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Pese a que el presidente Iván Duque ha sido definido en esta tribuna de opinión como un títere o monigote de Uribe, es de caballeros reconocer que no lleva ni un mes en el cargo y comienza a mostrar signos de relativa independencia, que sorprenden gratamente.
Primero fue cuando se desmarcó de su “jefe” (la expresión es de Alicia Arango) apoyando la consulta anticorrupción, al punto de invitar a votarla como “un deber ciudadano”, y luego cuando le solicitó a Naciones Unidas que ampliara por un año más la misión de verificación de los acuerdos con las Farc, en aparente señal de que eso de hacer trizas la paz era caballito de batalla del ala más radical del uribismo.
Ahora bien, la verdadera sorpresa habría de darse en Santander durante su visita del pasado fin de semana, con dos declaraciones suyas, una de ellas en desarrollo del taller Construyendo País, en Socorro.
Allí se refirió a las “frases desafortunadas” que ha pronunciado el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, respecto a su anuncio de gravar con IVA todos los productos de la canasta familiar, y en tal sentido brindó claridad en que “la última palabra la tiene el presidente”. Esto significaría que ahí también se está desmarcando de Uribe, pues es obvio que Carrasquilla es más ministro de su “jefe” que de Duque. Sea como fuere, otra desafortunada frase de Carrasquilla fue cuando dijo que las impopulares medidas que ha propuesto “son mías, no del gobierno”, y más de un espectador confundido se preguntaba si el ministerio que él preside pertenece o no al “gobierno” de Iván Duque…
Pero lo que más avivó el optimismo de los santandereanos fue esta declaración que hizo ante un nutrido grupo de empresarios: “No sé cómo han mantenido cierto grado de tranquilidad después de que un gobierno vino y les dijo ‘tranquilos, que vamos a modernizar la refinería de Barrancabermeja’; hicieron llegar todo tipo de inversiones en infraestructura y hotelería y después nada. Yo sería un irresponsable si les digo que el proyecto se puede hacer de un solo golpe, pero lo que sí les puedo asegurar es que esa modernización la vamos a empezar a concebir por fases con Ecopetrol. No le vamos a quedar mal a Barrancabermeja”.
Esto significa que Duque llegó bien dateado, pues el gobierno al que se refirió fue el de Juan Manuel Santos, quien durante la campaña para hacerse reelegir (2014) visitó Barrancabermeja y en el emblemático hotel Pipatón –hoy cerrado por la crisis económica– dijo que tenía más reversa el río Magdalena que la modernización de la refinería, y al final dejó a la capital del petróleo colgada de la brocha, y todavía hay barranqueños que se asoman esperanzados al muelle a ver si un día de estos se les hace el milagrito y el caudal empieza a tirar río arriba.
Sumado a la inestabilidad política, el tramacazo que hoy sufre Barrancabermeja es comparable al que viviría una madre gestante que en el octavo mes pierde a su criatura, porque el Proyecto de Modernización de la Refinería (PMRB) abortó justo cuando el puerto petrolero se había preparado para recibirlo. En 2008 el entonces presidente de Ecopetrol, Javier Genaro Gutiérrez, dijo que la ampliación de la refinería iba a requerir de por lo menos 3.000 camas para los nuevos trabajadores. Y fue así como de los 25 hoteles que había, la cifra se quintuplicó a 125, y en consonancia con los ‘pajaritos de oro’ que pintó el gobierno comenzaron a aparecer nuevos restaurantes, centros comerciales, tiendas de ropa y lugares de entretenimiento, para estrellarse luego de bruces con que el desempleo pasó del promedio nacional del 10% al 23%, con la consecuente tensión económica y social que esto genera en una región tan ‘caliente’, justo a las puertas del posconflicto.
Es por eso que las palabras de Duque han comenzado a sonar con un timbre esperanzador para el departamento, y cabe ahí también el anuncio de reforma integral al Programa de Alimentación Escolar (PAE) que expuso la ministra de Educación, María Victoria Angulo, en Bucaramanga. (Ver noticia).
No todo en el gobierno Duque es digno de elogio, por supuesto, y siguen pesando cosas tan negativas como la carga de impuestos y recortes que se viene para las clases media y baja, o el equivocado nombramiento de Alejandro Ordóñez en la OEA (“mosco en leche” según Humberto de la Calle), o el anuncio de un decreto que autoriza a la policía para confiscar cualquier dosis de droga en las calles, algo claramente inconstitucional y violatorio del derecho al libre desarrollo de la personalidad, en un escenario de guerra contra un nuevo ‘enemigo interno’ que solo traerá abusos e injusticias a todo nivel.
Pero sea la ocasión para destacar aquellas cosas que al menos para Santander pintan bien, no va y sea que vayan a pensar que los santandereanos vivimos a toda hora ‘arrechos’ con el poder central y no sabemos reconocer ni tantico de los esfuerzos que pareciera estar haciendo el presidente Iván Duque por nuestro departamento.
En todo caso, le vamos a dar un compás de espera.
DE REMATE: Al cierre de esta columna se supo que el presidente Duque nombró al abogado Pablo Elías González como director de la Unidad Nacional de Protección (UNP) en remplazo de la incendiaria uribista Claudia Ortiz, cuyo nombramiento le estalló en las manos cuando se conocieron trinos de ella cargados de odio contra los que debía proteger. Acertada decisión, González Monguí es un eminente jurista de talante liberal.
Y un chisme de última hora, aún sin confirmar: dicen que a Duque lo tienen de gira permanente para que no se meta en los asuntos del “gobierno”.
En Twitter: @Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.