Hubo un tiempo en que la más popular serie de dibujos animados de la televisión, Los Simpson, mostraba tímidas escenas donde alguien fumaba marihuana o accidentalmente sentía los efectos de su consumo, y de ahí no pasaba.
Pero de un tiempo para acá ya se están descarando, y constituye prueba reina el capítulo 17 de la temporada 31, titulado “Highway to Well”, cuya traducción para Hispanoamérica fue “Camino al bienestar” y en España, “Autopista al pozo”, pero en Colombia podría traducirse sin temor a equivocarnos como “Camino a la olla”. (Ver capítulo).
A calzón quitado, la libretista Carolyn Omine cuenta que un día en Springfield es aprobada la marihuana para todos los usos, incluido el culinario, y la muy correcta Marge Simpson consigue empleo como vendedora en una tienda dedicada a su comercialización, que lleva por nombre Good and Well, con un espacioso y muy variado surtido.
Hasta ahí todo a pedir de boca, pero lo llamativo es que su esposo Homero decide montarle competencia, motivado por los reclamos del conductor del bus de sus hijos, Otto (el marihuanero de la serie), quien visita a Good and Well pero al final no compra nada, atrapado por la nostalgia de los expendios de antes, cuando hasta el riesgo de ser detenido le daba mejor buqué al cruce. Así que se va a la taberna de Moe, donde están Homero y Lenny, y les comparte su frustración: “toda la vida soñé con la hierba legalizada… ¡y resulta que te arruina la vida!”.
Pero sus amigos son solidarios y deciden ayudarlo, montando detrás de la taberna algo que también está permitido: una típica “olla” gringa para la venta de drogas, con un papagayo vivo en la esquina de la habitación, una pipa de agua sobre una repisa y un joven Lenny que absorto juega Nintendo, ajeno a la clandestinidad de la operación.
No contaré todo el capítulo, solo anotaré la parte escandalosa del asunto: Marge y Homero Simpson, modelos de una familia típica norteamericana, dedicados cada uno por su lado a la venta de hierba al menudeo, en las más variadas formas. ¿Qué tal el ejemplo formador para los niños, ah?
Si llegara a ser cierto que Los Simpson han predicho muchas cosas que en el curso de la historia reciente se han cumplido, aquí estarían prediciendo o anunciando la legalización de la marihuana (y quizá de todas las drogas) para su producción, distribución y consumo. Hacia allá vamos, es evidente, así lo vislumbra el sentido común, algo que en Colombia es hoy el menos común de los sentidos.
La “afición” de Los Simpson por la marihuana es de vieja data, y de ello da cuenta un descubrimiento que hice hace muchos años, cuando comprobé (debido también a mi “afición” a la serie) que en forma soslayada el libreto le rendía homenaje a un libro que enseña a fumar marihuana.
Me refiero a A Child’s Garden of Grass, algo así como El jardín de hierba de un niño, libro de culto en Estados Unidos durante los sicodélicos años 70, del que se vendió un millón de ejemplares en su primera edición e incluso se hizo una versión sonora, en disco de acetato. El libro lo tomé un día de la biblioteca de una antropóloga que unas semanas después se suicidó. Esa noche se lo le pedí prestado y ella planteó un canje; a cambio le entregué Sin remedio de Antonio Caballero, y se entenderá por qué ninguno de los dos devolvió el respectivo libro.
De esto hace unos 30 años y lo interesante es que el libro -muy divertido, con un humor irreverente de claro sello Simpson- abogaba desde la carátula por la legalización (“A pre-legalization comedy”) y portaba un epígrafe que no dejaba dudas: “The oficial handbook of marihuana users”. (Ver libro).
Pues bien, un día noté en un capítulo de Los Simpson que Homero decide volverse inventor como Thomas Alba Edison, y el primer libro que consulta es A Child’s Garden of Edison. Y en otro capítulo Homero y Bart conforman un dúo de estafadores, y Bart se capacita en el oficio leyendo A Child´s Garden of Cons. Y en Futurama (del mismo creador, Matt Groening) aparece Philip J. Fry sosteniendo en su mano un ejemplar de A Child´s Garden of Space Legends). Y así. (Ver collage).
Es evidente entonces que Los Simpsons siempre han sido partidarios de la legalización de la hierba, a tal punto que han convertido el tratamiento del tema en una especie de apostolado, diríase incluso con el propósito de convencer a la audiencia de los beneficios del consumo. Y lo digo no en tono acusatorio, sino todo lo contrario: como una tarea que la asumen con sentido altruista.
En la misma línea, mi interés por este clásico de la psicodelia me llevó a pensar en traducir el libro para el mercado hispanoparlante, ligado al atractivo de su presencia soslayada en Los Simpson. Y con la ayuda del diccionario hice mi propia traducción al español, y me puse en la tarea de buscar a los autores, Richard Clorfene y Jack S. Margolis.
Un primer acercamiento a Google mostró que Margolis había muerto, pero unos años después fue posible ubicar a Richard Clorfene en una aldea israelí de nombre Safed, provincia de Hazafon, convertido al judaísmo y ataviado con una larga barba blanca de rabino. Iniciamos contacto vía mail, en inglés y en los mejores términos. Cuando le pregunté por la aparente conexión entre su libro y Los Simpson, así respondió: “I assume it was because the book was very daring at the time and The Simpsons writers and producers all smoked grass” (“Supongo que fue porque el libro era muy atrevido para el momento y los escritores y productores de Los Simpson fumaban hierba”). Con esto les digo todo.
Pero me estoy saliendo del tema, y la continuación de esta historia es algo extensa. Quizás siga siendo del interés de los lectores de El Espectador la semana entrante, cuando hablaré de los avatares que se presentaron en el intento que hice de traducir al español un libro tan importante para Los Simpson como A Child’s Garden of Grass.
Post Scriptum. En relación con el magnicidio del presidente de Haití a manos de un grupo de militares colombianos, recomiendo esta columna de Gerardo Ferro para El Unicornio donde afirma que “si en un país son capaces de matar al presidente, quiere decir que pueden matar a cualquiera”.
Hubo un tiempo en que la más popular serie de dibujos animados de la televisión, Los Simpson, mostraba tímidas escenas donde alguien fumaba marihuana o accidentalmente sentía los efectos de su consumo, y de ahí no pasaba.
Pero de un tiempo para acá ya se están descarando, y constituye prueba reina el capítulo 17 de la temporada 31, titulado “Highway to Well”, cuya traducción para Hispanoamérica fue “Camino al bienestar” y en España, “Autopista al pozo”, pero en Colombia podría traducirse sin temor a equivocarnos como “Camino a la olla”. (Ver capítulo).
A calzón quitado, la libretista Carolyn Omine cuenta que un día en Springfield es aprobada la marihuana para todos los usos, incluido el culinario, y la muy correcta Marge Simpson consigue empleo como vendedora en una tienda dedicada a su comercialización, que lleva por nombre Good and Well, con un espacioso y muy variado surtido.
Hasta ahí todo a pedir de boca, pero lo llamativo es que su esposo Homero decide montarle competencia, motivado por los reclamos del conductor del bus de sus hijos, Otto (el marihuanero de la serie), quien visita a Good and Well pero al final no compra nada, atrapado por la nostalgia de los expendios de antes, cuando hasta el riesgo de ser detenido le daba mejor buqué al cruce. Así que se va a la taberna de Moe, donde están Homero y Lenny, y les comparte su frustración: “toda la vida soñé con la hierba legalizada… ¡y resulta que te arruina la vida!”.
Pero sus amigos son solidarios y deciden ayudarlo, montando detrás de la taberna algo que también está permitido: una típica “olla” gringa para la venta de drogas, con un papagayo vivo en la esquina de la habitación, una pipa de agua sobre una repisa y un joven Lenny que absorto juega Nintendo, ajeno a la clandestinidad de la operación.
No contaré todo el capítulo, solo anotaré la parte escandalosa del asunto: Marge y Homero Simpson, modelos de una familia típica norteamericana, dedicados cada uno por su lado a la venta de hierba al menudeo, en las más variadas formas. ¿Qué tal el ejemplo formador para los niños, ah?
Si llegara a ser cierto que Los Simpson han predicho muchas cosas que en el curso de la historia reciente se han cumplido, aquí estarían prediciendo o anunciando la legalización de la marihuana (y quizá de todas las drogas) para su producción, distribución y consumo. Hacia allá vamos, es evidente, así lo vislumbra el sentido común, algo que en Colombia es hoy el menos común de los sentidos.
La “afición” de Los Simpson por la marihuana es de vieja data, y de ello da cuenta un descubrimiento que hice hace muchos años, cuando comprobé (debido también a mi “afición” a la serie) que en forma soslayada el libreto le rendía homenaje a un libro que enseña a fumar marihuana.
Me refiero a A Child’s Garden of Grass, algo así como El jardín de hierba de un niño, libro de culto en Estados Unidos durante los sicodélicos años 70, del que se vendió un millón de ejemplares en su primera edición e incluso se hizo una versión sonora, en disco de acetato. El libro lo tomé un día de la biblioteca de una antropóloga que unas semanas después se suicidó. Esa noche se lo le pedí prestado y ella planteó un canje; a cambio le entregué Sin remedio de Antonio Caballero, y se entenderá por qué ninguno de los dos devolvió el respectivo libro.
De esto hace unos 30 años y lo interesante es que el libro -muy divertido, con un humor irreverente de claro sello Simpson- abogaba desde la carátula por la legalización (“A pre-legalization comedy”) y portaba un epígrafe que no dejaba dudas: “The oficial handbook of marihuana users”. (Ver libro).
Pues bien, un día noté en un capítulo de Los Simpson que Homero decide volverse inventor como Thomas Alba Edison, y el primer libro que consulta es A Child’s Garden of Edison. Y en otro capítulo Homero y Bart conforman un dúo de estafadores, y Bart se capacita en el oficio leyendo A Child´s Garden of Cons. Y en Futurama (del mismo creador, Matt Groening) aparece Philip J. Fry sosteniendo en su mano un ejemplar de A Child´s Garden of Space Legends). Y así. (Ver collage).
Es evidente entonces que Los Simpsons siempre han sido partidarios de la legalización de la hierba, a tal punto que han convertido el tratamiento del tema en una especie de apostolado, diríase incluso con el propósito de convencer a la audiencia de los beneficios del consumo. Y lo digo no en tono acusatorio, sino todo lo contrario: como una tarea que la asumen con sentido altruista.
En la misma línea, mi interés por este clásico de la psicodelia me llevó a pensar en traducir el libro para el mercado hispanoparlante, ligado al atractivo de su presencia soslayada en Los Simpson. Y con la ayuda del diccionario hice mi propia traducción al español, y me puse en la tarea de buscar a los autores, Richard Clorfene y Jack S. Margolis.
Un primer acercamiento a Google mostró que Margolis había muerto, pero unos años después fue posible ubicar a Richard Clorfene en una aldea israelí de nombre Safed, provincia de Hazafon, convertido al judaísmo y ataviado con una larga barba blanca de rabino. Iniciamos contacto vía mail, en inglés y en los mejores términos. Cuando le pregunté por la aparente conexión entre su libro y Los Simpson, así respondió: “I assume it was because the book was very daring at the time and The Simpsons writers and producers all smoked grass” (“Supongo que fue porque el libro era muy atrevido para el momento y los escritores y productores de Los Simpson fumaban hierba”). Con esto les digo todo.
Pero me estoy saliendo del tema, y la continuación de esta historia es algo extensa. Quizás siga siendo del interés de los lectores de El Espectador la semana entrante, cuando hablaré de los avatares que se presentaron en el intento que hice de traducir al español un libro tan importante para Los Simpson como A Child’s Garden of Grass.
Post Scriptum. En relación con el magnicidio del presidente de Haití a manos de un grupo de militares colombianos, recomiendo esta columna de Gerardo Ferro para El Unicornio donde afirma que “si en un país son capaces de matar al presidente, quiere decir que pueden matar a cualquiera”.