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Una de las prioridades colombianas contemporáneas es impulsar la formación de nuevos líderes políticos democráticos y estadistas.
Como es de conocimiento de los lectores, la editorial Tirant Lo Blanch publicó recientemente, la sexta edición de mi texto: El liderazgo político. Análisis de casos. Ahora bien, teniendo en cuenta mi práctica frecuente de convertir mis libros en columnas de opinión y estas en libros; la necesidad de preparar líderes políticos y estadistas para gobernar apropiadamente a Colombia; y que se acaba de iniciar el proceso electoral para 2026, he preparado una serie de columnas que contribuyan a informar y dialogar sobre el tema.
Notas introductorias. Según la caracterización de la sociedad colombiana actual, en las instancias económico-social, político-militar, cultural y ambiental, dentro del marco latinoamericano y mundial, es conveniente crear condiciones que favorezcan el surgimiento de líderes políticos y estadistas capaces de enfrentar y conducir los procesos sociopolíticos en los próximos decenios.
Como resultado de la labor académica, investigativa, innovativa, administrativa y política, adelantada en el curso de los últimos 60 años (1964-2024), vi la necesidad de preparar un texto que permitiera conocer, especialmente a nuestra juventud, la problemática general del liderazgo político, su contextualización y conceptualizaciones claves, complementadas con el análisis de casos internacionales y nacionales(1). Así mismo, elaboré un conjunto de reflexiones y elaboraciones en torno a cualidades, actividades, orientaciones psicosociales y prácticas cotidianas, que debe poseer el líder y/o estadista, para facilitar su compromiso político y le permita insertarse creativamente en la transformación de la realidad.
La perspectiva ideológica de la publicación, destaca sistemáticamente los líderes y valores democráticos, dejando entrever las consecuencias nocivas que, para Colombia y América Latina, ha tenido el advenimiento de regímenes dictatoriales de cualquier signo.
Esbocemos unas notas acerca del universo temático. Iniciaré con un conjunto de conceptos que nos sirvan como una adecuada mediación entre la abstracción y la concreción. Ellos son, en esta columna, los siguientes: la política como arte y ciencia; y el liberalismo.
Comencemos con la política como arte y ciencia. Conocemos que desde la antigüedad clásica griega (siglo V antes de nuestra era), la política ha sido considerada como el arte de gobernar, para realizar el bien común. Y como ciencia, es en mi concepto: La disciplina social que se ocupa del estudio sistemático del Estado; de la estructura del poder; de la legitimidad; de la composición de las clases y estratos sociales; de la organización de los partidos y movimientos políticos y sociales; de los procesos electorales; del funcionamiento de los grupos de presión; del proceso de la toma de las decisiones; de la gobernabilidad; de la problemática ambiental; de la paz y la solución de los conflictos; y de la problemática del liderazgo, en espacios y tiempos determinados(2).
Revisando el desarrollo político colombiano, en los últimos decenios, vemos que, de un lado, se han dado progresos en la capacidad de diálogo y conciliación; se han concretado algunas aperturas y espacios democráticos y se ha abierto la posibilidad de organizar un régimen pluripartidista. De otro, es ostensible la falta de información, formación y participación en amplios sectores de la población, sobre la trascendencia que, para un ser humano, conlleva concretar su ser social, mediante un proceso que le permita formarse permanentemente y participar en la toma de las decisiones de la comunidad a la que pertenece(3).
Complementariamente, el estudio de nuestro proceso histórico, a partir de 1810, nos indica que las orientaciones básicas del liberalismo, el neoliberalismo y la social-democracia, han sido fundamentales para la configuración contemporánea y la institucionalización de nuestro régimen jurídico-político. Conceptualmente, el liberalismo es una visión de la sociedad que exalta, impulsa, organiza y sostiene el anhelo humano a la libertad, la igualdad y a la fraternidad, en todos los aspectos de la vida social. Esta perspectiva supone la igualdad de todos los hombres frente a la ley.
El análisis y las instituciones jurídico-políticas colombianas, nos permite observar que han estado orientadas especialmente por los preceptos que acompañan a una democracia liberal, donde a partir de 1991, se hace énfasis en el tránsito de una democracia representativa hacia una participativa, consagrándola en diversas partes de su articulado(4). Observemos que, de acuerdo a nuestra Constitución, el modelo de desarrollo que se propone, no identifica el desarrollo con el mero crecimiento económico(5).
En la próxima columna, me ocuparé de los siguientes conceptos: la orientación social-demócrata; el populismo; la psicología y la psicología social, el liderazgo político democrático y la gobernabilidad. roasuarez@yahoo.com
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Referencias
1. Obsérvese que en 2022 más de 10 millones de ciudadanos colombianos votaron por un candidato (Rodolfo Hernández) técnicamente incompetente para el ejercicio de la Presidencia de la República de Colombia. A un porcentaje muy importante de estos votantes, no les interesó el futuro del país; votaron impulsados prioritariamente por el odio hacia el candidato Gustavo Petro…
2. Amplíese en el libro del autor: (2016). La política: Arte y ciencia. 2da. Ed. s.g. Ediciones. Bogotá.
3. Si esperamos la consolidación de una democracia participativa, es muy preocupante para los demócratas que, en el Plebiscito de 2016 (octubre 2), se presentara una abstención del 63%. Así mismo, que para el proceso electoral del 2018 encontremos que políticos corruptos y condenados, continúen interviniendo en los Consejos, Asambleas, la Cámara y el Senado, a través de familiares y calanchines (véase Editorial del periódico elespectador.com, 10 de diciembre de 2017).
4. Véase del autor: (2001). Nuestra Constitución y la paz. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá. Y (2021). Historia Constitucional de Colombia. Augusto Trujillo M., Carlos M. Molina B., y Luis Javier Moreno. Tirant Lo Blanch. T. II, pp. 1327-1350. Bogotá.
5. Nótese cuidadosamente que este modelo de desarrollo, no puede equipararse con el propuesto por el Señor Presidente de Argentina, Javier Milei.