Aída Merlano, el fiscal Martínez y la masacre de Tamalameque
Esta columna le hace seguimiento a una investigación que adelanté para Elunicornio.co, titulada “Aída Merlano y una masacre de la que nadie habla”.
Centré la atención sobre algo que la exsenadora declaró ante un tribunal venezolano de justicia, a partir del minuto 24’35”, relacionado con un secuestro del que habría sido víctima luego de su fuga: “Quisiera también contar que (…) después de todas las cosas que pasaron, hubo una masacre en Cesar. Me parece grave, me parece un poco sospechoso que mataron a tres personas en un municipio de Cesar. Y no sé si quizás fue en el mismo lugar en el que me secuestraron, y no sé si de pronto son las mismas personas que me tenían secuestrada y a las que me les fugué, en retaliación o quizás para evitar que confesaran quiénes los habían contratado para lo que querían hacer contra mí”.
Considerando que Aída llevaba unos dos meses escondida en Maracaibo, me puse a la tarea de investigar si por los días y por la región en la que ella relató haber estado retenida “cerca de Valledupar” se había presentado alguna masacre. Y efectivamente, encontré que en zona rural de Tamalameque, a unos 200 km de Valledupar, fueron asesinadas tres personas con tiros de gracia el 18 de diciembre de 2019.
Como primer hecho llamativo, pese a que por esos días de fin de año se venía presentando una racha de asesinatos de líderes sociales y de otra índole, con amplia repercusión mediática, la masacre de Tamalameque no fue noticia en ningún medio nacional, tan solo en dos medios locales. O sea, ese crimen recibió un tratamiento informativo de “bajo perfil”.
Los dos medios locales que reportaron el suceso fueron Elpaisvallenato.com y Pepeojeda.com, y el elemento en común de las dos noticias es que desconocían algo que hoy se sigue desconociendo: los móviles del crimen y sus autores materiales. La única hipótesis que se ventiló en la región fue que se podía tratar de ladrones de motos, debido a que al lado de los cuerpos se encontraba una motocicleta incinerada, pero igual pudo ser para borrar huellas de los victimarios.
No existe certeza en que se trate de los tres “raptores” de Merlano, pero difícilmente puede considerarse mera casualidad o triquiñuela del azar que en su huida hacia Venezuela ella haya sabido que “mataron a tres personas en un municipio de Cesar”, y en coincidencia de lugar y tiempo haya ocurrido esa masacre.
¿Que Duque quería asesinarla? Suena delirante, soy de los que creen que ahí Merlano dice lo que Maduro quiere escuchar, para que le concedan el asilo. Pero pone sobre la mesa un asunto que no deja de sorprender: tras su fuga el 1° de octubre se ofreció una recompensa de $10 millones por información tendiente a su recaptura, y esta suma se incrementó sorpresivamente a 200 millones dos semanas después, por los días que ella habría logrado liberarse no sabemos si del cautiverio, pero sí de la vigilancia a la que era sometida, para pasar luego a Venezuela.
Aída también señaló al exfiscal Néstor Humberto Martínez de haber urdido el plan para incriminarla, y este le respondió con un decálogo de puntos al que esta columna no puede sustraerse, si de llegar a la verdad se trata.
Dice Merlano que el allanamiento a su sede fue “viciado” por la Fiscalía y la Policía, que “sembraron pruebas” para involucrarla, y Martínez responde: “MENTIRA: El general Mariano Botero, de la Policía Metropolitana de Barranquilla, informó que el 11 de marzo de 2018 había actuado la Sijín en caso de flagrancia”. Aquí miente, pues en este video de Noticias Uno se ve a dos policías haciendo eso, “sembrando” pruebas durante la diligencia. Martínez alega a su favor que “ninguna fiscal participó en la diligencia que adelantó la Policía el 11 de marzo de 2018”, pero esto no es óbice para que no se hubieran sembrado pruebas.
En lo que sí tiene razón el exfiscal de marras es en que Merlano miente cuando afirma que la condenaron a 15 años “por delitos que no cometí”. Son numerosas las pruebas -de video y documentales- que demuestran que formaba parte de la red de compra de votos que motivó su condena, la cual tiene a su vez a Arturo Char respondiendo a la justicia, pero deja aún con total impunidad (¿o inmunidad?) a quien fuera su más seguro protector y amante, Julio Gerlein, a su vez cercano a los afectos políticos del exfiscal Martínez.
Volviendo a la masacre de Tamalameque, el artículo de Elunicornio.co decía que “es de suponer que durante la necropsia se tomaron fotos del rostro de las tres víctimas, y este punto es crucial para determinar la veracidad de lo dicho por la supuesta víctima del secuestro. Si hubiera cooperación judicial entre las autoridades de Colombia y Venezuela, Aída Merlano podría colaborar en el esclarecimiento de los hechos”.
Es evidente que de parte del Gobierno colombiano y de la misma Fiscalía (hoy en manos de un gran amigo del subpresidente Duque), no parece haber el más mínimo interés en repatriarla. Podría tener razón Duque cuando afirma que “esa señora tiene una deuda con la justicia colombiana, es corrupta, bandida y está prófuga de la justicia”, pero cuando uno se entera de que la solicitud de repatriación se la hicieron al "presidente legítimo" Juan Guaidó, comprende que son aspavientos de opereta para impedir su regreso.
Digamos a modo de resumen que no es cierto absolutamente todo lo que dijo Aída Merlano, pero sí es cierto que atesora grandes verdades, y por eso a cualquier periodista se le acrecienta el apetito de solo pensar en la “chiva” de la primera entrevista con un medio colombiano, que algún día tendrá que conceder. Buscando precisamente no ser “chiviado” por la competencia, quizá no sobre contar se adelantan los trámites del caso ante la Cancillería de Venezuela, con un doble propósito: entrevista con Nicolás Maduro para El Espectador… y entrevista con Aída Merlano para El Unicornio.
Publíquese y —en la medida de lo posible— cúmplase.
En Twitter: Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/
Esta columna le hace seguimiento a una investigación que adelanté para Elunicornio.co, titulada “Aída Merlano y una masacre de la que nadie habla”.
Centré la atención sobre algo que la exsenadora declaró ante un tribunal venezolano de justicia, a partir del minuto 24’35”, relacionado con un secuestro del que habría sido víctima luego de su fuga: “Quisiera también contar que (…) después de todas las cosas que pasaron, hubo una masacre en Cesar. Me parece grave, me parece un poco sospechoso que mataron a tres personas en un municipio de Cesar. Y no sé si quizás fue en el mismo lugar en el que me secuestraron, y no sé si de pronto son las mismas personas que me tenían secuestrada y a las que me les fugué, en retaliación o quizás para evitar que confesaran quiénes los habían contratado para lo que querían hacer contra mí”.
Considerando que Aída llevaba unos dos meses escondida en Maracaibo, me puse a la tarea de investigar si por los días y por la región en la que ella relató haber estado retenida “cerca de Valledupar” se había presentado alguna masacre. Y efectivamente, encontré que en zona rural de Tamalameque, a unos 200 km de Valledupar, fueron asesinadas tres personas con tiros de gracia el 18 de diciembre de 2019.
Como primer hecho llamativo, pese a que por esos días de fin de año se venía presentando una racha de asesinatos de líderes sociales y de otra índole, con amplia repercusión mediática, la masacre de Tamalameque no fue noticia en ningún medio nacional, tan solo en dos medios locales. O sea, ese crimen recibió un tratamiento informativo de “bajo perfil”.
Los dos medios locales que reportaron el suceso fueron Elpaisvallenato.com y Pepeojeda.com, y el elemento en común de las dos noticias es que desconocían algo que hoy se sigue desconociendo: los móviles del crimen y sus autores materiales. La única hipótesis que se ventiló en la región fue que se podía tratar de ladrones de motos, debido a que al lado de los cuerpos se encontraba una motocicleta incinerada, pero igual pudo ser para borrar huellas de los victimarios.
No existe certeza en que se trate de los tres “raptores” de Merlano, pero difícilmente puede considerarse mera casualidad o triquiñuela del azar que en su huida hacia Venezuela ella haya sabido que “mataron a tres personas en un municipio de Cesar”, y en coincidencia de lugar y tiempo haya ocurrido esa masacre.
¿Que Duque quería asesinarla? Suena delirante, soy de los que creen que ahí Merlano dice lo que Maduro quiere escuchar, para que le concedan el asilo. Pero pone sobre la mesa un asunto que no deja de sorprender: tras su fuga el 1° de octubre se ofreció una recompensa de $10 millones por información tendiente a su recaptura, y esta suma se incrementó sorpresivamente a 200 millones dos semanas después, por los días que ella habría logrado liberarse no sabemos si del cautiverio, pero sí de la vigilancia a la que era sometida, para pasar luego a Venezuela.
Aída también señaló al exfiscal Néstor Humberto Martínez de haber urdido el plan para incriminarla, y este le respondió con un decálogo de puntos al que esta columna no puede sustraerse, si de llegar a la verdad se trata.
Dice Merlano que el allanamiento a su sede fue “viciado” por la Fiscalía y la Policía, que “sembraron pruebas” para involucrarla, y Martínez responde: “MENTIRA: El general Mariano Botero, de la Policía Metropolitana de Barranquilla, informó que el 11 de marzo de 2018 había actuado la Sijín en caso de flagrancia”. Aquí miente, pues en este video de Noticias Uno se ve a dos policías haciendo eso, “sembrando” pruebas durante la diligencia. Martínez alega a su favor que “ninguna fiscal participó en la diligencia que adelantó la Policía el 11 de marzo de 2018”, pero esto no es óbice para que no se hubieran sembrado pruebas.
En lo que sí tiene razón el exfiscal de marras es en que Merlano miente cuando afirma que la condenaron a 15 años “por delitos que no cometí”. Son numerosas las pruebas -de video y documentales- que demuestran que formaba parte de la red de compra de votos que motivó su condena, la cual tiene a su vez a Arturo Char respondiendo a la justicia, pero deja aún con total impunidad (¿o inmunidad?) a quien fuera su más seguro protector y amante, Julio Gerlein, a su vez cercano a los afectos políticos del exfiscal Martínez.
Volviendo a la masacre de Tamalameque, el artículo de Elunicornio.co decía que “es de suponer que durante la necropsia se tomaron fotos del rostro de las tres víctimas, y este punto es crucial para determinar la veracidad de lo dicho por la supuesta víctima del secuestro. Si hubiera cooperación judicial entre las autoridades de Colombia y Venezuela, Aída Merlano podría colaborar en el esclarecimiento de los hechos”.
Es evidente que de parte del Gobierno colombiano y de la misma Fiscalía (hoy en manos de un gran amigo del subpresidente Duque), no parece haber el más mínimo interés en repatriarla. Podría tener razón Duque cuando afirma que “esa señora tiene una deuda con la justicia colombiana, es corrupta, bandida y está prófuga de la justicia”, pero cuando uno se entera de que la solicitud de repatriación se la hicieron al "presidente legítimo" Juan Guaidó, comprende que son aspavientos de opereta para impedir su regreso.
Digamos a modo de resumen que no es cierto absolutamente todo lo que dijo Aída Merlano, pero sí es cierto que atesora grandes verdades, y por eso a cualquier periodista se le acrecienta el apetito de solo pensar en la “chiva” de la primera entrevista con un medio colombiano, que algún día tendrá que conceder. Buscando precisamente no ser “chiviado” por la competencia, quizá no sobre contar se adelantan los trámites del caso ante la Cancillería de Venezuela, con un doble propósito: entrevista con Nicolás Maduro para El Espectador… y entrevista con Aída Merlano para El Unicornio.
Publíquese y —en la medida de lo posible— cúmplase.
En Twitter: Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/