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La primera vez que los medios de comunicación supieron que una hija de Rodolfo Hernández había sido secuestrada, fue por los días en que decidió lanzarse a la alcaldía de Bucaramanga. Ahora, cuando decide subir la apuesta y aspira a la Presidencia de la República, el tema de nuevo salta a la palestra.
No recuerdo cuándo fue la primera vez que en los últimos días lo mencionó, pero casi siempre él mismo lo ha traído a colación, y en todas saca a flote la palabra “duelo”, como si fuera parte del libreto aportado por los publicistas argentinos que desde años atrás impulsan con reconocido éxito la “marca” Rodolfo Hernández.
En reciente entrevista con Los Danieles lo compararon con Donald Trump, y Rodolfo dijo que no le molestaba. Daniel Coronell le preguntó entonces quién sería su Melania, pero al parecer la confundió con Ivanka, la hija, y salió con esto: “La hija que tenía (…) me la mató el Eln. La secuestraron en el 2004. Habían secuestrado a mi papá, lo tuvieron 136 días preso en el cerro de La Aurora. Me tocó pagar. Después me secuestraron la hija, pero ya el Eln. Fui donde el presidente Santos. Él hizo todo lo posible para ver si salvaba eso. Al fin estamos haciendo el duelo. Hasta ahoritica. Porque esperábamos recuperarla. Estamos todos, la familia haciendo el duelo”.
La psicología clínica define el duelo como “la pérdida de un ser querido con sus consecuencias psico-afectivas, sus manifestaciones exteriores y el proceso evolutivo posterior a la pérdida”. Esto significa que elaborar un duelo es un proceso de carácter pasajero, que después de superado permite seguir viviendo sin el dolor de esa pérdida.
Pero salir a estas alturas, 17 años después, a declarar que todavía está “haciendo el duelo” y decirlo de manera frecuente, sin que se lo hayan preguntado, es porque recurre a lo subliminal para revolcar sentimientos atávicos de la población y sacarle provecho electoral a un secuestro de vieja data.
El 4 de junio de 2004 la noticia del rapto de Juliana Hernández se regó como pólvora por todo Piedecuesta, y lo primero que se rumoró fue que podía tratarse de un autosecuestro, en consideración a ciertas amistades que se le conocían, en particular un novio con fama de “marihuanero”. Juliana tenía 23 años, estudiaba Derecho en la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga y se la llevaron de una finca cercana, a donde fue invitada por una compañera de estudios, originaria de Ocaña, tierra donde merodeaba el Eln. Por eso en un principio se le atribuyó el secuestro a ese grupo, aunque el mismo Rodolfo siempre sostuvo, al menos hasta 2016, que había sido obra de las Farc.
Hay varias entrevistas donde así se expresa, entre esas una con Diana Calderón de Hora 20 (abril 15 de 2016) donde dice que “mi hija está secuestrada hace siete años, me pidieron dos millones de dólares. Y no los he entregado, teniéndolos”. Cuando Diana le pregunta quién la secuestró, afirma que “las Farc, y a mi papá también las Farc. Y me tocó negociar, pero esta vez sí no. Porque si yo negociaba después iban a secuestrar a mi mamá, mis hermanos, mis cuñadas, el perro, el gato y la cocinera”. Calderón le pregunta cuándo supo por última vez de su hija y responde que “hace como tres años (…) llegaron a chantajearme los señores de las Farc, a que les diera dos millones de dólares”.
La periodista inquiere entonces si después de tres años cree que le mataron a su hija, y le recuerda que si las Farc están sentadas en La Habana por qué no les pregunta, y él sale con que “yo me cansé de ir a los organismos de seguridad del Estado y la verdad, no logré nada”. Pero no responde por qué no les preguntó a las Farc, si los señalaba de ser las autoras del secuestro, incluso de su eventual desaparición. (Ver entrevista).
Pero apenas al día siguiente -abril 16 de 2016- nos enteramos por boca de su hijo mayor, Mauricio, también mediante entrevista en Hora 20, que el exalcalde había mentido el día anterior (difícil de creer que fue un lapsus) cuando afirmó que el secuestro había ocurrido siete años atrás. Mauricio aclaró que fue en 2004, no en 2009, y la única explicación para que Rodolfo hubiera errado la fecha con cinco años de diferencia era porque quería hacer más razonable su dolor, establecer una cercanía temporal que justificara lo de “hacer el duelo”. (Ver entrevista).
Para brindar mayor claridad respecto a lazos parentales, hagamos esta precisión: creyendo que no podían tener descendencia, el matrimonio conformado por Rodolfo y Socorro Oliveros decidió adoptar a dos niños, ya mayorcitos, quienes recibieron por nombres Mauricio y Juliana Hernández Oliveros. Solo después, cuando Socorro quedó embarazada, llegaron los dos hijos biológicos, Rodolfo José y Luis Carlos.
Este último (Luis Carlos) y su progenitora son los involucrados en el escándalo de Vitalogic, cuando pretendieron embolsillarse una coima de 100 millones de dólares y suscribieron en la Notaría Novena de Bucaramanga un contrato de corretaje, según denuncia periodística de Corrillos.com.co que tiene a Rodolfo respondiendo ante la Fiscalía. Pero no es el tema que nos ocupa.
Lo que hoy nos ocupa es preguntarnos por qué el ingeniero, quien ahora dice que a su hija se la mató el Eln -ya no las Farc-, no les exige a los supuestos captores o victimarios que al menos le indiquen dónde pudo haber sido enterrada, para darle cristiana sepultura.
En entrevista con Vanessa De La Torre de Caracol Radio, hace apenas dos meses, Rodolfo reiteró que después de 17 años le correspondía “hacer el duelo”. Contó además que “dos millones de dólares me pedían estos bandidos”, y que no pagó porque “eso era fomentar el secuestro. Yo sé que si pagaba, después cogen al otro hijo y luego otro, hasta que me arruinan. Y no se cura el secuestro. Entonces decidimos correr todos los riesgos y no pagar”. (Ver entrevista)
¿Acaso sería que no pagó el rescate (“teniéndolo”) porque no se trataba de una hija biológica sino adoptada y de temperamento rebelde? Esto es hilar delgado, lo reconozco, pero les aseguro una cosa: si por equis o ye motivo -Dios no lo quiera- llegara a ocurrir que me secuestran a una hija, a ojo cerrado tengo perfectamente claro que estaría dispuesto a arruinarme y comenzar de nuevo en ceros con tal de salvarle la vida.
Post Scriptum: Mientras los demás candidatos andan haciendo sus propuestas de cambio, a Rodolfo le afinan el libreto. Ahora su tema reiterativo es el de “acabar la robadera”. Un mensaje simple, de fácil comprensión para las masas, que invita a la acción. Ahora bien, no le vayan a preguntar sobre Vitalogic porque, sin importar la intención de dolo, “eso no existió”. Fue lo que Rodolfo les dijo a Los Danieles: que como no llegó la plata, ese intento de robadera “nunca existió”.