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                                                                                                                                La 'cagada' de Uribe en Atenas

                                                                                                                                En España hay una expresión de uso muy común: “Me cago en la hostia”. La usan con tanta frecuencia que en días recientes la escuché cuando visitaba en compañía de mi novia a un amigo español, justo cuando abría la nevera de su casa y comprobó que no quedaba nada para acompañar las aceitunas: “Se acabó la birra; ¡me cago en la hostia!”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Fue precisamente esa expresión, “la puta madre que lo parió”, lo primero que vino a mi cabeza cuando supe que el miércoles 7 de junio, durante un foro internacional en Atenas conocido como la Cumbre Concordia —una organización que reúne a líderes del mundo y no tiene tinte político—, el senador Álvaro Uribe Vélez sometió a Colombia (su país, o sea que es como hablar mal de la mamá) al escarnio público con una intervención en la que afirmó cosas tan delirantes como que “la minería ilegal y el narcotráfico son los únicos sectores de la economía del país que están creciendo”, o que “las Farc gozan de total impunidad” y “son el mayor cartel del mundo”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

                                                                                                                                Ese desajuste psicológico le hace vivir en un delirio mediante el cual asume como verdad lo que hubiera podido ser cierto antes de la firma del acuerdo de paz, cuando el poder de las armas les daba a las Farc relativa impunidad para cometer sus crímenes y traficar con cocaína, sí, pero no al punto que se les pudiera considerar el cartel más grande del mundo. Sea como fuere, el punto central es que las Farc ya no son un grupo subversivo, pero Uribe y su bancada de lacayos sigue sembrando desesperación entre los colombianos haciendo creer que poseen la misma capacidad desestabilizadora de antes. Necesitan mantener al fantasma vivo, y ante esto no nos debemos llamar a engaños: son ellos los que están dedicados a desestabilizar el país, para impedir que un día reine la paz. Siembran el caos, para luego aparecer como los salvadores de la confusión que han creado.

                                                                                                                                En su defensa Uribe afirmó para La W Radio que “la oposición debe aprovechar los escenarios internacionales para enfrentar la inmensa maquinaria de desinformación del Gobierno en el exterior". Volviendo al plano psicológico, a esto se le conoce como mecanismo reflejo, consistente en ver en otros lo que al paciente le ocurre: basta acudir a la historia reciente para constatar por ejemplo que el triunfo del NO en el plebiscito del 2 de octubre se dio gracias a “la inmensa maquinaria de desinformación” que diseñó el uribismo, lo cual fue reconocido —o mejor, confesado— por el propio gerente de la campaña, Juan Carlos Vélez, en declaraciones donde además se hizo evidente que el propósito de fondo fue “dañarle la fiestecita a Santos”. Maquinaria que por cierto están calcando con pelos y señales hacia la campaña del 2018, como mostré en mi columna anterior.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Digámoslo sin ambages, lo que hizo Uribe ante ese foro internacional fue ‘cagarse’ en la imagen de Colombia, y es cuando uno se pregunta si será que el escritor Fernando Vallejo tenía razón cuando dijo que “la maldad de un ser humano debería medirse en Uribes”. Y es entonces también cuando, llevados por la indignación ante semejante afrenta al país que nos vio nacer, dan ganas de gritar con sonoro acento patriótico: ¡me cago en la cara de Uribe!

                                                                                                                                DE REMATE: Es irresponsable la actitud de Uribe con la imagen de Colombia ante los inversionistas internacionales, sí, pero es igual de irresponsable —o más— la complacencia de los medios con cada nueva ‘cagada’ suya, cuando la difunden y la celebran como si se tratara de la pilatuna de un niño travieso.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En Twitter: @Jorgomezpinilla

                                                                                                                                http://jorgegomezpinilla.blogspot.com.co/

                                                                                                                                En España hay una expresión de uso muy común: “Me cago en la hostia”. La usan con tanta frecuencia que en días recientes la escuché cuando visitaba en compañía de mi novia a un amigo español, justo cuando abría la nevera de su casa y comprobó que no quedaba nada para acompañar las aceitunas: “Se acabó la birra; ¡me cago en la hostia!”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Fue precisamente esa expresión, “la puta madre que lo parió”, lo primero que vino a mi cabeza cuando supe que el miércoles 7 de junio, durante un foro internacional en Atenas conocido como la Cumbre Concordia —una organización que reúne a líderes del mundo y no tiene tinte político—, el senador Álvaro Uribe Vélez sometió a Colombia (su país, o sea que es como hablar mal de la mamá) al escarnio público con una intervención en la que afirmó cosas tan delirantes como que “la minería ilegal y el narcotráfico son los únicos sectores de la economía del país que están creciendo”, o que “las Farc gozan de total impunidad” y “son el mayor cartel del mundo”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En su defensa Uribe afirmó para La W Radio que “la oposición debe aprovechar los escenarios internacionales para enfrentar la inmensa maquinaria de desinformación del Gobierno en el exterior". Volviendo al plano psicológico, a esto se le conoce como mecanismo reflejo, consistente en ver en otros lo que al paciente le ocurre: basta acudir a la historia reciente para constatar por ejemplo que el triunfo del NO en el plebiscito del 2 de octubre se dio gracias a “la inmensa maquinaria de desinformación” que diseñó el uribismo, lo cual fue reconocido —o mejor, confesado— por el propio gerente de la campaña, Juan Carlos Vélez, en declaraciones donde además se hizo evidente que el propósito de fondo fue “dañarle la fiestecita a Santos”. Maquinaria que por cierto están calcando con pelos y señales hacia la campaña del 2018, como mostré en mi columna anterior.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Digámoslo sin ambages, lo que hizo Uribe ante ese foro internacional fue ‘cagarse’ en la imagen de Colombia, y es cuando uno se pregunta si será que el escritor Fernando Vallejo tenía razón cuando dijo que “la maldad de un ser humano debería medirse en Uribes”. Y es entonces también cuando, llevados por la indignación ante semejante afrenta al país que nos vio nacer, dan ganas de gritar con sonoro acento patriótico: ¡me cago en la cara de Uribe!

                                                                                                                                DE REMATE: Es irresponsable la actitud de Uribe con la imagen de Colombia ante los inversionistas internacionales, sí, pero es igual de irresponsable —o más— la complacencia de los medios con cada nueva ‘cagada’ suya, cuando la difunden y la celebran como si se tratara de la pilatuna de un niño travieso.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En Twitter: @Jorgomezpinilla

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