Gobernabilidad democrática y paz para Colombia. Reflexiones.
La comunidad pensante y pacífica, de actores a nivel mundial -como nunca antes- está pendiente de los resultados del proceso de paz de Colombia.
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La comunidad pensante y pacífica, de actores a nivel mundial -como nunca antes- está pendiente de los resultados del proceso de paz de Colombia.
La presente columna es un extracto de la exposición realizada en la Academia Colombiana de Jurisprudencia, con motivo de mi designación como miembro de Número[1]. Como bien sabemos, desde su fundación, esta Academia lo fue para ocuparse de temas jurídicos y políticos. Hoy, me voy a ocupar de un tema político y jurídico que espero sirva para ampliar y actualizar el debate en torno a la problemática de la gobernabilidad democrática y la paz.
1.- Notas introductorias. Conocemos que gobernabilidad democrática y paz, son temas de una gran significación para el científico social del siglo XXI y por supuesto que —por su naturaleza— lo serán también para el universitario y el ciudadano interesado en el devenir histórico de nuestra Nación, de Iberoamérica y del mundo.
Reflexionando en torno a la gobernabilidad democrática, sabemos que es un término que, hacia el siglo VI antes de nuestra Era, en Grecia, estuvo íntimamente ligado a la visión que se tenía de la cibernética como el arte de conducir, atribuida a los pilotos de mar. Mas ha sido hacia el decenio de los setenta, del siglo XX, cuando científicos como HUNTINGTON, DEUTSCH, WATANUKI, CROZIER, DROR... fueron perfilando sus nuevas elaboraciones para llamar la atención de la academia y de los hombres de gobierno, en torno a distintos tipos de gobernabilidades.
En este tiempo, se han realizado importantes eventos donde Jefes de Estado y cientistas sociales han sido convocados para formular alternativas viables que permitan institucionalizar una gobernabilidad democrática con capacidad de enfrentar los problemas de atraso, injusticia social e inequidades que siguen atentando contra la estabilidad y el progreso de los regímenes democráticos.
2.- Importancia de la política, como arte y ciencia. Preguntémonos ahora: ¿Por qué es importante este tema en nuestros días? A ningún estudioso escapa que el tema es vital para el estadista y el hombre de acción, por cuanto según sea la percepción de la gobernabilidad democrática y de la paz, estaremos en presencia de proyectos políticos democráticos o represivos; dinámicos o estáticos; creativos o repetitivos.
3.- Y: ¿cuál es el hilo conductor conceptual, desde el cual se realiza la presente elaboración? Pues no es otro que mi conceptualización sobre la ciencia política contemporánea. Esta se me presenta como: Una disciplina social que se ocupa del estudio sistemático del Estado; de la problemática de la legitimidad; de la estructura del poder; de la composición de las clases y estratos sociales; de la organización de los partidos políticos y movimientos sociales; de los procesos electorales; del funcionamiento de los grupos de presión; de la problemática ambiental; del proceso de la toma de las decisiones; de la gobernabilidad; y del liderazgo, en espacios y tiempos determinados[2].
Notemos que la política como arte de gobernar y como ciencia, se complementan; ambas requieren cada día —en nuestro país— de más y mejores centros del saber y la creatividad; de más y mejores Escuelas de Alto Gobierno como la primera que se fundó en la ESAP, bajo mi gestión –hace 25 años– y que sirvió de base para las nuevas que se fundaron en otras universidades. Necesitamos también, más y mejores políticas educativas; más y mejores actores; más y mejores líderes sociales y estadistas. Así mismo, estamos urgidos de mejores partidos políticos, comprometidos con la mayoría de nuestra población y no burdas empresas electorales.
4.- Complementemos la anterior reflexión, observando que históricamente, el Estado se me presenta como la más importante institución de la vida política. Es, como lo sabemos los académicos, la institución jurídico-política que, integrada por los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y electoral, es racionalizadora de los intereses generales. Es, por tanto, la Institución de las instituciones; es la Organización de las organizaciones. Y no somos estatistas; solo demócratas, progresistas e integrales, con visión de futuro[3].
5.- Así mismo, el tratamiento de los temas de la gobernabilidad, la paz, la reforma del Estado, su modernización y democratización en Colombia, implica fortalecer los procesos electorales para que la credibilidad y la legitimidad del sistema político, puedan avanzar, a través de elecciones transparentes y donde los partidos políticos puedan ser concebidos —en su práctica histórica— no como lo hemos visto hace unos decenios, sino como instituciones de la vida política organizados y estables, con ideología y programas para el ejercicio del poder en el Estado y en la sociedad. No simplemente, insisto, como aparatos o empresas electorales o simplemente, como negocios, a veces, incalificables.
6.- Y en torno a la especificidad de la gobernabilidad democrática ¿Qué podríamos anotar? que ella la concibo como: La capacidad del sistema político para ejecutar políticas públicas, dirigidas hacia la realización de un proyecto que permita cuatro dimensiones sustantivas: a)- satisfacer los derechos fundamentales de la mayoría de la población; b)- asegurar la estabilidad de un orden político democrático; c)- facilitar la comunicación ética del gobernante con la comunidad; y d)- permitir una acción eficiente y eficaz.
7.- Complementariamente ¿qué pensar del Estado y los procesos comunicativos? Que de acuerdo a las orientaciones que guíen al Estado, estaremos en presencia de sociedades en búsqueda de autonomía, libertad, cohesión, originalidad y creatividad ó sociedades dependientes, opresivas, desintegradas o repetitivas.
Conocemos que, a través de los mensajes del conjunto de los medios de comunicación, hay muchas transmisiones y contenidos velados y mensajes subliminales que impiden, a una proporción muy significativa de la población, el que se pueda construir una sociedad autónoma; integrada y cocreativa. Pienso que, todas las veces que distintos modos y medios de comunicación, sean usados para cosificar nuestras conciencias, se está atentando contra la consolidación de la democracia, la gobernabilidad democrática y la construcción de la paz.
Un ejemplo resiente de esta situación, se presentó hace casi un año, cuando más de diez millones de colombianos votaron por un candidato técnicamente incompetente, para el ejercicio del cargo. ¿A dónde nos hubiera conducido esa decisión, si hubiera llegado a ser triunfante? ¿Por qué tal volumen de colombianos se manifestaron de esa manera en las urnas? ¿Cuál es el grado real de cultura política de la mayoría de la población? ¿Qué peligros atraviesa la democracia colombiana contemporánea? ¿Conocemos los colombianos las implicaciones de una dictadura de derecha o de izquierda?
Espero entonces que los medios de comunicación sean usados para tener sociedades en búsqueda de más autonomía, de más libertad, no de libertinaje. Libertad y responsabilidad, para enfrentar la anomia y la atonía; las conductas desviadas y la pérdida de tejido social. Me inclino a pensar que los medios de comunicación, deben ser empleados para producir más cohesión social; más conciencia de lo que importa ser colombiano hoy; y de las dificultades e injusticias en que se encuentra la mayoría de la población.
8.- Estamos invitados a construir una gran Nación, más cohesionada en torno a lo que demócratas como Manuel Murillo Toro, Rafael Uribe Uribe y Alberto Lleras, llamaron los grandes proyectos nacionales y que se llevaron a cabo, en parte, en la administración López Pumarejo (1934-38), continuaron con la extraordinaria administración de Lleras – Restrepo (1966-70) y algunas realizaciones de los Presidentes Virgilio Barco (1986-90) y Juan Manuel Santos (2010-18).
9.- Ahora, detengámonos a plantear algunas relaciones entre gobernabilidad y paz. Recordemos con LUIS JORGE GARAY, que “Para Colombia sería muy grave que se entendiera que la guerra puede ser resuelta por un grupo reducido de personas concertando acuerdos parciales en la búsqueda por solucionar algunos de los frentes de la guerra. La sociedad debe asumir resueltamente que hay razones objetivas y estructurales de la guerra generalizada que están íntimamente ligadas con la estructura política, económica, social, (ambiental) y cultural del país”.
10.- Reflexiones adicionales. No deseo terminar estas reflexiones, sin recordar –especialmente a los generales de nuestras Fuerzas Militares y de Policía– lo que tantas veces discutimos, en el curso de Altos Estudios Militares (CAEM), en la Escuela Superior de Guerra, sobre la doctrina Lleras – Echandía y que tiene plena vigencia. Según ella, se sostiene: “Les está vedado por la misión que han recibido y la confianza que se ha depositado en ustedes, el participar en las disensiones y controversias de la gente civil, y hacerse parte de ellas, es decir, tomar partido en las luchas políticas. Ustedes tienen que ser en cualquier tiempo el símbolo de la unidad nacional, jamás el de su discordia. Alrededor de las Fuerzas Militares de la República, tiene que estar el pueblo, potencialmente listo a la defensa de lo que es común a todos nuestros compatriotas” (Presidencia de la República. Diciembre 5 de 1959).
11.- Anotemos ahora que, en importante reunión, celebrada con el auspicio de FESCOL y La Paz Querida, el pasado 2 de agosto, se formularon serios planteamientos en torno a la conveniencia de repensar la presencia del Estado en el territorio, con miras a fortalecer el Proceso de Paz y específicamente, el tema de la seguridad en el territorio.
12.- La reforma del Estado. Quisiera recordar, que antes del decenio de los 90′s, Colombia había avanzado en el proceso de modernización del Estado y en tal sentido, se sostenía que era necesario cristalizar cuatro dimensiones sustantivas: La descentralización, la regionalización, la planeación económica participativa y la democratización. Habíamos avanzado en forma significativa pero, ese proceso fue irresponsablemente detenido, por gobiernos posteriores…
13.- Hacia una nueva cultura de paz. Ante la situación actual de Colombia, se impone, crear una nueva cultura de paz. Y para contribuir a crearla, comencemos por precisar su conceptualización. Entiendo por una cultura de paz: Una forma de ver, de vivir y de sentir la ausencia de la violencia abierta, estructural y cultural, en nuestros días y hacia el futuro. Esto implica el que podamos construir sistemas, estructuras y personalidades comprometidas y conocedoras de la gran problemática que conlleva la construcción de la paz. Observemos que es un proceso histórico cuya cristalización, facilitará la consolidación de la gobernabilidad.
Observemos que es conveniente en nuestros días, tener presente las orientaciones, principios, valores y procedimientos consignados en 2016, en el Preámbulo, la Introducción y los magníficos capítulos signados en el “Acuerdo final para la terminación del conflicto & la construcción de una paz estable y duradera.” Esta es una tarea para decenios; no somos ingenuos aquí en la Academia. Enfrentar la inequidad institucionalizada –durante tanto tiempo– requerirá también decenios, si queremos construir una paz estable y duradera.
Con los pies en la tierra, deseo compartirles: grandes y difíciles días nos esperan, si queremos construir la paz, de verdad. No ha sido fácil; nunca ha sido fácil, pero vale la pena continuar, pensando en los designios superiores de la paz. Bien sostuvo Bobbio “El problema de la paz es un problema de fondo: la paz es el bien absoluto, condición necesaria para la realización de todos los demás valores”.
14.- La dimensión internacional. Notemos complementariamente, una dimensión cierta e importantísima: La comunidad pensante y pacífica, de actores a nivel mundial –como nunca antes– está pendiente, de los resultados del proceso de paz de Colombia. Si él progresa y cristaliza, seremos ejemplo universal de avanzar en la construcción de una paz, fundada en las víctimas. Sigamos apoyando creativamente esta esperanza; es la esperanza de los demócratas responsables de la paz en el mundo.
En gran síntesis: como puede observarse, la problemática de la gobernabilidad y la paz es interdisciplinaria y compleja. Así que, el empleo riguroso de la ciencia política, puede ser un camino adecuado para permitirnos articular las diversas instancias de que se ocupa.
15.- Comentario final. Señor Presidente Augusto Trujillo; Señores Académicos Honorarios Cesáreo Rocha Ochoa y Juan Rafael Bravo Arteaga; colegas académicos: Siendo niño tuve noticia, por primera vez, de la existencia de esta benemérita Institución, oyendo los diálogos fraternos sostenidos por mi padre Rafael Roa Rivera y su compañero de bachillerato, el Ex Presidente de esta Academia, Gonzalo Gaitán Azuero.
Pasaron los años y para mí es inolvidable el día que entregué aquí, a uno de nuestros Miembros Honorarios, Cesáreo Rocha, mi solicitud de ingreso y encontré, en la pared de entrada a la Presidencia de nuestra Institución, el óleo aleccionante, del maestro Darío Echandía.
Ahora, 70 años después de aquellos diálogos fraternos, tengo el honor de asumir como Académico de Número, de la mano de dos personalidades comprometidas positivamente con el destino de nuestra democracia: Cesáreo Rocha Ochoa y Augusto Trujillo Muñoz. Ellos, lo han hecho bien y nos han dado buen ejemplo, acompañados de la sombra tutelar del gran Nicolás Esguerra y los expresidentes de nuestra Institución.
16.- Agradecimientos. A mis colegas académicos, mil gracias por su egregia compañía. Augusto Trujillo tiene razón: “Desde el 1 de marzo de 2017, este recinto ha sido mi hogar intelectual” y es grato honrarlo. Mil gracias a Rosa Margarita; Hernando José; Mario, Margarita y Jerónimo; Santiago, July, Luciano y Emiliano, por su compañía y afecto. A todos: Mil gracias por su presencia y solidaridad. roasuarez@yahoo.com
[1] El trabajo completo que se ha preparado sobre el tema, será publicado en el Nº 378 de la Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.
[2] Véase el texto del autor: La política: Arte y ciencia. (2020). 3ra. Ed. Presentación: Eduardo Cifuentes Muñoz. Academia Colombiana de Jurisprudencia. Bogotá, pp. 27 – 52.
[3] Con orientación neokeynesiana actualizada y aplicada a la realidad colombiana.