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                                                                                                                                La belleza y otros cuentos

                                                                                                                                Vivimos cada día asediados por una avalancha de imágenes perfectas, rebosantes de juventud, filtros y plastificada fascinación. Su hechizo es una promesa de belleza que nos empuja hacia el resbaladizo terreno de la vida que deseamos y soñamos –sin olvidar que también las pesadillas son sueños–. Según la biología, admiramos el ideal físico porque buscamos instintivamente simetrías y rasgos saludables. Sin embargo, la historia muestra que el velo de la seducción suele encubrir las afiladas aristas del poder y el dinero.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Una y otra vez, la belleza ha sido signo de ostentación y, además, un próspero y competitivo negocio. Émile Zola, en su relato Les Repoussoirs, nos presenta al cínico Durandeau, fundador de una agencia donde jóvenes ricas no especialmente guapas alquilan a chicas desmejoradas de origen humilde, maquilladas como adefesios, para que las acompañen en sus paseos y así quedar favorecidas –por contraste– a ojos de sus pretendientes. Las jóvenes pobres comercian con lo único que poseen: la tristeza que les devuelve el espejo. En nuestro mundo, igual que entonces, poderosas industrias cosméticas y quirúrgicas subrayan nuestros defectos para vendernos ilusiones y soluciones. Caras, muy caras. La celulitis, por ejemplo, es un concepto que no existía hace poco más de un siglo, precisamente hasta que las revistas y los centros de belleza la definieron como una lacra. Al exponer a la luz pública un rasgo saludable como si fuera una enfermedad, se fabricó un complejo que actualmente genera descomunales beneficios.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Vivimos cada día asediados por una avalancha de imágenes perfectas, rebosantes de juventud, filtros y plastificada fascinación. Su hechizo es una promesa de belleza que nos empuja hacia el resbaladizo terreno de la vida que deseamos y soñamos –sin olvidar que también las pesadillas son sueños–. Según la biología, admiramos el ideal físico porque buscamos instintivamente simetrías y rasgos saludables. Sin embargo, la historia muestra que el velo de la seducción suele encubrir las afiladas aristas del poder y el dinero.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Una y otra vez, la belleza ha sido signo de ostentación y, además, un próspero y competitivo negocio. Émile Zola, en su relato Les Repoussoirs, nos presenta al cínico Durandeau, fundador de una agencia donde jóvenes ricas no especialmente guapas alquilan a chicas desmejoradas de origen humilde, maquilladas como adefesios, para que las acompañen en sus paseos y así quedar favorecidas –por contraste– a ojos de sus pretendientes. Las jóvenes pobres comercian con lo único que poseen: la tristeza que les devuelve el espejo. En nuestro mundo, igual que entonces, poderosas industrias cosméticas y quirúrgicas subrayan nuestros defectos para vendernos ilusiones y soluciones. Caras, muy caras. La celulitis, por ejemplo, es un concepto que no existía hace poco más de un siglo, precisamente hasta que las revistas y los centros de belleza la definieron como una lacra. Al exponer a la luz pública un rasgo saludable como si fuera una enfermedad, se fabricó un complejo que actualmente genera descomunales beneficios.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Por Irene Vallejo Moreu

                                                                                                                                Escritora, Dra. en Clásicas. Autora de "El infinito en un junco". Premio Nacional de Ensayo 2020 y Wenjin Award 2023 (National Library China).
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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