Permita, ignoto y seguramente escaso lector, que insista en la necesidad de construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos, que aleje los riesgos para la nación de los extremismos. He propuesto un procedimiento que he denominado ingeniería inversa. Se trata primero de señalar los límites, las líneas rojas de cada uno de los integrantes posibles. Suena raro empezar al revés, pero es la manera de evitar una cosa meliflua y llena de retórica superficial. Después, ahora sí, las metas concretas de un gobierno de coalición. Siguiente paso, un compromiso ante la opinión de gobernar con ese programa conjunto en el entendido de que, como dije, sería un gobierno de compartido. No el viejo estilo de siempre: el elegido hace de su capa un sayo y maneja el gobierno a su antojo. Me refiero a esto: quienes integren la coalición van a gobernar colectivamente, dicho de frente y sin engaños. Y, por fin, y solo al fin, las reglas para seleccionar al candidato. Digamos que es una propuesta a la europea y no a la americana.
Paso a poner ejemplos tomados de la realidad. Es un ejercicio pedagógico, no se puede interpretar como apoyos o lanzamientos de candidaturas.
El señor Petro propuso en un debate en la pasada campaña un esquema de salud con mayor protagonismo estatal. Allí dijo: no me opongo al sector privado en la prestación del servicio, pero el aseguramiento debe ser exclusivamente estatal. Algunos se opondrían al regreso del viejo Instituto de Seguros Sociales con sus horrores. El sector privado ha permitido mejorías y cobertura. Pero, en el terreno de lo propuesto por Petro, no sería imposible encontrar puntos de contacto. Vargas Lleras presentó su propuesta con fundamento en medicina preventiva y médico familiar. Yo señalé que compartía las líneas generales, pero no concebía la medicina familiar como una especialidad más, sino como el llamado general practitioner en el Reino Unido: un médico general que es la llave del sistema, solo que volcado en nuestro caso a los hogares. Duque planteó mejoras en el sistema y un corte de cuentas atrasadas, algo que hay que hacer y se está haciendo.
La prioridad que le imprime Fajardo a la educación es difícilmente discutible, pero seguramente habrá que delinear los componentes de un nuevo sistema educativo. La lucha contra la corrupción ya no es solo un problema penal y moral: es una condición de supervivencia del sistema. El caso del senador Pulgar es uno más. Todas las ramas del poder están afectadas. ¡Incluida la justicia! La vulnerabilidad es enorme. Chávez destruyó el sistema venezolano de un coscorrón sencillamente porque estaba ya destruido por dentro.
Las diferencias con Jorge Robledo se basan en un exceso de proteccionismo que termina pagando el consumidor. Pero después de la pandemia hacia allá iremos. Incluso, exministros de Hacienda conservadores han lanzado ideas en esa dirección. Puede ser menos difícil conciliar una política económica más centrada en lo interno.
Petro tiene razón en la necesidad de desprenderse de los combustibles fósiles. Las discrepancias que tuvimos fueron más de cronograma.
El telón de boca debería ser la persistencia en soluciones civilizadas frente a los residuos de violencia política preservando la ruta crítica señalada en el Acuerdo del Teatro Colón.
No es imposible.
Permita, ignoto y seguramente escaso lector, que insista en la necesidad de construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos, que aleje los riesgos para la nación de los extremismos. He propuesto un procedimiento que he denominado ingeniería inversa. Se trata primero de señalar los límites, las líneas rojas de cada uno de los integrantes posibles. Suena raro empezar al revés, pero es la manera de evitar una cosa meliflua y llena de retórica superficial. Después, ahora sí, las metas concretas de un gobierno de coalición. Siguiente paso, un compromiso ante la opinión de gobernar con ese programa conjunto en el entendido de que, como dije, sería un gobierno de compartido. No el viejo estilo de siempre: el elegido hace de su capa un sayo y maneja el gobierno a su antojo. Me refiero a esto: quienes integren la coalición van a gobernar colectivamente, dicho de frente y sin engaños. Y, por fin, y solo al fin, las reglas para seleccionar al candidato. Digamos que es una propuesta a la europea y no a la americana.
Paso a poner ejemplos tomados de la realidad. Es un ejercicio pedagógico, no se puede interpretar como apoyos o lanzamientos de candidaturas.
El señor Petro propuso en un debate en la pasada campaña un esquema de salud con mayor protagonismo estatal. Allí dijo: no me opongo al sector privado en la prestación del servicio, pero el aseguramiento debe ser exclusivamente estatal. Algunos se opondrían al regreso del viejo Instituto de Seguros Sociales con sus horrores. El sector privado ha permitido mejorías y cobertura. Pero, en el terreno de lo propuesto por Petro, no sería imposible encontrar puntos de contacto. Vargas Lleras presentó su propuesta con fundamento en medicina preventiva y médico familiar. Yo señalé que compartía las líneas generales, pero no concebía la medicina familiar como una especialidad más, sino como el llamado general practitioner en el Reino Unido: un médico general que es la llave del sistema, solo que volcado en nuestro caso a los hogares. Duque planteó mejoras en el sistema y un corte de cuentas atrasadas, algo que hay que hacer y se está haciendo.
La prioridad que le imprime Fajardo a la educación es difícilmente discutible, pero seguramente habrá que delinear los componentes de un nuevo sistema educativo. La lucha contra la corrupción ya no es solo un problema penal y moral: es una condición de supervivencia del sistema. El caso del senador Pulgar es uno más. Todas las ramas del poder están afectadas. ¡Incluida la justicia! La vulnerabilidad es enorme. Chávez destruyó el sistema venezolano de un coscorrón sencillamente porque estaba ya destruido por dentro.
Las diferencias con Jorge Robledo se basan en un exceso de proteccionismo que termina pagando el consumidor. Pero después de la pandemia hacia allá iremos. Incluso, exministros de Hacienda conservadores han lanzado ideas en esa dirección. Puede ser menos difícil conciliar una política económica más centrada en lo interno.
Petro tiene razón en la necesidad de desprenderse de los combustibles fósiles. Las discrepancias que tuvimos fueron más de cronograma.
El telón de boca debería ser la persistencia en soluciones civilizadas frente a los residuos de violencia política preservando la ruta crítica señalada en el Acuerdo del Teatro Colón.
No es imposible.