Siria en prospectiva
Javier Ignacio Niño Cubillos
La inestabilidad en Siria exige un gobierno fuerte de transición. De no lograrse, se intensificarán las facciones violentas como ocurrió en Libia luego del asesinato de Gadafi, se repetirán los errores de Irak y Afganistán, las potencias propondrían dividirla en microestados drusos, kurdos, alauitas…. o la partirán en dos para aislar la mayoría sunita rememorando Sudán.
La dictadura siria exilió a más de seis millones de personas. Al caer, la comunidad internacional no tardó en promover el retorno de esta población, en especial, la Unión Europea y Turquía. En tanto, países árabes con intereses contrapuestos como Catar o Arabia Saudita reflejan los diálogos diplomáticos sobre el futuro de Siria en Doha. Mientras, Bruselas explora el estatus político para el grupo terrorista Hayat Tahrir al Shams (HTS), que comandará el Estado sirio.
El apoyo de Turquía a los grupos rebeldes contra la dictadura, principalmente, al denominado Ejército Nacional Sirio (ENS) y su promoción de combates conjuntos con el HTS, espera ahora una Siria unificada y un gobierno de coalición favorable a Recep Tayyip Erdogan. Recordemos, el ENS ha combatido a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) respaldadas por EE. UU., de mayoría kurda y aliado del grupo terrorista turco Partido Político del Kurdistán (PKK), los cuales buscan una escisión en Turquía, Siria y otros países limítrofes para crear un Estado kurdo.
Actualmente, buscar que los grupos rebeldes encuentren intereses comunes, respeten la diversidad religiosa y eviten continuar en armas podría contribuir a crear gobierno. De lo contrario, el más afectado será Israel porque las tropas yihadistas usarán el arsenal existente en su contra, por lo que Israel, tras la salida de Al Asad, invadió el sur de Siria y atacó la mayoría de sus bases militares.
En el ínterin, Trump ve ajena esta guerra, pero fortalecerá las ventajas regionales de Israel asumiéndolas como propias, confrontación que se extenderá hasta diezmar el poder de Irán, el origen de esta conflagración en Oriente Medio, y evitar que Rusia, en guerra enconada con Ucrania, pueda reconfigurar su posicionamiento en Siria desde Tartús.
Internamente, el enorme reto es conducir al entorno castrense que apoyó a Bashar Al Asad hacia el nacionalismo propugnado por el HTS y su líder Ahmed Al Sharaa que, así como velozmente apropió tecnología bélica para derrocar al régimen, abandonó su nombre revolucionario para buscar conciliarse internacionalmente y adquirir legitimidad para dirigir a Siria.
javier.nino01@javeriana.edu.co
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La inestabilidad en Siria exige un gobierno fuerte de transición. De no lograrse, se intensificarán las facciones violentas como ocurrió en Libia luego del asesinato de Gadafi, se repetirán los errores de Irak y Afganistán, las potencias propondrían dividirla en microestados drusos, kurdos, alauitas…. o la partirán en dos para aislar la mayoría sunita rememorando Sudán.
La dictadura siria exilió a más de seis millones de personas. Al caer, la comunidad internacional no tardó en promover el retorno de esta población, en especial, la Unión Europea y Turquía. En tanto, países árabes con intereses contrapuestos como Catar o Arabia Saudita reflejan los diálogos diplomáticos sobre el futuro de Siria en Doha. Mientras, Bruselas explora el estatus político para el grupo terrorista Hayat Tahrir al Shams (HTS), que comandará el Estado sirio.
El apoyo de Turquía a los grupos rebeldes contra la dictadura, principalmente, al denominado Ejército Nacional Sirio (ENS) y su promoción de combates conjuntos con el HTS, espera ahora una Siria unificada y un gobierno de coalición favorable a Recep Tayyip Erdogan. Recordemos, el ENS ha combatido a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) respaldadas por EE. UU., de mayoría kurda y aliado del grupo terrorista turco Partido Político del Kurdistán (PKK), los cuales buscan una escisión en Turquía, Siria y otros países limítrofes para crear un Estado kurdo.
Actualmente, buscar que los grupos rebeldes encuentren intereses comunes, respeten la diversidad religiosa y eviten continuar en armas podría contribuir a crear gobierno. De lo contrario, el más afectado será Israel porque las tropas yihadistas usarán el arsenal existente en su contra, por lo que Israel, tras la salida de Al Asad, invadió el sur de Siria y atacó la mayoría de sus bases militares.
En el ínterin, Trump ve ajena esta guerra, pero fortalecerá las ventajas regionales de Israel asumiéndolas como propias, confrontación que se extenderá hasta diezmar el poder de Irán, el origen de esta conflagración en Oriente Medio, y evitar que Rusia, en guerra enconada con Ucrania, pueda reconfigurar su posicionamiento en Siria desde Tartús.
Internamente, el enorme reto es conducir al entorno castrense que apoyó a Bashar Al Asad hacia el nacionalismo propugnado por el HTS y su líder Ahmed Al Sharaa que, así como velozmente apropió tecnología bélica para derrocar al régimen, abandonó su nombre revolucionario para buscar conciliarse internacionalmente y adquirir legitimidad para dirigir a Siria.
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