“La moza de Duque” y la bodega de Uribe

Jorge Gómez Pinilla
03 de diciembre de 2019 - 03:00 p. m.
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Dice Lorenzo Madrigal —el seudónimo como columnista de Osuna— en su última columna para El Espectador que “tendríamos que ser muy ingenuos para pensar que lo que está ocurriendo en Colombia es algo de generación espontánea”, y agrega enseguida que es “la izquierda organizada políticamente y con enclaves sólidos en algunos países caribeños (la que) desencadena una revuelta para destronar gobiernos de derecha”.

O sea, acoge la tesis del ultraderechista Fernando Londoño cuando, también en días recientes, dijo esto: “El problema está en que hay una revolución comunista ad portas, movida por Cuba, por Maduro y por Petro, y por las Farc”.

No creo padecer de demencia senil si manifiesto coincidencia con Osuna en que esto no es algo espontáneo sino “perfectamente organizado”, citando el título de su columna. Inclusive no es una idea original, ya la había expuesto el alcalde Enrique Peñalosa cuando dijo que “hay una campaña orquestada para crear terror en residentes de apartamentos en relación con el ingreso de vándalos a robar”.

La diferencia con Osuna, Londoño y Peñalosa es que mientras ellos creen que tales fuerzas perversas provienen de la izquierda internacional (cuyo foco ideológico lo ubica Álvaro Uribe en el Foro de São Paulo), el suscrito considera que se trata de un plan “perfectamente organizado”, sí, pero por una mano negra de extrema derecha, cuyo propósito para el caso que nos ocupa es deslegitimar el paro nacional mediante su criminalización, sembrando entre la población el imaginario colectivo según el cual salir a protestar es ser un idiota útil de dichas fuerzas oscuras.

Se trata en mi humilde opinión de una poderosa campaña de propaganda política, cuyo origen cronológico parece ubicarse en el regreso de la embajada de Italia de Gloria Isabel Ramírez, traída a las volandas para ponerse al frente de dicha campaña.

Puedo estar equivocado, pero veo a doña Glorisa en el primer consejo de ministros a su arribo —al lado del subpresidente Duque— lanzando esta propuesta: “Echémosle la culpa de todo a Petro. Ayuda a polarizar el ambiente y sirve para que la opinión pública pierda el foco de atención, hoy centrado en las demandas del Comité Nacional de Paro”.

No tengo pruebas (y para probarlo no haría lo que hizo un micrófono oculto entre Pacho Santos y Claudia Blum), pero no puede ser simple casualidad que, coincidente con el regreso de la funcionaria “íntima de Palacio” y experta en comunicaciones, el mismísimo Duque en entrevista con el primer cuñado de la nación —Néstor Morales de Blu Radio— haya señalado a Gustavo Petro como un “pirómano” que instiga a las masas a ser violentas. Y que ese mismo día lo hayan secundado los alcaldes de Cali y Medellín (“Petro debería desmovilizarse”), y Caracol haya anunciado demanda contra Petro por algo que dicen que dijo, y Semana sacara una nota titulada “¿A qué juega Gustavo Petro?”, y otros periodistas de la misma cuerda lacaya de Morales como Hassan Nasar, Luis Carlos Vélez, Vicky Dávila o Salud Hernández (“Petro se salió con la suya”) le hayan hecho eco al mismo libreto, todos muy acompasados, en reminiscencia de aquel 1922 en que el régimen fascista de Benito Mussolini creó la Oficina de Prensa para ejercer control sobre la prensa italiana y encargaron de dicha tarea —con exitosos resultados— a la “Agencia” de Alberto Di Stefani.

Esto para brindar claridad en que estamos frente a una campaña de propaganda política de extrema derecha, de muy alto nivel, muy bien financiada y de poderosos alcances (o tentáculos), como ya se dijo arriba.

Y es cuando aterrizamos en el “escándalo” que se desató por la supuesta infidelidad de Iván Duque. Se metieron con la vida privada del subpresidente, es cierto, y es algo de mal gusto, y fue lo que hizo que hasta el mismo Gustavo Petro se haya solidarizado con la “víctima” del chisme. Pero es ese el hecho a destacar, que el hashtag #LaMozaDeDuque fue tendencia imbatible durante los días sábado 30 de noviembre y lunes 1° de diciembre, y esto en apariencia “victimizó” a Duque, pero era precisamente lo que el Gobierno necesitaba para distraer la atención sobre las justas reivindicaciones del Comité del Paro y comenzara a mirar a la contraparte con compasivos ojos.

Se dirá que es hilar delgado, pero es muy extraño que no haya sido posible hallar el trino detonante de semejante conflagración mediática. Una búsqueda cronológica ubica el 22 de noviembre, tras el nombramiento de jefe de gabinete que Duque le hizo a María Paula Correa, como el día en que @tibetano13 puso por primera vez el tema sobre el tapete, mediante un trino que mostraba a la supuesta amante en compañía de Duque y pedía “que salga la intrusaaaaa!!!”. En respuesta, @nosoyjoselito preguntaba: ¿quién es  #LaMozaDeDuque? (Ver trinos).

Pero, ¿por qué el escándalo no estalló en esos días, cinco días antes del paro nacional, sino cuatro días después de este, con Duque acorralado por la movilización popular y los cacerolazos, cuando más necesitaba de un escándalo que pusiera a la gente a pensar y mirar para otro lado? ¿Y por qué no ha sido posible identificar quién encendió la mecha…?

DE REMATE. Lo que no han contemplado el uribismo y sus aliados mediáticos cuando acusan a Petro de todos los males actuales del país es que de pronto el “monstruo” se les crezca hasta un punto en que la gente termine por preferirlo como el único remedio a la mano. (Ver informe especial de El Unicornio al respecto).

En Twitter e Instagram: @Jorgomezpinilla

http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/

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