Poco antes del 22 de abril, 101 líderes mundiales suscribieron un documento para impulsar ante la Cumbre sobre el Clima la firma de un tratado que no solo busque desmontar el uso de combustibles fósiles sino que, y esta es la innovación, ponga fin a la expansión de la producción de petróleo, gas y carbón. Dentro de las personalidades se encuentran varios premios nobel en distintas disciplinas, entre ellos el doctor Juan Manuel Santos. “Si no se cumple el límite de temperatura de 1,5 °C del Acuerdo de París, se corre el riesgo de empujar el mundo hacia un calentamiento global catastrófico”. A juicio de los firmantes, no basta con trabajar en energías alternativas. “La industria de los combustibles fósiles sigue planificando nuevos proyectos (sobre petróleo, gas y carbón) que los bancos siguen financiando”. En 2030, afirman los líderes mundiales, se producirá un 120 % más del volumen compatible con el freno al calentamiento. No basta con disminuir la demanda de combustibles fósiles. Hay que atajar también la oferta.
Poco después, el pasado jueves, por iniciativa del presidente Biden, acompañado de 40 dirigentes mundiales, este se comprometió a reducir a la mitad la emisión de gases de efecto invernadero en su país en los próximos nueve años. La sola noticia de que Estados Unidos se reincorpora a la lucha por la sostenibilidad del planeta, de la cual se había separado por obra de Trump, ya es un hecho trascendental. Allí estuvo presente el presidente Duque quien planteó que, aunque no somos emisores masivos, sí estamos afectados por una enorme vulnerabilidad. Duque se comprometió a reducir las emisiones en un 51 % para 2030 y lograr la llamada carbononeutralidad para el 2050.
Bienvenido todo esfuerzo para garantizar el efectivo cuidado de la casa común, como la llama el papa Francisco.
Así sea para el 2030, al fin en algo coincidieron Santos y Duque.
Coda I. Se habla del pasaporte verde. La prueba digital de que una persona ya fue inmunizada contra el COVID-19. Bien sea que se ponga en práctica en la realidad o que las barreras operen solo en la mente de los humanos, lo que se viene es una ruptura inédita en el orbe terrestre. Los países ricos, totalmente inmunizados, crearán barreras reales o imaginarias. Murallas portentosas para mantener afuera a la humanidad pobre, contagiada y contagiadora. Es una lógica macabra. Puede ser, si no el fin de la hermandad humana, sí un revés muy serio para el humanismo universal.
Entre tanto, varios líderes, Juan Manuel Santos entre ellos, han reclamado la suspensión de las patentes en bien de la humanidad. No parece posible. Si de dinero se trata, no tenemos mecanismos globales para crear un fondo mundial robusto que compre y aplique las vacunas con criterios de equidad. El virus destapó esa secuela de ruptura entre Caín y Abel, que habíamos suavizado, pero que estaba agazapada ahí, para actuar en la crisis. Todo indica que el egoísmo es una impronta indeleble en el ser humano.
Coda II. 22 heridos en una población indígena que se dedicaba a sustituir cultivos en el Cauca. ¿A alguien le importa? ¿Ya en el Cauca somos un Estado fallido?
Poco antes del 22 de abril, 101 líderes mundiales suscribieron un documento para impulsar ante la Cumbre sobre el Clima la firma de un tratado que no solo busque desmontar el uso de combustibles fósiles sino que, y esta es la innovación, ponga fin a la expansión de la producción de petróleo, gas y carbón. Dentro de las personalidades se encuentran varios premios nobel en distintas disciplinas, entre ellos el doctor Juan Manuel Santos. “Si no se cumple el límite de temperatura de 1,5 °C del Acuerdo de París, se corre el riesgo de empujar el mundo hacia un calentamiento global catastrófico”. A juicio de los firmantes, no basta con trabajar en energías alternativas. “La industria de los combustibles fósiles sigue planificando nuevos proyectos (sobre petróleo, gas y carbón) que los bancos siguen financiando”. En 2030, afirman los líderes mundiales, se producirá un 120 % más del volumen compatible con el freno al calentamiento. No basta con disminuir la demanda de combustibles fósiles. Hay que atajar también la oferta.
Poco después, el pasado jueves, por iniciativa del presidente Biden, acompañado de 40 dirigentes mundiales, este se comprometió a reducir a la mitad la emisión de gases de efecto invernadero en su país en los próximos nueve años. La sola noticia de que Estados Unidos se reincorpora a la lucha por la sostenibilidad del planeta, de la cual se había separado por obra de Trump, ya es un hecho trascendental. Allí estuvo presente el presidente Duque quien planteó que, aunque no somos emisores masivos, sí estamos afectados por una enorme vulnerabilidad. Duque se comprometió a reducir las emisiones en un 51 % para 2030 y lograr la llamada carbononeutralidad para el 2050.
Bienvenido todo esfuerzo para garantizar el efectivo cuidado de la casa común, como la llama el papa Francisco.
Así sea para el 2030, al fin en algo coincidieron Santos y Duque.
Coda I. Se habla del pasaporte verde. La prueba digital de que una persona ya fue inmunizada contra el COVID-19. Bien sea que se ponga en práctica en la realidad o que las barreras operen solo en la mente de los humanos, lo que se viene es una ruptura inédita en el orbe terrestre. Los países ricos, totalmente inmunizados, crearán barreras reales o imaginarias. Murallas portentosas para mantener afuera a la humanidad pobre, contagiada y contagiadora. Es una lógica macabra. Puede ser, si no el fin de la hermandad humana, sí un revés muy serio para el humanismo universal.
Entre tanto, varios líderes, Juan Manuel Santos entre ellos, han reclamado la suspensión de las patentes en bien de la humanidad. No parece posible. Si de dinero se trata, no tenemos mecanismos globales para crear un fondo mundial robusto que compre y aplique las vacunas con criterios de equidad. El virus destapó esa secuela de ruptura entre Caín y Abel, que habíamos suavizado, pero que estaba agazapada ahí, para actuar en la crisis. Todo indica que el egoísmo es una impronta indeleble en el ser humano.
Coda II. 22 heridos en una población indígena que se dedicaba a sustituir cultivos en el Cauca. ¿A alguien le importa? ¿Ya en el Cauca somos un Estado fallido?