Los números de la camiseta también tienen su historia. En sus orígenes indicaban con precisión la posición del jugador. La expansión del fútbol en la primera mitad del siglo XX llevó a que la numeración evolucionara con diferentes variantes. No es casualidad que el número “5” de los argentinos sea un volante, mientras para los ingleses es un central.
Inglaterra, como en todo lo que con fútbol tiene que ver, fue pionera en la numeración de las camisetas, en la temporada 1928/29. No fue sin embargo hasta la temporada 1938/39 que los números se volvieron obligatorios en la liga inglesa. Para entonces, ya Herbert Chapman había revolucionado el sistema táctico adaptando su Arsenal FC a la nueva norma del fuera de lugar. Cuando la FA inglesa obligó a los equipos a utilizar números en la espalda, ignoró la WM desarrollada por Chapman (3-2-2-3) y procedió a numerar las posiciones de acuerdo con el tradicional 2-3-5 de la gráfica.
Ese sistema de numeración, traducido a la WM, implicaba que el 5 terminaría de defensa central. De ahí que aún hoy día en Inglaterra usen como sinónimos los términos centre-half (medio centro) y centre-back (defensa central). La adaptación requerida por la WM implicó también que los números 10 y 8 pasaron al centro del campo.
En Argentina, mientras tanto, la WM pasaba desapercibida. En la época de los oriundi en Italia, Renato Cesarini viajó y triunfó en la Juventus de Turín. Al regresar a Argentina, ya como entrenador del River Plate, introdujo la versión italiana de la WM, lo que con Vittorio Pozzo al frente de la Selección Nacional (y campeón mundial en 1934 y 1938) se denominó “el Método”. Este era en esencia un 2-3-2-3, donde el medio centro jugaba un papel central.
Bajo el mando de Cesarini, River Plate se convirtió en la “Máquina” donde (de izquierda a derecha) Loustau, Labruna, Pedernera, Moreno y Muñoz alcanzaron estatus de mitos a pesar de haber jugado únicamente 18 partidos juntos en cinco años. Los cinco cumplieron papeles específicos. Loustau, en particular, conocido como “el ventilador” porque por izquierda daba aire al equipo subiendo y bajando la banda, cumplió un rol determinante en la numeración. La labor de Loustau permitió que el medio derecho, Yácono bajase a marcar la punta derecha. Los tres de atrás, por tanto, eran el número 4 marcando por derecha, el 2 en la mitad y a la izquierda el número 3.
Cuando en 1958 se impuso el 4-2-4, como en el resto del mundo, el 6 bajó al puesto de central. Así, una típica línea defensiva en Inglaterra estaba compuesta, de derecha a izquierda, por los números 2-5-6-3, mientras que en Argentina las mismas posiciones serían 4-2-6-3. El número 5 quedó en la mitad. naciendo para la eternidad el “volante 5” que denominan los argentinos.
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Los números de la camiseta también tienen su historia. En sus orígenes indicaban con precisión la posición del jugador. La expansión del fútbol en la primera mitad del siglo XX llevó a que la numeración evolucionara con diferentes variantes. No es casualidad que el número “5” de los argentinos sea un volante, mientras para los ingleses es un central.
Inglaterra, como en todo lo que con fútbol tiene que ver, fue pionera en la numeración de las camisetas, en la temporada 1928/29. No fue sin embargo hasta la temporada 1938/39 que los números se volvieron obligatorios en la liga inglesa. Para entonces, ya Herbert Chapman había revolucionado el sistema táctico adaptando su Arsenal FC a la nueva norma del fuera de lugar. Cuando la FA inglesa obligó a los equipos a utilizar números en la espalda, ignoró la WM desarrollada por Chapman (3-2-2-3) y procedió a numerar las posiciones de acuerdo con el tradicional 2-3-5 de la gráfica.
Ese sistema de numeración, traducido a la WM, implicaba que el 5 terminaría de defensa central. De ahí que aún hoy día en Inglaterra usen como sinónimos los términos centre-half (medio centro) y centre-back (defensa central). La adaptación requerida por la WM implicó también que los números 10 y 8 pasaron al centro del campo.
En Argentina, mientras tanto, la WM pasaba desapercibida. En la época de los oriundi en Italia, Renato Cesarini viajó y triunfó en la Juventus de Turín. Al regresar a Argentina, ya como entrenador del River Plate, introdujo la versión italiana de la WM, lo que con Vittorio Pozzo al frente de la Selección Nacional (y campeón mundial en 1934 y 1938) se denominó “el Método”. Este era en esencia un 2-3-2-3, donde el medio centro jugaba un papel central.
Bajo el mando de Cesarini, River Plate se convirtió en la “Máquina” donde (de izquierda a derecha) Loustau, Labruna, Pedernera, Moreno y Muñoz alcanzaron estatus de mitos a pesar de haber jugado únicamente 18 partidos juntos en cinco años. Los cinco cumplieron papeles específicos. Loustau, en particular, conocido como “el ventilador” porque por izquierda daba aire al equipo subiendo y bajando la banda, cumplió un rol determinante en la numeración. La labor de Loustau permitió que el medio derecho, Yácono bajase a marcar la punta derecha. Los tres de atrás, por tanto, eran el número 4 marcando por derecha, el 2 en la mitad y a la izquierda el número 3.
Cuando en 1958 se impuso el 4-2-4, como en el resto del mundo, el 6 bajó al puesto de central. Así, una típica línea defensiva en Inglaterra estaba compuesta, de derecha a izquierda, por los números 2-5-6-3, mientras que en Argentina las mismas posiciones serían 4-2-6-3. El número 5 quedó en la mitad. naciendo para la eternidad el “volante 5” que denominan los argentinos.
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