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Gaitán: 75 años de su asesinato

Hernando Roa Suárez
12 de abril de 2023 - 02:00 a. m.

De profundas convicciones, tuvo una fina sensibilidad social y un ra­dical sentido de la justicia; amante del derecho y del ejercicio de su profesión, fue respetuoso del saber, la intelectualidad y el orden jurídico.

Uno de los caminos viables para recuperar la importancia de la política y la conveniencia del compromiso con los ideales de la democracia participativa es estudiar los liderazgos que puedan colocarse como paradigmas de consagración a los intereses mayoritarios de la población. Han transcurrido 75 años de su asesinato y sectores importantes de nuestra población, en particular la juventud universitaria, ignoran aspectos sustantivos de esta vida ejemplar. La vida y obra de Jorge Eliécer Gaitán pueden ser un descubrimiento para quienes deseen influir decisivamente en la vida política colombiana.

Durante su existencia (1902-1948) se produjeron un conjunto de procesos y hechos políticos, internacionales y nacionales, que configuraron una nueva estructura del poder mundial. Es entendiendo la complejidad de los procesos políticos mundiales, latinoamericanos y nacionales, como puede explicarse adecuadamente el surgimiento de su liderazgo, su significante labor y la magnitud de la lucha política emprendida por uno de los más importantes caudillos colombianos y latinoamericanos durante el siglo XX.

Algunos aspectos de su vida y obra. Nació en Cucunubá (Cundinamarca) el 23 de enero de 1902 y fueron sus padres Eliécer Gaitán (librero) y Manuela Ayala (maestra, forjadora de ideales y madre amantísima). En su niñez vivió en el barrio bogotano de Las Cruces y por extracción social se podría ubicar entre los sectores medios bajos y bajos altos urbanos. Fue su esposa Amparo Jaramillo, distinguida señora de Medellín, de cuya unión nació Gloria, hoy economista egresada de los Andes y quien se dedicó a perpetuar la obra de su padre en el Centro Gaitán, en compañía de sus hijas, durante varios decenios.

Los estudios de Gaitán se iniciaron en la escuela San Vicente de Paul hasta los 12 años; los secundarios terminaron en un colegio particular, de orientación liberal: el Simón Araújo. Los universitarios en Derecho se realizaron en la Universidad Nacional de Colombia, habiéndolos finalizado con su tesis de grado: “Las ideas socialistas en Colombia”. Posteriormente, adelantó un posgrado en la Real Universidad de Roma que terminó en 1927, alcanzando el premio otorgado por Enrico Ferri. Su tesis fue sobre “El criterio positivo de la premeditación”, que alcanzó la distinción magna cum laude, editada en Italia.

Al regresar al país, inicia una vertiginosa y metódica carrera profesional y política: representante a la Cámara, profesor de Derecho en las universidades Nacional y Libre, rector de esta última, fundador de la UNIR en 1933 y, en este mismo año, segundo designado a la Presidencia de la República. En 1936 es alcalde de Bogotá y ulteriormente miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia (1938) y de la Comisión Redactora de los códigos Sustantivo y de Procedimiento Penal (1936-1938). Al año siguiente, es elegido magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Es ministro de Educación y de Trabajo en 1940 y 1943, respectivamente. Asimismo, es proclamado candidato a la Presidencia de la República en 1945 y, después de la derrota causada por la división del Partido Liberal en 1946, se consagra a la lucha por la reivindicación moral de la república, habiendo sido jefe único del partido en 1947.

Por vía de análisis, podemos sostener que los primeros 25 años de existencia de Gaitán (1902-1927), comprenden su preparación para la intervención abierta en política. El conflicto de las bananeras es una coyuntura que le facilita comenzar a demostrar sus convicciones, compromisos, responsabilidad moral, valor civil, sensibilidad cultural y social, y capacidad de liderazgo.

Cuando no tenía contendores políticos que pudieran disputarle su ascenso a la Presidencia de la República, el 9 de abril de 1948 Gaitán es asesinado por Juan Roa Sierra —un ser patologizado— a la salida de su oficina en la carrera 7ª con avenida Jiménez. La reacción del pueblo produjo en Bogotá el hecho político reconocido como el Bogotazo¹, acompañado de manifestaciones y hechos de violencia abierta en las ciudades más importantes del país.

Carlos Lleras Restrepo, jefe del Partido Liberal, sostuvo el día de su entierro simbólico en el discurso pronunciado en el Parque Nacional: “Por semanas, por meses, por años, mantuvo con el pueblo un diálogo ininterrumpido cuyo solo recuerdo causa asombro, y llegó un momento en que ya no fue posible distinguir entre esas dos voces: la de Gaitán y la del pueblo”. “Atrás queda el gesto vanidoso de quienes creen poder sacar de sus propias cabezas todos los programas políticos, como si estos no tuvieran que ser forzosamente la sistemática y ordenada interpretación de los anhelos populares. Atrás queda el aristocrático aislamiento de los grupos rectores. Atrás las orientaciones imaginadas en círculos estrechos, que no se cree necesario explicar abiertamente en el aire libre del ágora”. “No podrá ya hacerse en Colombia una política que merezca tal nombre, sino con el pueblo. Nada remediaremos con alejarnos de las masas y con hacer que se sientan extrañas a nosotros²”.

Jorge Eliécer Gaitán Ayala fue un líder político con sentido de grandeza y de la historia que, a base de estudio, consagración y de­sarrollo de su inteligencia, fue plasmando una rica personalidad. Era de un trato sencillo y directo que, con autodisciplina, le permitió adquirir una gran confianza en sí mismo y facilitó su afirmativa vo­cación de triunfo profesional y político. Como fruto de profundas convicciones, tuvo una fina sensibilidad social y un ra­dical sentido de la justicia. Amante del derecho y del ejercicio de su profesión, fue respetuoso del saber, la intelectualidad y el orden jurídico. Además de su experiencia europea (1926-1928), en el par­lamento colombiano pudo escuchar oradores de la talla de Benjamín Herrera, Luis Cano, José Vicente Concha, Laureano Gómez, Enrique Olaya Herrera, y recibir la benéfica influencia de Rafael Uribe Uribe³.

Fue un ser apasionado, sincero y grato con todos aquellos que tu­vieron significación en su existencia. Con un positivo y natural senti­do de lo popular, fue un liberal-socialdemócrata, nacionalista y progre­sista que creyó en el valor de la palabra. La conjunción de sus calidades y cualidades, sus convicciones y su labor en beneficio de los intereses de la mayoría de la población lo hicieron acreedor de ser reconocido como un caudillo.

Reflexionando en torno a su ubicación ideológica, anotemos que está ubicado dentro de la socialdemocracia. El contexto de la po­blación en el cual desarrolla su labor está configurado por un 70 % rural y un 30 % urbano. Su extracción social puede ubicarse entre baja alta y media baja urbana. Como líder, defendió priori­tariamente lo popular y forjó por sí mismo su prestigio intelectual, político, cultural y social. Como aparato político para su la­bor, organizó transitoriamente (1933) la Unión Nacional de Izquierda Revoluciona­ria (UNIR) y posteriormente se reincorporó al Partido Liberal. Los medios de comunica­ción usados fueron la prensa de reducida circulación, una radio incipiente, conferen­cias y discursos múltiples en plaza pública y recintos cerrados.

Un perfil general de Gaitán lo podemos condensar así: caudillo popular, intelec­tual, jurista, parlamentario, profesor y rec­tor universitario. Conocedor profundo de la realidad nacional, internacional y de la problemática del Estado. Consagrado lector y brillante conferencista. Para él, “una gran satisfacción era la de lograr un objetivo por el camino del personal esfuerzo”. Los cargos desempeñados más importantes fueron: re­presentante, senador, segundo designado a la Presidencia, ministro de Educación y del Trabajo, y alcalde de Bo­gotá. Miembro de la Academia de Jurisprudencia y de la Comisión Redactora de los códigos penales. Era el jefe único del Partido Liberal y candidato a la Presidencia de la República en 1948.

Su ejercicio profesional estuvo concentrado en la abogacía (pe­nalista), la juridicidad y la política, con incursiones periodísticas (fundó el semanario Jornada). Su moralización de la política estuvo centrada en la denuncia contra la corrupción oligárquica. Estando en la plenitud de su prestigio político, organizó la Marcha del Silencio para protestar contra la violencia gubernamental en distintos sitios del país.

Visto en perspectiva, se me presenta como uno de los más gran­des caudillos políticos del siglo XX en Colombia y América Latina. Forjador de un nuevo destino y una nueva fe para la base popular, para la base liberal y conservadora de aquel entonces, y también para importantes sectores de las masas comunistas, aunque tuvo se­rios distanciamientos con las directivas de este partido.

Jorge Eliécer Gaitán es un ejemplo para quien desee triunfar me­diante el ejercicio de la inteligencia, la consagración y el valor. Nues­tra juventud debe saber que existen colombianos cuya vida, obra y vocación vale la pena imitar y superar; que tienen luz propia, sabe­res y oficios dignos de ser retomados y proyectados. Uno de ellos es Gaitán. Sin embargo, es uno de los grandes desconocidos y se le ha pretendido olvidar y extrañar, aunque algunos políticos “gaitanean”. Su vida y obra son una realización objetiva del valor histórico de sus ideas, de su lucha, de su consagración y de su vocación política.

roasuarez@yahoo.com

Referencias

¹ Se me presenta útil la lectura contextual que de este hecho hace Gabriel García Márquez en Vivir para contarla. Norma, Bogotá, pp. 330-363.

² El Tiempo, abril 21 de 1948, p. 13.

³ De la relectura ampliada de sus intervenciones parlamentarias, académicas y en plaza pública; de su producción teórico-jurídica y de su labor profesional, puede inferirse que los contenidos de esta semblanza están respaldados empíricamente por una vida excepcional y ética. Para tal efecto, véanse, entre otros, los textos de Arturo Alape, Antonio García, José Antonio Osorio L. y J. Villaveces indicados en la bibliografía básica del autor que se encuentra en su libro Construir democracia. 50 años de periodismo de opinión. Tirant Lo Blanch. Bogotá, pp. 137-139.

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Mauricio(05056)12 de abril de 2023 - 02:17 a. m.
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