El alcalde de Bucaramanga y sus 20.000 casas de papel
Digamos de entrada que es políticamente correcta la simpatía que Tobón siente por Hernández, y esta se expresó en el programa Nos cogió la noche de Cosmovisión, cuando el presentador le preguntó por la “mutua admiración” que parece haber entre politólogo y alcalde, y este aclaró que semanas atrás fue invitado a una actividad “político-cultural” en Pereira, donde intervinieron ambos, y allí encontró coincidencias: “Veo que es una persona con una lucha muy frontal contra la politiquería. De lo que conozco de sus ejecutorias en Bucaramanga, me parece que ha cumplido. Lo que él pueda hacer más adelante, no lo sé con certeza”. (Ver programa).
Todo indica que ahora sí tiene certeza, porque al final del conversatorio de Floridablanca el mismo Tobón anunció entre líneas, sin mencionar su nombre, el lanzamiento de Rodolfo Hernández a la Presidencia. Y le recomendó al abigarrado auditorio —también entre líneas— votar por él. No sabemos cuánto durará lo que se percibe como una alianza estratégica entre ambos, pero en consideración a que quizá Tobón es un equivocado de buena fe sobre el verdadero talante de Hernández, se hace conveniente poner las cuentas claras y el chocolate espeso, sobre todo en busca de vislumbrar qué tan cierto es eso de que Rodolfo Hernández “ha cumplido”.
Puesto que Tobón es un luchador contra las malas costumbres, expondremos aquí tan solo un caso de politiquería y uno de corrupción, para no alargar la pita. En lo referente a politiquería, la verdad monda y lironda es que el alcalde de Bucaramanga fue elegido con trampa, mediante una maniobra que el Código Penal define como fraude al elector. No llegó catapultado por el voto de opinión, como se tiende a creer, sino por una “Carta de compromiso de inscripción para plan de vivienda” que se inventó durante la campaña, mediante la cual “Yo, Rodolfo Hernández Suárez, de resultar elegido alcalde de Bucaramanga, adquiero ante usted, Madre o Padre cabeza de familia, el siguiente compromiso: garantizar su participación en el programa 20.000 hogares felices de su grupo familiar. Garantizar a uno de los integrantes de su familia, con edad entre los 15-24 años, el acceso a un empleo de cuatro horas, remunerado con ½ salario mínimo”. (Ver Carta de compromiso).
Seis meses después de haberse posesionado, el periodista Juan Carlos Gutiérrez, de Vanguardia, le preguntó si esa promesa había sido “para ganar votos”, y esto confesó: “Ah, todo es para ganar votos. Lógico, para qué voy a decir que era para perder votos…”. (Ver entrevista, minuto 46’50”). Si hubiera hecho esa promesa y ya llegado al poder hubiera construido la ciudadela “Hogares felices”, como dijo que se llamaría, vaya y venga. Sería de felicitar. Pero lo cierto es que no cumplió con las casas, ni siquiera con lotes subsidiados, y menos con los empleos de medio tiempo, de lo que ya nadie se acuerda. Y con esa estratagema obtuvo por los menos 39.000 de los 77.238 votos que le dieron el triunfo, pues 39.000 fueron las solicitudes de “vivienda” que recibieron, según reconoció el jefe de Gobernanza, Manolo Azuero. Hablando en plata blanca, esto quiere decir que sin esa falsa promesa Rodolfo Hernández no habría conquistado la Alcaldía, porque el segundo en votación, el liberal Carlos Ibáñez, obtuvo 72.768 votos. Conclusión, el hombre acudió a una trampa “politiquera” para hacerse elegir.
Y ahora hablemos de corrupción, en concreto de un contrato de corretaje —denunciado por la página Corrillos.com— con una filial de Vitalogic que involucró a uno de los hijos de Rodolfo Hernández (Luis Carlos) y a su esposa, Socorro Oliveros, donde se acordaba que recibirían millonarias comisiones por la tecnificación de las basuras, de la que el alcalde anunciaba reiteradamente que “va porque va”, a tal punto que los pliegos fueron redactados en la propia casa del burgomaestre. Lo que no esperaban el alcalde ni Vitalogic era que el secretario jurídico de la Empresa de Aseo (EMAB), César Fontecha, descalificara la oferta, debido a que no se presentó una póliza exigida en el pliego de condiciones, y pese a que Rodolfo Hernández le ordenó airado —en su habitual estilo “uribista”— que en lugar de póliza les recibiera una fianza. Según Fontecha, por no haberle dado viabilidad jurídica a Vitalogic, el alcalde, salido de casillas, dijo “que yo era un hp malparido, que me va a joder, que él ya sabe que yo recibí plata”. (Ver noticia).
Es bien llamativo que solo después de tres años y medio de reventado el escándalo haya salido ¡por fin! su hijo Luis Carlos a dar la cara, mediante entrevista con el columnista de Vanguardia Óscar Jahir Hernández, a quien le reconoció que “firmé el corretaje para ganar dos millones de dólares”, justo cuando arranca la campaña de su padre a la Presidencia, vaya coincidencia... (Ver entrevista).
Antes de confesarse Luis Carlos Hernández como un corrupto pero salvando de toda culpa a su papá, este se había refugiado en afirmar, como le dijo a Julio Sánchez Cristo, que “mi hijo no me contesta el teléfono desde que empezó esto, se escondió, no abre la puerta del apartamento”. ¿Que el alcalde Rodolfo Hernández no sabía que su hijo y su esposa andaban “autenticando” la corrupción en la Notaría 3 de Bucaramanga a sus espaldas? A otro perro con ese hueso…
Por eso, cuando alguna de esas señoras que tanto lo admiran me pregunta qué pienso del alcalde de Bucaramanga, le respondo que desapruebo que hubiera querido involucrar a su propia familia en la recepción de unas coimas por la tecnificación de las basuras, pues eso daría para pensar que él también resultó corrupto. Es entonces cuando me acuerdo de una frase que repite mucho Gilberto Tobón, según la cual “el país está diseñado para robar”.
DE REMATE: Hace unos 15 días me llamó una supuesta abogada de la campaña de Jonathan Vásquez, el candidato a la Alcaldía de Barrancabermeja que le vendió el alma al tenebroso clan Gnecco. Querían la dirección de mi casa, para enviarme un “derecho de petición”. A sabiendas del peligro implícito en dar información que pueda caer en manos indebidas, le dije a la abogada que podía enviarme el documento a El Espectador. Esta es la hora en que allá no han recibido nada para mí. Conclusión, lo que querían era saber dónde vivo...
En Twitter: @Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.
Digamos de entrada que es políticamente correcta la simpatía que Tobón siente por Hernández, y esta se expresó en el programa Nos cogió la noche de Cosmovisión, cuando el presentador le preguntó por la “mutua admiración” que parece haber entre politólogo y alcalde, y este aclaró que semanas atrás fue invitado a una actividad “político-cultural” en Pereira, donde intervinieron ambos, y allí encontró coincidencias: “Veo que es una persona con una lucha muy frontal contra la politiquería. De lo que conozco de sus ejecutorias en Bucaramanga, me parece que ha cumplido. Lo que él pueda hacer más adelante, no lo sé con certeza”. (Ver programa).
Todo indica que ahora sí tiene certeza, porque al final del conversatorio de Floridablanca el mismo Tobón anunció entre líneas, sin mencionar su nombre, el lanzamiento de Rodolfo Hernández a la Presidencia. Y le recomendó al abigarrado auditorio —también entre líneas— votar por él. No sabemos cuánto durará lo que se percibe como una alianza estratégica entre ambos, pero en consideración a que quizá Tobón es un equivocado de buena fe sobre el verdadero talante de Hernández, se hace conveniente poner las cuentas claras y el chocolate espeso, sobre todo en busca de vislumbrar qué tan cierto es eso de que Rodolfo Hernández “ha cumplido”.
Puesto que Tobón es un luchador contra las malas costumbres, expondremos aquí tan solo un caso de politiquería y uno de corrupción, para no alargar la pita. En lo referente a politiquería, la verdad monda y lironda es que el alcalde de Bucaramanga fue elegido con trampa, mediante una maniobra que el Código Penal define como fraude al elector. No llegó catapultado por el voto de opinión, como se tiende a creer, sino por una “Carta de compromiso de inscripción para plan de vivienda” que se inventó durante la campaña, mediante la cual “Yo, Rodolfo Hernández Suárez, de resultar elegido alcalde de Bucaramanga, adquiero ante usted, Madre o Padre cabeza de familia, el siguiente compromiso: garantizar su participación en el programa 20.000 hogares felices de su grupo familiar. Garantizar a uno de los integrantes de su familia, con edad entre los 15-24 años, el acceso a un empleo de cuatro horas, remunerado con ½ salario mínimo”. (Ver Carta de compromiso).
Seis meses después de haberse posesionado, el periodista Juan Carlos Gutiérrez, de Vanguardia, le preguntó si esa promesa había sido “para ganar votos”, y esto confesó: “Ah, todo es para ganar votos. Lógico, para qué voy a decir que era para perder votos…”. (Ver entrevista, minuto 46’50”). Si hubiera hecho esa promesa y ya llegado al poder hubiera construido la ciudadela “Hogares felices”, como dijo que se llamaría, vaya y venga. Sería de felicitar. Pero lo cierto es que no cumplió con las casas, ni siquiera con lotes subsidiados, y menos con los empleos de medio tiempo, de lo que ya nadie se acuerda. Y con esa estratagema obtuvo por los menos 39.000 de los 77.238 votos que le dieron el triunfo, pues 39.000 fueron las solicitudes de “vivienda” que recibieron, según reconoció el jefe de Gobernanza, Manolo Azuero. Hablando en plata blanca, esto quiere decir que sin esa falsa promesa Rodolfo Hernández no habría conquistado la Alcaldía, porque el segundo en votación, el liberal Carlos Ibáñez, obtuvo 72.768 votos. Conclusión, el hombre acudió a una trampa “politiquera” para hacerse elegir.
Y ahora hablemos de corrupción, en concreto de un contrato de corretaje —denunciado por la página Corrillos.com— con una filial de Vitalogic que involucró a uno de los hijos de Rodolfo Hernández (Luis Carlos) y a su esposa, Socorro Oliveros, donde se acordaba que recibirían millonarias comisiones por la tecnificación de las basuras, de la que el alcalde anunciaba reiteradamente que “va porque va”, a tal punto que los pliegos fueron redactados en la propia casa del burgomaestre. Lo que no esperaban el alcalde ni Vitalogic era que el secretario jurídico de la Empresa de Aseo (EMAB), César Fontecha, descalificara la oferta, debido a que no se presentó una póliza exigida en el pliego de condiciones, y pese a que Rodolfo Hernández le ordenó airado —en su habitual estilo “uribista”— que en lugar de póliza les recibiera una fianza. Según Fontecha, por no haberle dado viabilidad jurídica a Vitalogic, el alcalde, salido de casillas, dijo “que yo era un hp malparido, que me va a joder, que él ya sabe que yo recibí plata”. (Ver noticia).
Es bien llamativo que solo después de tres años y medio de reventado el escándalo haya salido ¡por fin! su hijo Luis Carlos a dar la cara, mediante entrevista con el columnista de Vanguardia Óscar Jahir Hernández, a quien le reconoció que “firmé el corretaje para ganar dos millones de dólares”, justo cuando arranca la campaña de su padre a la Presidencia, vaya coincidencia... (Ver entrevista).
Antes de confesarse Luis Carlos Hernández como un corrupto pero salvando de toda culpa a su papá, este se había refugiado en afirmar, como le dijo a Julio Sánchez Cristo, que “mi hijo no me contesta el teléfono desde que empezó esto, se escondió, no abre la puerta del apartamento”. ¿Que el alcalde Rodolfo Hernández no sabía que su hijo y su esposa andaban “autenticando” la corrupción en la Notaría 3 de Bucaramanga a sus espaldas? A otro perro con ese hueso…
Por eso, cuando alguna de esas señoras que tanto lo admiran me pregunta qué pienso del alcalde de Bucaramanga, le respondo que desapruebo que hubiera querido involucrar a su propia familia en la recepción de unas coimas por la tecnificación de las basuras, pues eso daría para pensar que él también resultó corrupto. Es entonces cuando me acuerdo de una frase que repite mucho Gilberto Tobón, según la cual “el país está diseñado para robar”.
DE REMATE: Hace unos 15 días me llamó una supuesta abogada de la campaña de Jonathan Vásquez, el candidato a la Alcaldía de Barrancabermeja que le vendió el alma al tenebroso clan Gnecco. Querían la dirección de mi casa, para enviarme un “derecho de petición”. A sabiendas del peligro implícito en dar información que pueda caer en manos indebidas, le dije a la abogada que podía enviarme el documento a El Espectador. Esta es la hora en que allá no han recibido nada para mí. Conclusión, lo que querían era saber dónde vivo...
En Twitter: @Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.