El revuelo mediático que produjo la inclusión de la esposa de un parapolítico en la lista del Pacto Histórico a la Cámara de Representantes por Bolívar contribuyó a que pasara casi desapercibido un caso si se quiere de menor envergadura, pero no de menor importancia ética, en Atlántico.
Una inmensa mayoría de atlanticenses seguidores del Pacto Histórico daba por hecho que Miguel Ángel del Río, ilustre abogado del Externado y especialista en criminología, asumiría con sobrados méritos la cabeza de lista. Eso los tenía orgullosos, porque se sentían muy bien representados. Y no fue que Del Río se hubiera acercado a Colombia Humana para proponer que lo pusieran ahí, no: fue el propio diputado Nicolás Petro quien le propuso que declinara su aspiración al Senado, en la que ya estaba inscrito, para “jalonar un proyecto regional que enfrentara las mafias en cabeza de los Char”, según cuenta el mismo Del Río que le dijeron.
¿Y el combativo abogado, qué hizo? Tomó entusiasta la bandera que le propusieron y se fue a recorrer los pueblos, hablando aquí y allá con los habitantes de su propia tierra, para palpar sus necesidades. Es más, la Asamblea de Delegados del Pacto Histórico seccional Atlántico lo eligió como cabeza de lista a la Cámara con 18 votos a favor. Pero esa decisión no fue respaldada por el comité central del PH, y hace cosa de una semana le dijeron que ya no iba más, que debía apartarse del proyecto regional. Y lo dejaron sin el pan y sin el queso, o sea sin Cámara ni Senado. En el asfalto.
Al principio se opuso, con justa razón, por tratarse de un proceder atrabiliario. Ahora bien, para que se viera que no lo animaba un proyecto de vanidad personal, propuso una fórmula salomónica: que la cabeza de lista se le entregara a la mujer que mejor representara a la región. (Ver carta).
Pero eso tampoco les servía, porque -vaya paradoja- detrás del atropello sí había un proyecto personal, el que se traía entre manos María Antonia Pardo con su ex, el actor Agmeth Escaf, quien de la noche a la mañana fue catapultado por ella a la política, luego de haber sobresalido durante más de 20 años en el mundillo de la televisión.
En dicha tramoya farandulera, quizá su “actuación” más sonada fue cuando en 2014 asistió como jurado del Reinado de la Ganadería, donde conoció a la periodista Adriana Berrío y luego se supo que esta había quedado embarazada de Escaf, quien justificó su “infidelidad” alegando que todo fue “bajo los efectos del alcohol”, algo “sin importancia en mi vida amorosa”. Su entonces esposa María Antonia disculpó el “error” y dijo que el bebé sería “un Escaf más, que se suma a la familia”. Todo un novelón, cuyo desenlace se dio cuando al año siguiente ella anunció su separación. (Ver noticia).
Miguel Ángel del Río, por el contrario, comenzó a brillar con luz propia cuando asumió la defensa -sin cobrar un peso- de los policías que fueron detenidos por la Fiscalía acusados de haber cometido el “delito” de interceptar las conversaciones del narcotraficante José el ‘Ñeñe’ Hernández que dieron origen al escándalo conocido como la Ñeñepolítica.
En todo caso, no nos llamemos a engaño: el nombramiento de María Antonia -más conocida como la Nany Pardo- como directora de comunicaciones de Gustavo Petro constituyó una sorpresa, que dejó a más de uno boquiabierto, porque años atrás lo había criticado (ver trinos) y porque en la campaña electoral de 2019 apoyó a Carlos Fernando Galán a la alcaldía de Bogotá.
¿Qué significaban esos devaneos anteriores? Que no era una persona digna de fiar para un cargo tan sensible, ahí se requiere a alguien de total “fidelidad” a la Colombia Humana. Por eso, su escogencia fue objeto de dudas y críticas dentro del mismo petrismo.
Dudas y críticas cuya validez hoy se confirman, cuando queda demostrado que ella –”ni boba que fuera”, dirían algunos- utilizó el cargo para beneficio propio, nada menos que para poner a Escaf como cabeza de lista a la Cámara del departamento donde nació, nadie se lo va a negar, pero en el que aterrizó políticamente como paracaidista llegado de “cachaquilandia”.
Diríase entonces que con ese nombramiento a Nany se le apareció la virgen, lo cual remite a mi última columna, donde dije: “En consonancia con la tendencia ‘cristiana’ que ahora se respira en el petrismo, la directora de Comunicaciones publicó en uno de sus trinos una imagen de la Virgen de Guadalupe con esta leyenda: “Gracias, Morenita”. Solo le falta invitar a rezar el rosario en compañía de su ex, el actor Agmeth Escaf, hoy candidato a la Cámara por obra y gracia suya”.
Para ubicar el contexto, yo había criticado la súbita aparición del pastor evangélico Alfredo Saade en la consulta del PH, coincidiendo con Humberto de la Calle en que se trata de “un liberticida y enemigo de la diversidad”. En consideración a que Nany y yo éramos amigos en Facebook, ella respondió -sin mencionar mi nombre- desde el muro de una amiga suya: “Lo que hay en Twitter son trinos míos hablando de La Morenita. Para variar, el señor destilando su mala leche. De él ya nada me sorprende”. A lo cual, le respondí: “Te estás yendo por las ramas, querida María Antonia. El tema de fondo es Agmeth Escaf y Miguel Ángel del Río. Uno que entra y otro que sale, por obra de vuestra benéfica influencia. No desvíes la atención”.
¿Y cuál creen que fue la respuesta de Nany? Bloquearme, en Facebook y Twitter. Esto obliga a una reflexión, pues se torna lícito preguntar si ese sería el trato que les daría a los periodistas y medios críticos desde la dirección de Comunicaciones de la Presidencia ante un eventual triunfo de Petro.
Queríamos tanto a Nany… dije al titular esta columna, porque fue amiga mía durante años, al menos en Facebook. Y yo le había tomado un cariño especial, por inteligente, por sagaz y por bonita. Pero con su ‘torcida’ actuación para sacar de una lista a la Cámara al respetable Miguel Ángel del Río y meter a codazo limpio a su ex, se confirma la sentencia de Lord Acton: “Toda forma de poder corrompe, y el poder absoluto corrompe de forma absoluta”.
Por una noticia de W Radio nos enteramos de que Nany Pardo ya no es la jefa de Comunicaciones de Petro, pero este es un asunto que ya no debe preocuparle: dejó muy bien ubicado a su ex, a un tris de ganarse un sueldazo millonario. Y como reza el dicho popular, “donde come uno, comen dos”.
Post Scriptum: Dije en columna anterior que mi corazón estaba dividido entre Gustavo Petro y Alejandro Gaviria, y que anhelaba una segunda vuelta entre ambos. Pero esta posibilidad hoy se diluye ante la “insoportable levedad argumental” de Gaviria, algo que al parecer ya no tiene reversa. En tal medida, tocará jugársela toda por Petro en busca de un cambio estructural para Colombia, aunque haciendo votos para que en su equipo no se cuele gente torcida o indeseable.
El revuelo mediático que produjo la inclusión de la esposa de un parapolítico en la lista del Pacto Histórico a la Cámara de Representantes por Bolívar contribuyó a que pasara casi desapercibido un caso si se quiere de menor envergadura, pero no de menor importancia ética, en Atlántico.
Una inmensa mayoría de atlanticenses seguidores del Pacto Histórico daba por hecho que Miguel Ángel del Río, ilustre abogado del Externado y especialista en criminología, asumiría con sobrados méritos la cabeza de lista. Eso los tenía orgullosos, porque se sentían muy bien representados. Y no fue que Del Río se hubiera acercado a Colombia Humana para proponer que lo pusieran ahí, no: fue el propio diputado Nicolás Petro quien le propuso que declinara su aspiración al Senado, en la que ya estaba inscrito, para “jalonar un proyecto regional que enfrentara las mafias en cabeza de los Char”, según cuenta el mismo Del Río que le dijeron.
¿Y el combativo abogado, qué hizo? Tomó entusiasta la bandera que le propusieron y se fue a recorrer los pueblos, hablando aquí y allá con los habitantes de su propia tierra, para palpar sus necesidades. Es más, la Asamblea de Delegados del Pacto Histórico seccional Atlántico lo eligió como cabeza de lista a la Cámara con 18 votos a favor. Pero esa decisión no fue respaldada por el comité central del PH, y hace cosa de una semana le dijeron que ya no iba más, que debía apartarse del proyecto regional. Y lo dejaron sin el pan y sin el queso, o sea sin Cámara ni Senado. En el asfalto.
Al principio se opuso, con justa razón, por tratarse de un proceder atrabiliario. Ahora bien, para que se viera que no lo animaba un proyecto de vanidad personal, propuso una fórmula salomónica: que la cabeza de lista se le entregara a la mujer que mejor representara a la región. (Ver carta).
Pero eso tampoco les servía, porque -vaya paradoja- detrás del atropello sí había un proyecto personal, el que se traía entre manos María Antonia Pardo con su ex, el actor Agmeth Escaf, quien de la noche a la mañana fue catapultado por ella a la política, luego de haber sobresalido durante más de 20 años en el mundillo de la televisión.
En dicha tramoya farandulera, quizá su “actuación” más sonada fue cuando en 2014 asistió como jurado del Reinado de la Ganadería, donde conoció a la periodista Adriana Berrío y luego se supo que esta había quedado embarazada de Escaf, quien justificó su “infidelidad” alegando que todo fue “bajo los efectos del alcohol”, algo “sin importancia en mi vida amorosa”. Su entonces esposa María Antonia disculpó el “error” y dijo que el bebé sería “un Escaf más, que se suma a la familia”. Todo un novelón, cuyo desenlace se dio cuando al año siguiente ella anunció su separación. (Ver noticia).
Miguel Ángel del Río, por el contrario, comenzó a brillar con luz propia cuando asumió la defensa -sin cobrar un peso- de los policías que fueron detenidos por la Fiscalía acusados de haber cometido el “delito” de interceptar las conversaciones del narcotraficante José el ‘Ñeñe’ Hernández que dieron origen al escándalo conocido como la Ñeñepolítica.
En todo caso, no nos llamemos a engaño: el nombramiento de María Antonia -más conocida como la Nany Pardo- como directora de comunicaciones de Gustavo Petro constituyó una sorpresa, que dejó a más de uno boquiabierto, porque años atrás lo había criticado (ver trinos) y porque en la campaña electoral de 2019 apoyó a Carlos Fernando Galán a la alcaldía de Bogotá.
¿Qué significaban esos devaneos anteriores? Que no era una persona digna de fiar para un cargo tan sensible, ahí se requiere a alguien de total “fidelidad” a la Colombia Humana. Por eso, su escogencia fue objeto de dudas y críticas dentro del mismo petrismo.
Dudas y críticas cuya validez hoy se confirman, cuando queda demostrado que ella –”ni boba que fuera”, dirían algunos- utilizó el cargo para beneficio propio, nada menos que para poner a Escaf como cabeza de lista a la Cámara del departamento donde nació, nadie se lo va a negar, pero en el que aterrizó políticamente como paracaidista llegado de “cachaquilandia”.
Diríase entonces que con ese nombramiento a Nany se le apareció la virgen, lo cual remite a mi última columna, donde dije: “En consonancia con la tendencia ‘cristiana’ que ahora se respira en el petrismo, la directora de Comunicaciones publicó en uno de sus trinos una imagen de la Virgen de Guadalupe con esta leyenda: “Gracias, Morenita”. Solo le falta invitar a rezar el rosario en compañía de su ex, el actor Agmeth Escaf, hoy candidato a la Cámara por obra y gracia suya”.
Para ubicar el contexto, yo había criticado la súbita aparición del pastor evangélico Alfredo Saade en la consulta del PH, coincidiendo con Humberto de la Calle en que se trata de “un liberticida y enemigo de la diversidad”. En consideración a que Nany y yo éramos amigos en Facebook, ella respondió -sin mencionar mi nombre- desde el muro de una amiga suya: “Lo que hay en Twitter son trinos míos hablando de La Morenita. Para variar, el señor destilando su mala leche. De él ya nada me sorprende”. A lo cual, le respondí: “Te estás yendo por las ramas, querida María Antonia. El tema de fondo es Agmeth Escaf y Miguel Ángel del Río. Uno que entra y otro que sale, por obra de vuestra benéfica influencia. No desvíes la atención”.
¿Y cuál creen que fue la respuesta de Nany? Bloquearme, en Facebook y Twitter. Esto obliga a una reflexión, pues se torna lícito preguntar si ese sería el trato que les daría a los periodistas y medios críticos desde la dirección de Comunicaciones de la Presidencia ante un eventual triunfo de Petro.
Queríamos tanto a Nany… dije al titular esta columna, porque fue amiga mía durante años, al menos en Facebook. Y yo le había tomado un cariño especial, por inteligente, por sagaz y por bonita. Pero con su ‘torcida’ actuación para sacar de una lista a la Cámara al respetable Miguel Ángel del Río y meter a codazo limpio a su ex, se confirma la sentencia de Lord Acton: “Toda forma de poder corrompe, y el poder absoluto corrompe de forma absoluta”.
Por una noticia de W Radio nos enteramos de que Nany Pardo ya no es la jefa de Comunicaciones de Petro, pero este es un asunto que ya no debe preocuparle: dejó muy bien ubicado a su ex, a un tris de ganarse un sueldazo millonario. Y como reza el dicho popular, “donde come uno, comen dos”.
Post Scriptum: Dije en columna anterior que mi corazón estaba dividido entre Gustavo Petro y Alejandro Gaviria, y que anhelaba una segunda vuelta entre ambos. Pero esta posibilidad hoy se diluye ante la “insoportable levedad argumental” de Gaviria, algo que al parecer ya no tiene reversa. En tal medida, tocará jugársela toda por Petro en busca de un cambio estructural para Colombia, aunque haciendo votos para que en su equipo no se cuele gente torcida o indeseable.