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                                                                                                                                Luis Tejada Cano (VIII)

                                                                                                                                1924: “Se nos fue Luis”

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La muerte de Lenin fue la primera de una racha de fatalidades que terminó arrastrando consigo la vida de quien había sido proclamado Príncipe de los cronistas colombianos por la revista Caminos de Barranquilla. Semanas después, el hijo que esperaba con Julieta murió a las pocas horas de nacido. El joven que en 1920 había declarado su intención de “no tener hijos jamás”, a la vuelta de cuatro años intentó dar ese “paso inicial hacia la eternidad” y no lo consiguió.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La política siguió reclamando su concurso. En mayo, el grupo comunista que presidía participó de las sesiones del I Congreso Obrero y del IV Congreso Socialista. El programa presentado por Tejada y sus camaradas, que para ellos representaba el documento político más trascendental que se había publicado en Colombia desde la declaración de independencia, a juicio del biógrafo Gilberto Loaiza constituye “una conmovedora demostración de pobreza doctrinaria”, prueba de que “para 1924 no se llegaba en este país más allá de una irreflexiva aplicación de Trotsky, Lenin y Bujarin a la realidad local”. No obstante, a juicio del historiador Medófilo Medina, la aparición de este grupo marcó la transición hacia un tipo nuevo de partido en el que tendrían cabida algunos principios marxistas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Tejada no fue un acérrimo defensor del cuidado de la salud. Desde 1920, en su “Elogio de la inactividad”, al “placer perfectamente animal de sentirse fuerte” le opuso el “espiritual y exquisito de sentirse decadente”. En agosto del año siguiente, en Pereira, tras reponerse de una larga postración, ensalzó “la exquisita voluptuosidad de ser débil” y escribió un párrafo premonitorio sobre “la voluptuosidad penetrante del agotamiento y de la decadencia que deben experimentar los tísicos en los últimos periodos de su enfermedad”.

                                                                                                                                Con suma reticencia, amigos y familiares entrevistados por Gilberto Loaiza reconocieron que Tejada consumía morfina, esa quintaesencia del opio, considerada entonces como el vicio de los intelectuales. Él no escribió abiertamente sobre esto, pero hizo alusiones a la “sobreexcitación febril”, la embriaguez “delicada y fantástica” y “la inconsciencia inefable de los opios, de las morfinas, de las drogas perversas y espirituales”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A fines de agosto, Tejada viajó con Julieta a Girardot por recomendación del médico Luis Zea, esperando que el clima del puerto ribereño le sentaría bien. Desafortunadamente, su condición empeoró. Fiel al credo vitalista que lo llevó a devorar la existencia sin reparar en límites, se salió con la suya y cumplió el propósito de “suicidarse dulce y suavemente” entre el delirio de la fiebre y el sopor de los analgésicos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                María Cano, una de las tías que lo hospedó durante su estadía en Medellín, y quien siguiendo sus pasos iniciaría un fulgurante liderazgo obrero al año siguiente, le expresó así su solidaridad a Julieta, la apesadumbrada viuda: “Hermanita, estas palabras que el alma traza con sangre y con lágrimas son toda nuestra ternura que va hacia tu dolor supremo. Se nos fue Luis. Se fue con todo nuestro amor, con nuestra alegría, con la luz de nuestra vida”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tiñendo de humor la tristeza, el poeta Ciro Mendía escribió una sentida “Carta sin respuesta a Luis Tejada” donde le decía: “Luis Tejada, Luis, ¿qué es eso? ¿Tú que no tienes un peso, tan largo viaje emprendiste? (…) Tú no has muerto Luis Tejada. Yo a ti no te creo nada. ¿Muerto tú? ¿Muerta tu roja vida apenas empezada? Esta es una paradoja de las tuyas, Luis Tejada”.

                                                                                                                                Tejada habría celebrado esta jovial elegía. Aborrecía la visión angustiosa de la muerte heredada del medioevo; a cambio, propuso intimar con la tumba, “tan fraternal y tan unida a nosotros, tan cálida y tan inmóvil como un buen lecho”. De haber podido estar presente entre sus camaradas reunidos para evocarlo, de seguro hubiera sido el primero en alzar la copa y decir: “¡Bebamos, porque es verdad que la alegría de la muerte debe afrontarse en la florida adolescencia!”.

                                                                                                                                1924: “Se nos fue Luis”

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La muerte de Lenin fue la primera de una racha de fatalidades que terminó arrastrando consigo la vida de quien había sido proclamado Príncipe de los cronistas colombianos por la revista Caminos de Barranquilla. Semanas después, el hijo que esperaba con Julieta murió a las pocas horas de nacido. El joven que en 1920 había declarado su intención de “no tener hijos jamás”, a la vuelta de cuatro años intentó dar ese “paso inicial hacia la eternidad” y no lo consiguió.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La política siguió reclamando su concurso. En mayo, el grupo comunista que presidía participó de las sesiones del I Congreso Obrero y del IV Congreso Socialista. El programa presentado por Tejada y sus camaradas, que para ellos representaba el documento político más trascendental que se había publicado en Colombia desde la declaración de independencia, a juicio del biógrafo Gilberto Loaiza constituye “una conmovedora demostración de pobreza doctrinaria”, prueba de que “para 1924 no se llegaba en este país más allá de una irreflexiva aplicación de Trotsky, Lenin y Bujarin a la realidad local”. No obstante, a juicio del historiador Medófilo Medina, la aparición de este grupo marcó la transición hacia un tipo nuevo de partido en el que tendrían cabida algunos principios marxistas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Tejada no fue un acérrimo defensor del cuidado de la salud. Desde 1920, en su “Elogio de la inactividad”, al “placer perfectamente animal de sentirse fuerte” le opuso el “espiritual y exquisito de sentirse decadente”. En agosto del año siguiente, en Pereira, tras reponerse de una larga postración, ensalzó “la exquisita voluptuosidad de ser débil” y escribió un párrafo premonitorio sobre “la voluptuosidad penetrante del agotamiento y de la decadencia que deben experimentar los tísicos en los últimos periodos de su enfermedad”.

                                                                                                                                Con suma reticencia, amigos y familiares entrevistados por Gilberto Loaiza reconocieron que Tejada consumía morfina, esa quintaesencia del opio, considerada entonces como el vicio de los intelectuales. Él no escribió abiertamente sobre esto, pero hizo alusiones a la “sobreexcitación febril”, la embriaguez “delicada y fantástica” y “la inconsciencia inefable de los opios, de las morfinas, de las drogas perversas y espirituales”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras su muerte, que tuvo lugar la tarde del 17 de septiembre en su habitación del hotel Suiza, se multiplicaron las manifestaciones de pesar. El Congreso de la República interrumpió su sesión ordinaria para lamentar su partida. La Asociación de Linotipistas de Bogotá, el Directorio Central Obrero, la Junta Nacional del Partido Socialista, la Institución Flor del Trabajo y el Sindicato de los Voceadores de la Prensa enviaron pésames por la desaparición del “altivo escritor, agilísimo cronista y valeroso defensor de las ideas reivindicadoras del obrerismo”. Germán Arciniegas escribió: “Era comunista. El único comunista que hayamos conocido. Si el comunismo no hubiera existido antes, Luis Tejada lo habría inventado”.

                                                                                                                                María Cano, una de las tías que lo hospedó durante su estadía en Medellín, y quien siguiendo sus pasos iniciaría un fulgurante liderazgo obrero al año siguiente, le expresó así su solidaridad a Julieta, la apesadumbrada viuda: “Hermanita, estas palabras que el alma traza con sangre y con lágrimas son toda nuestra ternura que va hacia tu dolor supremo. Se nos fue Luis. Se fue con todo nuestro amor, con nuestra alegría, con la luz de nuestra vida”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tiñendo de humor la tristeza, el poeta Ciro Mendía escribió una sentida “Carta sin respuesta a Luis Tejada” donde le decía: “Luis Tejada, Luis, ¿qué es eso? ¿Tú que no tienes un peso, tan largo viaje emprendiste? (…) Tú no has muerto Luis Tejada. Yo a ti no te creo nada. ¿Muerto tú? ¿Muerta tu roja vida apenas empezada? Esta es una paradoja de las tuyas, Luis Tejada”.

                                                                                                                                Tejada habría celebrado esta jovial elegía. Aborrecía la visión angustiosa de la muerte heredada del medioevo; a cambio, propuso intimar con la tumba, “tan fraternal y tan unida a nosotros, tan cálida y tan inmóvil como un buen lecho”. De haber podido estar presente entre sus camaradas reunidos para evocarlo, de seguro hubiera sido el primero en alzar la copa y decir: “¡Bebamos, porque es verdad que la alegría de la muerte debe afrontarse en la florida adolescencia!”.

                                                                                                                                Por John Galán Casanova

                                                                                                                                Poeta y ensayista bogotano. Premio nacional de poesía joven Colcultura, 1993. Premio internacional de poesía "Villa de Cox", 2009.

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