Escribo antes de las elecciones, expectante por el apoyo que recibirá la candidatura presidencial de Francia Márquez. Consistirá en un reclamo airado por el ninguneo al cual la han sometido miembros de la coalición con la cual se afilió. “Soy porque somos” sintetiza el sentido de la filosofía sudafricana del ubuntu, eje del programa de gobierno que ella ideó con el apoyo de destacados miembros del Proceso de Comunidades Negras, como Carlos Rosero, a quien le conejearon su renglón para el Senado. Enfáticas de la solidaridad como esencia social, esas palabras consisten en brújula certera para guiar el futuro de la nación colombiana. Sin embargo, no es menor el reto que encierran. Hoy en día, al “somos” lo compromete aquel relato sobre la formación nacional que persiste en inferiorizar a los pueblos de ascendencia africana. De ahí que Francia insista en hacer explícito el lastre que representa el racismo estructural. No obstante, derrotarlo será cuestión de desmontar aquello que Yuval Noah Harari ha llamado el “instinto aprendido”, es decir, la conducta que se vuelve mecánica y hasta inconsciente, luego de que la sedimentan pedagogías reiteradas a lo largo de años.
Francia y los nadies
15 de marzo de 2022 - 05:30 a. m.