El fútbol mundial aún está superando los estragos de la pandemia y tras unos meses de pare, el balón volvió a rodar en estadios vacíos. Actualmente, con contadas excepciones, el público ha vuelto. Salvo en Colombia, donde aún se juegan partidos a puerta cerrada.
El pasado 16 de abril, Carl Worswick —a quien definiría como el corresponsal del fútbol colombiano para el Reino Unido— reportaba en Twitter sobre el Equidad vs. Jaguares. Me llamó la atención un tuit suyo en el que mostraba una foto con el estadio vacío. Lo llamativo era el texto en el que decía que se jugaba a puerta cerrada para ahorrar gastos.
Le escribí para ver si yo estaba entendiendo bien. Me confirmó. Efectivamente, un partido de primera división en el fútbol profesional colombiano se juega a puerta cerrada porque es más rentable disputarlo sin, siquiera, intentar atraer espectadores. No tengo ni idea si es el primer caso o si me escandalizo por algo que sucede cada fin de semana. En cualquier caso, quedé tristemente sorprendido.
La pandemia demostró que el fútbol puede sobrevivir sin público. Pero también acabó con el mito de que en las grandes ligas los equipos poderosos ya no necesitan el ingreso por taquilla. Hace un par de meses, Stefan Szymanski, profesor de Míchigan y coautor de Soccernomics, demostraba que incluso los más grandes de Inglaterra habían sufrido grandes pérdidas económicas. También es cierto en las otras grandes ligas, el ejemplo más claro el Fútbol Club Barcelona. No tengo información del número de telespectadores que vieron en directo el partido entre Equidad y Jaguares. Sospecho, sin embargo, que fueron muy pocos. Quizá ninguno de los lectores de esta columna. ¿Qué bien le hacen este tipo de partidos al fútbol colombiano?
El fútbol existe porque hay una afición detrás de los clubes. Alguno dirá que no es cierto, que existen muchos equipos sin afición. Ello es innegable, particularmente en el fútbol colombiano. Pero si nos vamos al extremo, uno donde ningún equipo de primera división tenga respaldo popular, no habría televisión que salvara este deporte.
En Colombia deben entender que nuestra liga compite por interés del aficionado contra el fútbol europeo y sudamericano. Cada vez más jóvenes son “hinchas” del equipo de moda europeo en lugar de uno local. Espectáculos como el de Techo permiten que en el corto plazo unos pocos se lucren con los derechos de televisión, pero están matando la gallina de los huevos de oro. El fútbol local, en el mediano y largo plazo, solo sobrevivirá si se entiende que se debe fomentar la pasión local.
El modelo de negocio no puede ser que unos existan gracias a los derechos de televisión que generan cada vez menos equipos. Los giros por derechos de TV se deberían atar al número (proporcional) de asistentes al estadio. Sería un primer paso para generar incentivos razonables que permitan competir al fútbol colombiano. Que jartera un país lleno, únicamente, de hinchas del Real Madrid, Liverpool o Juventus.
El fútbol mundial aún está superando los estragos de la pandemia y tras unos meses de pare, el balón volvió a rodar en estadios vacíos. Actualmente, con contadas excepciones, el público ha vuelto. Salvo en Colombia, donde aún se juegan partidos a puerta cerrada.
El pasado 16 de abril, Carl Worswick —a quien definiría como el corresponsal del fútbol colombiano para el Reino Unido— reportaba en Twitter sobre el Equidad vs. Jaguares. Me llamó la atención un tuit suyo en el que mostraba una foto con el estadio vacío. Lo llamativo era el texto en el que decía que se jugaba a puerta cerrada para ahorrar gastos.
Le escribí para ver si yo estaba entendiendo bien. Me confirmó. Efectivamente, un partido de primera división en el fútbol profesional colombiano se juega a puerta cerrada porque es más rentable disputarlo sin, siquiera, intentar atraer espectadores. No tengo ni idea si es el primer caso o si me escandalizo por algo que sucede cada fin de semana. En cualquier caso, quedé tristemente sorprendido.
La pandemia demostró que el fútbol puede sobrevivir sin público. Pero también acabó con el mito de que en las grandes ligas los equipos poderosos ya no necesitan el ingreso por taquilla. Hace un par de meses, Stefan Szymanski, profesor de Míchigan y coautor de Soccernomics, demostraba que incluso los más grandes de Inglaterra habían sufrido grandes pérdidas económicas. También es cierto en las otras grandes ligas, el ejemplo más claro el Fútbol Club Barcelona. No tengo información del número de telespectadores que vieron en directo el partido entre Equidad y Jaguares. Sospecho, sin embargo, que fueron muy pocos. Quizá ninguno de los lectores de esta columna. ¿Qué bien le hacen este tipo de partidos al fútbol colombiano?
El fútbol existe porque hay una afición detrás de los clubes. Alguno dirá que no es cierto, que existen muchos equipos sin afición. Ello es innegable, particularmente en el fútbol colombiano. Pero si nos vamos al extremo, uno donde ningún equipo de primera división tenga respaldo popular, no habría televisión que salvara este deporte.
En Colombia deben entender que nuestra liga compite por interés del aficionado contra el fútbol europeo y sudamericano. Cada vez más jóvenes son “hinchas” del equipo de moda europeo en lugar de uno local. Espectáculos como el de Techo permiten que en el corto plazo unos pocos se lucren con los derechos de televisión, pero están matando la gallina de los huevos de oro. El fútbol local, en el mediano y largo plazo, solo sobrevivirá si se entiende que se debe fomentar la pasión local.
El modelo de negocio no puede ser que unos existan gracias a los derechos de televisión que generan cada vez menos equipos. Los giros por derechos de TV se deberían atar al número (proporcional) de asistentes al estadio. Sería un primer paso para generar incentivos razonables que permitan competir al fútbol colombiano. Que jartera un país lleno, únicamente, de hinchas del Real Madrid, Liverpool o Juventus.