia. Y la imbecilidad fue tratar de subir los impuestos en medio de la más grave crisis social de la historia.
No voy a recordar al exministro de Uribe que además “asesoró” a los municipios para pagar intereses de usura en los bonos de agua que él mismo habría negociado con bancos extranjeros. Recordaré sus maromas como ministro estrella de Iván Duque:
—El hueco fiscal no se debe a la pandemia sino a que Uribe y su ministro habían duplicado el gasto público gracias a la bonanza petrolera. Pues la bonanza se acabó en 2014 y la Nación dejó de recibir casi el 30 % de sus ingresos: este es el hueco.
—Y sin embargo la reforma tributaria de Carrasquilla/Duque del 2019 disminuyó los ingresos del Estado. Las exenciones para empresas se estiman entre $9 billones y $14 billones anuales, y el propio minhacienda calculó que la carga tributaria bajaría del 16,6 % del PIB en 2019 a 15,7 % en 2030.
—Nuestro Estado tacaño ha destinado apenas un 2,8 % del PIB a la pandemia (mientras Estados Unidos, por ejemplo, ha dedicado un 24,8 %).
—Casi la mitad de ese 2,8 % no es gasto sino un seguro de crédito para la banca privada. Y del restante 1,5 %, más de la mitad resultó del manotazo que Carrasquilla les dio a los fondos regionales en mitad de una pandemia.
Las mentiras del ministro se escondieron bajo aquellos tecnicismos, pero la imbecilidad del presidente ha sido manifiesta: es el único gobernante del mundo que ha pretendido aumentar los impuestos en medio de la crisis social más profunda de un siglo.
Todo lo demás es el producto de ese estúpido autogol. Duque despertó el avispero y ahora está pasando lo que tenía que pasar. Los sindicatos y el Comité del Paro salen a la calle y sacan pecho porque lograron frenar una reforma que había nacido muerta, los jóvenes sin futuro tiran piedras, la policía exhausta tira balas, los GAO y las guerrillas pescan en río revuelto, Uribe dice que viene el comunismo, las ONG protestan por los muertos, Colombia pierde grado de inversión, el dólar se dispara, el virus aprovecha… y este país está que se lo lleva el Diablo.
Y es que elegir a un presidente imbécil tiene consecuencias.
* Director de la revista digital “Razón Pública”.