Puede resultar aburrida al lector una columna que gira en torno a un litigio personal, pero se justifica si conduce a una necesaria reflexión sobre la ética periodística.
Hace cerca de año y medio con unos colegas creamos ElUnicornio.co, un medio de denuncia y resistencia frente a este régimen neofascista, cuyas prácticas se ajustan tanto al logo como al eslogan aportados por Matador: La realidad supera la fantasía.
En busca de columnistas de “sangre fresca”, o sea poco conocidos pero que dijeran cosas contundentes, pensé en la reconocida tuitera María Antonia Pardo y en Felipe Priast, este último con gran fanaticada en Facebook. Les propuse y ambos aceptaron. Ella, de pluma certera; él, irreverente hasta el improperio, aunque con brochazos de lucidez.
Lo que no sabía era que Nany tiempo atrás había tenido un problema serio con Priast, cuando quisieron crear una página web y ella salió espantada por el trato que recibió. De modo que si él estaba ahí, dijo, ella no podía acompañarnos. Yo la entendí y le dije que buscaría una solución, consciente de que quizás había cometido un error al incorporarlo: de las pocas columnas que Priast escribió para El Unicornio, en más de una ocasión debí solicitar su autorización para retirar insultos o frases con contenido sexual o escatológico, algo que di en llamar eyaculaciones verbales (así se lo dije), como una columna que tituló “La masturbación de las Fuerzas Militares”.
Pero no podía decirle hasta aquí llegamos, porque habría armado un escándalo vociferando a grito herido que lo habíamos censurado. Hasta que un día en su muro de Facebook comenté que algo que escribió sobre Claudia López me parecía misógino y homofóbico, y se ofendió hasta el epidídimo y presentó vociferante renuncia pública a su rol de columnista. En mi silencio mudo le agradecí al Altísimo tan bienhechora circunstancia.
Luego, ocurrió que el lunes 29 de marzo circuló por WhatsApp un texto suyo titulado “Sergio Fajardo: un espantajopo interestelar”, donde en líneas generales hacía una reflexión que yo también me venía haciendo: ¿qué le ven los fajardistas a Fajardo? Y la coincidencia me alegró.
Ahora bien, el texto lucía impublicable, pues no bajaba a Fajardo de “cretino” y a sus seguidores de “idiotas”, incluso traía esta perla: “Fajardo es el candidato de la gente estúpida de Colombia”. Pero al margen de su necesidad sicológica de ofender, decía cosas razonables como esta: “¿Serenidad, doctor Fajardo? ¿Serenidad en un país donde matan líderes sociales cada tres días? ¿Serenidad cuando la justicia no funciona? ¿Serenidad donde la Fiscalía es una policía política que persigue a opositores del régimen?”. Y citaba acertadamente a Léon Gambetta: “L’indignation exclut le calme!”.
Así que decidí hacer un ejercicio periodístico, equivocadamente convencido de que el autor habría de agradecerlo, consistente ya no en editar sino hacer una poda a fondo, en busca de aliviar los tres problemas básicos que tienen las columnas de Felipe Priast:
1. Ecolalia: repetición incansable de una misma idea con diferentes palabras. Sus columnas son larguísimas, aunque en medio de tanta maleza aflora alguna idea genial.
2. Egolatría: yo, yo, yo, yo… No hay párrafo donde no se mencione, en sus columnas habla más de él mismo que sobre los temas o personajes que le ocupan.
3. Escatología: marcada preferencia por las eyaculaciones, la caca (en realidad la m…), la vulgaridad, los insultos reiterados, todo lo que signifique ofender a diestra y siniestra.
Y la publiqué el martes 30 de marzo en ElUnicornio.co, ya descontaminada, con el título más ajustado a lo que Priast dice ahí: “¿Qué le ven los fajardistas a Fajardo?”.
Pues, ¿quién dijo miedo? Ese mismo día publicó en su muro de FB una “advertencia” que me llenó de pánico: “Exijo que este señor abusivo y saqueador de ideas ajenas para su provecho retire la nota de inmediato, con una disculpa pública por violar derechos de autor. Si para mañana (30/03/2021) a las 12:00 PM la nota no ha sido bajada del portal El Unicornio, procederé con acciones legales”.
¿Cuál violación de derechos de autor y cuáles “ideas ajenas” si aparecían solo cosas escritas por él, con su nombre y la foto del autor, y el consejo editorial de El Unicornio —compuesto por tres personas— solo quiso hacerle un reconocimiento a la validez de sus planteamientos, habiendo retirado de antemano la parafernalia de “eyaculaciones” que impedían que su texto lograra el objetivo de poner a pensar al lector (sobre todo al lector fajardista) antes que el de espantarlo?
En todo caso, más llamativo resultó el mensaje directo (DM) que envió a mi cuenta de Twitter, a saber: “Pedazo de hijo de puta! O quitas esa columna mía de ayer sobre Fajardo de El Unicornio antes de las 12:00 PM de mañana martes 30/03/2021, o busco un abogado y te demando por robo y violar derechos de autor. Estas advertido, gordo hijo de puta ladrón!” (sic). (Ver amenaza).
En un principio estuve tentado a retirar la publicación para librarme de tan fatigoso sujeto, pero luego percibí que podía convertir la ocasión en un ejercicio periodístico (incluso terapéutico para Priast) consistente en que el lector con su ojo de buen cubero observe las dos versiones y juzgue si le cambié el sentido de sus frases, o si pudo haber algún aprovechamiento de El Unicornio, o si al haberle retirado todo el afrecho y dejado limpia la levadura se le hizo o no un favor periodístico al energúmeno vociferador de columnas.
Aquí está la columna original de Felipe Priast y aquí la versión de El Unicornio.
Post Scriptum. Al cierre de esto me informan que Priast se ha venido con una nueva tanda de insultos, acompañados de su habitual visión ególatra-conspiranoica: “Tan pronto mi columna comenzó a hacerse viral, a JGP tuvieron que decirle: ‘Jorge, haga algo con esa columna de Priast que nos está haciendo daño’”. Ahora resulta, pues, que soy un fajardista solapado… Y enseguida espeta una mentira del tamaño de una catedral: “En un mail personal (…) el tipo me admitió que era que me había ‘metido’ con Fajardo y que él no iba a permitir eso”. Lo que no me pareció (tengo el DM, verificable) fue que recayera en su misoginia y se metiera con María Ángela Holguín, a quien pintó como una “rica divorciada madura dispuesta a comprar objetos inútiles”. Ahí me dieron ganas de decirle “métase con alguien de su tamaño, la a de Fajardo no tiene velas en este entierro”.
* Espantajopo: Dícese del individuo que le gusta aparentar ante sus amigos y hace lo imposible por figurar a como dé lugar. DRAE.
Puede resultar aburrida al lector una columna que gira en torno a un litigio personal, pero se justifica si conduce a una necesaria reflexión sobre la ética periodística.
Hace cerca de año y medio con unos colegas creamos ElUnicornio.co, un medio de denuncia y resistencia frente a este régimen neofascista, cuyas prácticas se ajustan tanto al logo como al eslogan aportados por Matador: La realidad supera la fantasía.
En busca de columnistas de “sangre fresca”, o sea poco conocidos pero que dijeran cosas contundentes, pensé en la reconocida tuitera María Antonia Pardo y en Felipe Priast, este último con gran fanaticada en Facebook. Les propuse y ambos aceptaron. Ella, de pluma certera; él, irreverente hasta el improperio, aunque con brochazos de lucidez.
Lo que no sabía era que Nany tiempo atrás había tenido un problema serio con Priast, cuando quisieron crear una página web y ella salió espantada por el trato que recibió. De modo que si él estaba ahí, dijo, ella no podía acompañarnos. Yo la entendí y le dije que buscaría una solución, consciente de que quizás había cometido un error al incorporarlo: de las pocas columnas que Priast escribió para El Unicornio, en más de una ocasión debí solicitar su autorización para retirar insultos o frases con contenido sexual o escatológico, algo que di en llamar eyaculaciones verbales (así se lo dije), como una columna que tituló “La masturbación de las Fuerzas Militares”.
Pero no podía decirle hasta aquí llegamos, porque habría armado un escándalo vociferando a grito herido que lo habíamos censurado. Hasta que un día en su muro de Facebook comenté que algo que escribió sobre Claudia López me parecía misógino y homofóbico, y se ofendió hasta el epidídimo y presentó vociferante renuncia pública a su rol de columnista. En mi silencio mudo le agradecí al Altísimo tan bienhechora circunstancia.
Luego, ocurrió que el lunes 29 de marzo circuló por WhatsApp un texto suyo titulado “Sergio Fajardo: un espantajopo interestelar”, donde en líneas generales hacía una reflexión que yo también me venía haciendo: ¿qué le ven los fajardistas a Fajardo? Y la coincidencia me alegró.
Ahora bien, el texto lucía impublicable, pues no bajaba a Fajardo de “cretino” y a sus seguidores de “idiotas”, incluso traía esta perla: “Fajardo es el candidato de la gente estúpida de Colombia”. Pero al margen de su necesidad sicológica de ofender, decía cosas razonables como esta: “¿Serenidad, doctor Fajardo? ¿Serenidad en un país donde matan líderes sociales cada tres días? ¿Serenidad cuando la justicia no funciona? ¿Serenidad donde la Fiscalía es una policía política que persigue a opositores del régimen?”. Y citaba acertadamente a Léon Gambetta: “L’indignation exclut le calme!”.
Así que decidí hacer un ejercicio periodístico, equivocadamente convencido de que el autor habría de agradecerlo, consistente ya no en editar sino hacer una poda a fondo, en busca de aliviar los tres problemas básicos que tienen las columnas de Felipe Priast:
1. Ecolalia: repetición incansable de una misma idea con diferentes palabras. Sus columnas son larguísimas, aunque en medio de tanta maleza aflora alguna idea genial.
2. Egolatría: yo, yo, yo, yo… No hay párrafo donde no se mencione, en sus columnas habla más de él mismo que sobre los temas o personajes que le ocupan.
3. Escatología: marcada preferencia por las eyaculaciones, la caca (en realidad la m…), la vulgaridad, los insultos reiterados, todo lo que signifique ofender a diestra y siniestra.
Y la publiqué el martes 30 de marzo en ElUnicornio.co, ya descontaminada, con el título más ajustado a lo que Priast dice ahí: “¿Qué le ven los fajardistas a Fajardo?”.
Pues, ¿quién dijo miedo? Ese mismo día publicó en su muro de FB una “advertencia” que me llenó de pánico: “Exijo que este señor abusivo y saqueador de ideas ajenas para su provecho retire la nota de inmediato, con una disculpa pública por violar derechos de autor. Si para mañana (30/03/2021) a las 12:00 PM la nota no ha sido bajada del portal El Unicornio, procederé con acciones legales”.
¿Cuál violación de derechos de autor y cuáles “ideas ajenas” si aparecían solo cosas escritas por él, con su nombre y la foto del autor, y el consejo editorial de El Unicornio —compuesto por tres personas— solo quiso hacerle un reconocimiento a la validez de sus planteamientos, habiendo retirado de antemano la parafernalia de “eyaculaciones” que impedían que su texto lograra el objetivo de poner a pensar al lector (sobre todo al lector fajardista) antes que el de espantarlo?
En todo caso, más llamativo resultó el mensaje directo (DM) que envió a mi cuenta de Twitter, a saber: “Pedazo de hijo de puta! O quitas esa columna mía de ayer sobre Fajardo de El Unicornio antes de las 12:00 PM de mañana martes 30/03/2021, o busco un abogado y te demando por robo y violar derechos de autor. Estas advertido, gordo hijo de puta ladrón!” (sic). (Ver amenaza).
En un principio estuve tentado a retirar la publicación para librarme de tan fatigoso sujeto, pero luego percibí que podía convertir la ocasión en un ejercicio periodístico (incluso terapéutico para Priast) consistente en que el lector con su ojo de buen cubero observe las dos versiones y juzgue si le cambié el sentido de sus frases, o si pudo haber algún aprovechamiento de El Unicornio, o si al haberle retirado todo el afrecho y dejado limpia la levadura se le hizo o no un favor periodístico al energúmeno vociferador de columnas.
Aquí está la columna original de Felipe Priast y aquí la versión de El Unicornio.
Post Scriptum. Al cierre de esto me informan que Priast se ha venido con una nueva tanda de insultos, acompañados de su habitual visión ególatra-conspiranoica: “Tan pronto mi columna comenzó a hacerse viral, a JGP tuvieron que decirle: ‘Jorge, haga algo con esa columna de Priast que nos está haciendo daño’”. Ahora resulta, pues, que soy un fajardista solapado… Y enseguida espeta una mentira del tamaño de una catedral: “En un mail personal (…) el tipo me admitió que era que me había ‘metido’ con Fajardo y que él no iba a permitir eso”. Lo que no me pareció (tengo el DM, verificable) fue que recayera en su misoginia y se metiera con María Ángela Holguín, a quien pintó como una “rica divorciada madura dispuesta a comprar objetos inútiles”. Ahí me dieron ganas de decirle “métase con alguien de su tamaño, la a de Fajardo no tiene velas en este entierro”.
* Espantajopo: Dícese del individuo que le gusta aparentar ante sus amigos y hace lo imposible por figurar a como dé lugar. DRAE.