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Me preocupan las palabras que el presidente Gustavo Petro ofreció el 11 de agosto en la primera cumbre de alcaldesas y alcaldes del litoral Pacífico, en especial con respecto al contexto de la conmemoración del aniversario 29 de la promulgación de la Ley 70 de 1993. El propio presidente y la vicepresidenta Francia Márquez la convocaron para el 27 de agosto de 2022. Sin parangón en nuestro pasado, el acontecimiento tuvo lugar en el salón Gobelinos de la Casa de Nariño.
Había imaginado que serían homenajeados los miembros de la Comisión Especial de Comunidades Negras, autora de esa ley, quienes costearon de su bolsillo pasajes y estadía en Bogotá. Sin embargo, tan solo llamaron al abogado Sylvio Garcés para que se dirigiera a la audiencia. Como motor de la titulación colectiva de los territorios ancestrales afro, Garcés destacó que de la meta inicial de titular ocho millones de hectáreas ya se habían logrado las tres cuartas partes. En el Afropacífico, esa superficie alberga sistemas de producción que han intercalado minería artesanal, caza, pesca, recolección y policultivos basados en la tala parcial de la selva, a los cuales sincronizan con las estaciones del año. Los soporta una orientación religiosa que —como he dicho aquí con reiteración— hermana gente y naturaleza, a partir del supuesto de que los ancestros ni dejan de existir junto a los vivos ni de guiarlos en su cotidianidad. De esa homobiósfera ha dependido que allá la gente no haya sucumbido ni ante la marginalidad y la exclusión ni ante la violencia. De ahí que hoy haya consejos comunitarios optimistas que han suscrito contratos con multinacionales interesadas en que sus miembros salvaguarden la selva mediante la venta de bonos de carbono. De ser exitosa, esa alternativa ofrecerá un futuro de esperanza y autonomía. Sin embargo, el discurso que —dos semanas antes— el presidente Petro les había ofrecido a los alcaldes del litoral no hizo referencia a esa valoración de los servicios ambientales, y más bien afirmó que: “hay una oportunidad muchísimo más rentable de ligar a Buenaventura y Tumaco… con China, con Japón… y qué muebles se pueden hacer en China con las maderas que existan en el Pacífico colombiano. Venderle la madera es vender los muebles”[1].
Es evidente el contraste que ofrece este panorama con respecto al que él mismo ha delineado para la Amazonia como fuente de posibles descuentos de deuda pública por amparo de la naturaleza. Ojalá este lapsus haya sido resultado de la improvisación a la cual acudió para dirigirse a unas autoridades que —eso sí— jamás habían sido objeto de esa clase atención presidencial.
Convocado para las nueve de la mañana, el acto alrededor de la Ley 70 comenzó una hora más tarde y el presidente se presentó faltando un cuarto para las 12. Su intervención fue breve, y antes de marcharse, recalcó lo dicho hace 15 días:
“[El Pacífico] …fue la región a donde llegaron los esclavos que se liberaban a sí mismos de las grandes haciendas del Pacífico, también de la ciudad de Popayán y del valle geográfico del río Cauca. Como quienes tenían el poder eran estas élites…pues siempre miraron los territorios donde se les escapaban a la fuerza los esclavos como regiones que no se deberían volver a mirar como el patio trasero, como eso no existe y tal mirada esclavista, tal mentalidad esclavista se fue perpetuando…”
Acertó al subrayar que la esclavización es la raíz del racismo y de un atraso que la cuenca ya superó en el resto de sus países. Sin embargo, no tuvo en cuenta que a partir del siglo XVII esa región fue el escenario de reales de minas tan productivos como los de los ríos Atrato y San Juan, Raposo, Calima, o Telembí, entre otros. Esos entables mineros originaron los complejos sistemas agroecológicos a los cuales hice referencia más arriba. La gente afro los perfeccionó a medida que alcanzaba autonomía espacial y social, valiéndose de otras formas de lucha por la libertad, como la de comprarles a los amos sus cartas de libertad, valiéndose del trabajo minero en días feriados. Esos sistemas de producción son la razón de ser de la titulación colectiva que legitimó la Ley 70 de 1993. No obstante, el porvenir de ese estatuto parecería ensombrecerse con el argumento presidencial referente a que:
“[Focalizar]…es lo que se ha aplicado en Colombia después de la aprobación de la Constitución del 91… los tecnócratas le ponen una palabra más amable que es discriminación positiva …[Sin embargo], yo creo que es más eficaz… el derecho universal, es decir, que se puede tener más eficacia en resolver problemas de discriminación si se garantizan derechos universales”.
La ley festejada es un ejemplo de discriminación positiva. Acción afirmativa dicen otros, y quienes la idearon aplicaron las lecciones de brasileños y nicaragüenses, quienes en los años de 1980 diseñaron constituciones que —como la Colombiana que las sucedería—estaban encausadas a darles legitimidad a las diversas etnicidades dentro de la ciudadanía nacional. Tales reformadores llevaban años de constatar cómo el universalismo no había resuelto ni el racismo ni la discriminación o la exclusión. En adición, esa ley de negritudes consiste en la reparación más palpable por los traumas derivados de la conversión de seres humanos en mercancías transables en el mercado, de acuerdo con requerimientos consecuentes con los de la Conferencia de 2001 contra el racismo, celebrada en Durban y suscrita por el gobierno colombiano.
Las disonancias anotadas, ¿se corregirían a partir de textos escritos con fundamentos empíricos rigurosos? Ó ¿apelando a asesores competentes en la historiografía afrocolombiana? Como lo han dicho otros articulistas, desde el pasado 7 de agosto, también añoro el sueño que dibujó Petro en su discurso de posesión presidencial. Hago estas anotaciones porque tengo la esperanza de que se robustezca.
* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional y profesor Programa de antropología, Universidad externado de Colombia
[1] Palabras Presidente Gustavo Petro en la Primera Cumbre de alcaldesas y alcaldes del litoral Pacífico. Las citas que ofrezco provienen de las transcripciones automáticas que ofrece Youtube. He puntuado las oraciones para hacerlas más legibles