Dos libros publicados recientemente, La educación en Colombia, de Moisés Wasserman, y La quinta puerta, editado por Juan Camilo Cárdenas, Leopoldo Fergusson y Mauricio García Villegas, describen detalladamente la situación del sistema educativo colombiano (antes de la pandemia). Los dos deben ser lectura obligatoria no sólo para los interesados o conocedores del sector, sino para todos aquellos que quieran contribuir a lograr que algún día podamos vivir en un país seguro y justo.
El libro del profesor Wasserman describe los inicios de la educación como concepto social y su proceso histórico en Colombia. Presenta los avances logrados y lo mucho que todavía nos falta en dos capítulos bellamente nombrados: “El vaso medio lleno” y “El vaso medio vacío”. Continúa con un capítulo en el que muestra cómo los maestros son parte esencial y han contribuido en este proceso. Los siguientes tratan sobre la situación de la educación superior y describen algunos casos de políticas y programas exitosos. Por último, el libro finaliza con una sección donde enumera lo que nos toca hacer como sociedad para mejorar la calidad de la educación en Colombia.
La quinta puerta está conformado por varios ensayos. El primero, sobre la historia política de la educación en Colombia, describe cómo siempre hemos sido un país de buenas ideas que, por las riñas políticas y la polarización, quedan sólo en eso (en este proceso la educación ha sido una víctima fatal). Los cinco siguientes ensayos retratan las desigualdades del sistema educativo en Colombia y sustentan acertada y tristemente cómo se ha perpetuado lo que definen como apartheid educativo, entre otras, exponiendo las razones por las cuales la sociedad colombiana valora más la educación privada que la pública. En los siguientes apartes hacen algo similar a los capítulos de “El vaso medio lleno” y “El vaso medio vacío” del texto de Wasserman: exponen los avances alcanzados y los elementos del sistema educativo que fortalecen este apartheid. Concluyen con unas recomendaciones, muchas comunes a las del primer libro reseñado y otras novedosas, diseñadas específicamente para luchar contra la inequidad dentro del sistema.
Las dos obras dolorosamente concluyen que, a pesar de los esfuerzos, la educación en Colombia sigue permeada por profundas desigualdades socioeconómicas, geográficas, de género y de etnia, que se acentúan en los extremos del sistema (en la primera infancia y en la educación media y superior) y que se agudizaron tremendamente durante la pandemia. La quinta puerta agrega que no basta con mejorar la calidad de la educación si no se hace un esfuerzo adicional para combatir el apartheid educativo, pues sin equidad la educación, en vez de contribuir a la movilidad social y a la reducción de desigualdades, sólo seguirá perpetuándolas. Todos los autores invitan a lograr un acuerdo social y político, un pacto de toda la sociedad, de largo aliento, para lograr la transformación real del sistema educativo; algo así como el que se consiguió para la construcción de la Constitución del 91. Transformar la educación no da espera si lo que queremos es vivir algún día en un país sin miedo, desarrollado y en paz. Ojalá los candidatos a la Presidencia lean estos dos libros y promuevan ese gran pacto. Conmigo cuentan... ¿ustedes qué dicen?
Dos libros publicados recientemente, La educación en Colombia, de Moisés Wasserman, y La quinta puerta, editado por Juan Camilo Cárdenas, Leopoldo Fergusson y Mauricio García Villegas, describen detalladamente la situación del sistema educativo colombiano (antes de la pandemia). Los dos deben ser lectura obligatoria no sólo para los interesados o conocedores del sector, sino para todos aquellos que quieran contribuir a lograr que algún día podamos vivir en un país seguro y justo.
El libro del profesor Wasserman describe los inicios de la educación como concepto social y su proceso histórico en Colombia. Presenta los avances logrados y lo mucho que todavía nos falta en dos capítulos bellamente nombrados: “El vaso medio lleno” y “El vaso medio vacío”. Continúa con un capítulo en el que muestra cómo los maestros son parte esencial y han contribuido en este proceso. Los siguientes tratan sobre la situación de la educación superior y describen algunos casos de políticas y programas exitosos. Por último, el libro finaliza con una sección donde enumera lo que nos toca hacer como sociedad para mejorar la calidad de la educación en Colombia.
La quinta puerta está conformado por varios ensayos. El primero, sobre la historia política de la educación en Colombia, describe cómo siempre hemos sido un país de buenas ideas que, por las riñas políticas y la polarización, quedan sólo en eso (en este proceso la educación ha sido una víctima fatal). Los cinco siguientes ensayos retratan las desigualdades del sistema educativo en Colombia y sustentan acertada y tristemente cómo se ha perpetuado lo que definen como apartheid educativo, entre otras, exponiendo las razones por las cuales la sociedad colombiana valora más la educación privada que la pública. En los siguientes apartes hacen algo similar a los capítulos de “El vaso medio lleno” y “El vaso medio vacío” del texto de Wasserman: exponen los avances alcanzados y los elementos del sistema educativo que fortalecen este apartheid. Concluyen con unas recomendaciones, muchas comunes a las del primer libro reseñado y otras novedosas, diseñadas específicamente para luchar contra la inequidad dentro del sistema.
Las dos obras dolorosamente concluyen que, a pesar de los esfuerzos, la educación en Colombia sigue permeada por profundas desigualdades socioeconómicas, geográficas, de género y de etnia, que se acentúan en los extremos del sistema (en la primera infancia y en la educación media y superior) y que se agudizaron tremendamente durante la pandemia. La quinta puerta agrega que no basta con mejorar la calidad de la educación si no se hace un esfuerzo adicional para combatir el apartheid educativo, pues sin equidad la educación, en vez de contribuir a la movilidad social y a la reducción de desigualdades, sólo seguirá perpetuándolas. Todos los autores invitan a lograr un acuerdo social y político, un pacto de toda la sociedad, de largo aliento, para lograr la transformación real del sistema educativo; algo así como el que se consiguió para la construcción de la Constitución del 91. Transformar la educación no da espera si lo que queremos es vivir algún día en un país sin miedo, desarrollado y en paz. Ojalá los candidatos a la Presidencia lean estos dos libros y promuevan ese gran pacto. Conmigo cuentan... ¿ustedes qué dicen?