El oportuno editorial de El Espectador, del 31 de agosto, nos recordó dimensiones sustantivas de Rafael Rivas Posada como ministro de Educación, jefe de misiones diplomáticas significantes, decano de la facultad de Artes y Ciencias y rector de la Universidad de los Andes, miembro de la comisión de paz Asesora del presidente Betancur, profesor de la ESAP en varios periodos y consultor. Él fue doctor en Derecho de la Universidad Nacional, con especializaciones en la Universidad de París y La Haya. Máster en Administración Pública de la Universidad de Princeton y programa de doctorado en Ciencias Políticas.
Esta columna en su honor desea recordar condensadamente solos tres aspectos de su intervención en la inauguración del encuentro, que tuve el honor de organizar en la ESAP en 1978, en compañía de miembros de la comunidad científica nacional, sobre: La Investigación Científica en Colombia, hoy*.
1.- El problema del investigador en nuestro sistema educativo. Al instalar el evento referido, Rafael Rivas afirmó: “El problema fundamental, pero claro, no el único, sobre el cual debe reposar el desarrollo de la investigación científica es el problema del investigador… La investigación es, fundamentalmente, el esfuerzo de un ser humano. De un grupo de seres humanos, que tiene que tener una preparación; que tienen que tener una vocación; que no se pierda irremesiblemente ante, en algunos casos, la ignorancia, en otros, la desidia y en otros, la irresponsabilidad de una sociedad. Este ser humano que es un investigador, no nace por generación espontánea. Es el fruto no solamente de una sociedad, con sus valores, sus representaciones, sus aspiraciones, sus inquietudes y sus frustraciones. Sino, dentro de esa sociedad, muy particularmente, es el resultado de un sistema educativo.
Un sistema educativo, como todos los sabemos, no consiste exclusivamente en aquellas instituciones donde generalmente el ser humano desarrolla su actividad, o sea en las universidades o centros de investigación. Sino que comienza desde la más tierna infancia y se desarrolla en una secuencia compleja, hasta culminar precisamente en aquellos institucionales que son los que facilitan la labor investigativa. En nuestro país, es necesario conocerlo, como casi unánimemente se reconoce, una de las trabas fundamentales para el desarrollo de la investigación científica es, a no dudarlo, las fallas de nuestro sistema educativo desde el preescolar”.
2.- La investigación científica y las decisiones políticas. “La investigación científica es en gran parte -no considerarlo así sería un error funesto-, el resultado de una movilización social. De un tipo determinado de aprovechamiento de los recursos humanos en una sociedad. Como tal, yo no vacilaría en decir que los progresos en materia de investigación científica son progresos que se deben fundamentalmente a decisiones políticas. Entiendo por decisiones políticas, aquellas que están dirigidas a la movilización de las energías sociales. Al aprovechamiento, a la distribución correcta de los recursos humanos y naturales de una sociedad determinada”.
3.- La transferencia de tecnología. “El país también está en mora de adelantar un esfuerzo firme y decidido por fijar criterios sobre lo que va a ser su posición frente a los problemas que emanan de la transferencia de la tecnología. Nos hemos contentado, hasta el momento, con criticar aspectos a veces secundarios del fenómeno. Nos hemos limitado, en muchos casos, en vociferar y alzar la voz contra los fenómenos de dependencia que encierra la transferencia de tecnología. Contra síntomas del imperialismo cultural y científico, que sería la causa fundamental de este problema de la transferencia. Pero, en la práctica, no hemos avanzado mucho en lo que debe ser la elaboración de una posición nacional frente al fenómeno”.
El fallecimiento de Rafael Rivas nos recuerda que en Colombia hubo también políticos preparados, éticos y consagrados en el ejercicio de sus funciones y no a lo que cada día abunda más: politiqueros que se apropian privadamente de las instituciones públicas para su lucro y beneficio.
Rafael Rivas fue un cualificado servidor público y dedicado rector, preocupado por los intereses nacionales, y a ellos sirvió.
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Referencia.
*. Texto universitario considerable, editado por la ESAP, impreso por Guadalupe y presentado en la Biblioteca Luis Ángel Arango, por Rodrigo Lloreda, Gerardo Molina, Osvaldo Beltrán y el suscrito. Bogotá, pp. 23-29.
El oportuno editorial de El Espectador, del 31 de agosto, nos recordó dimensiones sustantivas de Rafael Rivas Posada como ministro de Educación, jefe de misiones diplomáticas significantes, decano de la facultad de Artes y Ciencias y rector de la Universidad de los Andes, miembro de la comisión de paz Asesora del presidente Betancur, profesor de la ESAP en varios periodos y consultor. Él fue doctor en Derecho de la Universidad Nacional, con especializaciones en la Universidad de París y La Haya. Máster en Administración Pública de la Universidad de Princeton y programa de doctorado en Ciencias Políticas.
Esta columna en su honor desea recordar condensadamente solos tres aspectos de su intervención en la inauguración del encuentro, que tuve el honor de organizar en la ESAP en 1978, en compañía de miembros de la comunidad científica nacional, sobre: La Investigación Científica en Colombia, hoy*.
1.- El problema del investigador en nuestro sistema educativo. Al instalar el evento referido, Rafael Rivas afirmó: “El problema fundamental, pero claro, no el único, sobre el cual debe reposar el desarrollo de la investigación científica es el problema del investigador… La investigación es, fundamentalmente, el esfuerzo de un ser humano. De un grupo de seres humanos, que tiene que tener una preparación; que tienen que tener una vocación; que no se pierda irremesiblemente ante, en algunos casos, la ignorancia, en otros, la desidia y en otros, la irresponsabilidad de una sociedad. Este ser humano que es un investigador, no nace por generación espontánea. Es el fruto no solamente de una sociedad, con sus valores, sus representaciones, sus aspiraciones, sus inquietudes y sus frustraciones. Sino, dentro de esa sociedad, muy particularmente, es el resultado de un sistema educativo.
Un sistema educativo, como todos los sabemos, no consiste exclusivamente en aquellas instituciones donde generalmente el ser humano desarrolla su actividad, o sea en las universidades o centros de investigación. Sino que comienza desde la más tierna infancia y se desarrolla en una secuencia compleja, hasta culminar precisamente en aquellos institucionales que son los que facilitan la labor investigativa. En nuestro país, es necesario conocerlo, como casi unánimemente se reconoce, una de las trabas fundamentales para el desarrollo de la investigación científica es, a no dudarlo, las fallas de nuestro sistema educativo desde el preescolar”.
2.- La investigación científica y las decisiones políticas. “La investigación científica es en gran parte -no considerarlo así sería un error funesto-, el resultado de una movilización social. De un tipo determinado de aprovechamiento de los recursos humanos en una sociedad. Como tal, yo no vacilaría en decir que los progresos en materia de investigación científica son progresos que se deben fundamentalmente a decisiones políticas. Entiendo por decisiones políticas, aquellas que están dirigidas a la movilización de las energías sociales. Al aprovechamiento, a la distribución correcta de los recursos humanos y naturales de una sociedad determinada”.
3.- La transferencia de tecnología. “El país también está en mora de adelantar un esfuerzo firme y decidido por fijar criterios sobre lo que va a ser su posición frente a los problemas que emanan de la transferencia de la tecnología. Nos hemos contentado, hasta el momento, con criticar aspectos a veces secundarios del fenómeno. Nos hemos limitado, en muchos casos, en vociferar y alzar la voz contra los fenómenos de dependencia que encierra la transferencia de tecnología. Contra síntomas del imperialismo cultural y científico, que sería la causa fundamental de este problema de la transferencia. Pero, en la práctica, no hemos avanzado mucho en lo que debe ser la elaboración de una posición nacional frente al fenómeno”.
El fallecimiento de Rafael Rivas nos recuerda que en Colombia hubo también políticos preparados, éticos y consagrados en el ejercicio de sus funciones y no a lo que cada día abunda más: politiqueros que se apropian privadamente de las instituciones públicas para su lucro y beneficio.
Rafael Rivas fue un cualificado servidor público y dedicado rector, preocupado por los intereses nacionales, y a ellos sirvió.
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Referencia.
*. Texto universitario considerable, editado por la ESAP, impreso por Guadalupe y presentado en la Biblioteca Luis Ángel Arango, por Rodrigo Lloreda, Gerardo Molina, Osvaldo Beltrán y el suscrito. Bogotá, pp. 23-29.