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Queridos tecnócratas del establecimiento

Jorge Iván Cuervo R.
27 de diciembre de 2024 - 05:00 a. m.
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El Espectador invitó a sus columnistas a escribir sobre personas que estén en una orilla ideológica distinta, con quienes hemos tenido serias controversias de ideas, como un ejercicio de tolerancia y de pluralismo necesario en tiempos de polarización.

He decidido dirigirme a eso que genéricamente he llamado, con ánimo provocador, “tecnócratas del establecimiento”, personas que han trabajado en distintos gobiernos nacionales y hoy constituyen una masa crítica muy dura e inflexible en contra del gobierno de Gustavo Petro.

La mayoría son hombres, blancos, de universidades privadas bogotanas, con un capital social que les permite pasar de gobiernos a centros de pensamiento económico, y de allí organismos internacionales, en una inagotable puerta giratoria de mérito y privilegios. Son los dueños de la agenda económica de los últimos treinta años.

Colombia ha tenido una tradición de resolver los problemas con burocracia, resultado de recomendaciones internacionales como la llamada misión Kemmerer de 1923 y 1930, pasando por la misión Currie de 1950, las de la Cepal de 1954 y 1958, la de Lebret en 1955, hasta la misión Alesina/Fedesarrollo de 2001. Esta fue la última gran misión para adaptar las instituciones colombianas a la Constitución de 1991, tarea que aún está por realizarse y que explica, en parte, las limitaciones del desarrollo del Estado social de derecho en nuestro país.

A estos tecnócratas les he reprochado su autocomplacencia en el análisis de los datos económicos y sociales de Colombia, el hecho de vivir en una burbuja, su falta de una mirada más fina, más regional y menos economicista en un país tan complejo y heterogéneo como Colombia, con importantes rezagos de desarrollo económico y social en medio de una estabilidad institucional y una presencia diferenciada del Estado (no es lo mismo el Estado en Chocó o Arauca que en Bogotá). Muchos de ellos me han reprochado, no siempre en los mejores términos, que hago parte de quienes creen que Colombia no ha avanzado en nada en los últimos años, digamos desde la Constitución de 1991 en adelante, y que hago parte del coro de fracasómanos de la que tanto habla Alejandro Gaviria, uno de los más visibles tecnócratas del establecimiento, con quien he tenido discusiones sobre la visión de país.

Les he señalado para mortificarlos, claro —como suele ser el debate en redes sociales—, que creen que Colombia antes de 2023 era una especie de Suiza en términos de desarrollo, que el estallido social fue una suerte de intervención extraterrestre salido de la nada, y que cuando pase este malhadado gobierno populista (que tampoco saben y entienden qué representa y de dónde salió), volveremos a la senda de desarrollo que ellos y los gobiernos para los que han trabajado nos han marcado a partir de las políticas neoliberales de los 80.

Políticamente dicen ubicarse en el centro porque consideran que la polarización impide lograr consensos para hacer buenas políticas públicas. Omiten, claro está, que su postura es también muy ideológica, solo que la disfrazan de técnica. Ahora andan en la idea de recuperar el país y de sacarlo de las garras del populismo.

Pues bueno, a “esa gente”, como suelen llamarnos a quienes no comulgamos con muchas de sus ideas y no hacemos parte de su círculo social, les digo que es necesario sumar visiones, que más allá de posturas ideológicas e historias de vida, la complejidad de Colombia exige diferentes miradas, que la irrupción de este Gobierno —más allá de nombres y de logros— tiene una explicación que ustedes ni siquiera se han tomado la molestia en entender, que su conocimiento y experiencia es fundamental para seguir soñando con una Colombia más próspera e inclusiva; pero también necesitan un poco de humildad y de conocimiento de la Colombia marginada, la que creyó que con este Gobierno llegaría su reivindicación. Pero ya sabemos de los obstáculos históricos —ustedes han leído a Hirschman y su idea de dependencia de la trayectoria—, de la falta de experiencia de la que llaman con displicencia la tecnocracia progresista, y cómo no, de la falta de dimensión institucional que tiene este gobierno, cuando no falta de seriedad a la hora de gobernar.

Señores, la conversación en Colombia ha cambiado: ya no estamos en 2002, donde hizo carrera la tesis del Estado fallido. Hoy, la conversación es sobre prosperidad para todos —lo dice la Constitución—, inclusión y solución a las distintas formas de vulnerabilidad social. Si bien se puede discrepar en la forma y en los instrumentos, necesitamos construir consensos mínimos para ello. Sus ideas y su formación es un insumo importante que tenemos como país. ¡Feliz año!

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hernando(26249)Hace 2 horas
Caricaturizas. Ni blancos, ni rolos, ni d U privadas, ni economistas, ni elitistas. Hay d todo, y mas con los expertos q laboran en las regiones. Pa cualquier gobierno ellos son claves: gerenciar es un servicio no reemplazable por activismo. Tener claras las opciones reales en vez d pelearse con quienes conocen los temas. Mas cerebro, menos bilis
karl(g3os1)Hace 3 horas
Exactamente . Intelectuales q a desde olvidan la Colombia profunda o simplemente no les importa o no la conocen . Políticas económicas del neoliberalismo cargada de un ideología q solo le sirve pa seguir concentrando la riqueza en el 1% de la población .
  • hernando(26249)Hace 2 horas
    Bodeguero: tu enemigo no es el q sabe, sino la ignorancia del dogma
Carlos(903mp)Hace 3 horas
... ahhh, la narrativa del "consenso", tan afín al "nea-liberalismo"...
Celyceron(11609)Hace 6 horas
Gracias por su columna, señor Cuervo. SIEMPRE, los tecnócratas, saben lo que hay que hacer cuando ha pasado su cuarto de hora.
Juancho(17942)Hace 6 horas
A los ideólogos del establecimiento no les gustará su artículo, realmente el centro político no existe, son realmente de derecha o extrema derecha. Alejandro Gaviria es de estos últimos pues fue subdirector de planeación de Uribe por 6 años, fue la voz cantante de planeación nacional en la época de la seguridad democrática, nada menos.
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