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El Mundial de Fútbol Femenino se disputó por primera vez, oficialmente, en 1991. La final la ganó Estados Unidos a Noruega 2-1. Tras el primer gol, los otros dos llegaron por graves errores defensivos. La final del Mundial de 2019 se la ganó 2-0 Estados Unidos a Países Bajos con un gol de penal magistralmente cobrado por Rapinoe, y una excelente jugada individual de Lavelle. Los errores entre los grandes, que por supuesto pueden esporádicamente ocurrir, son cosa del pasado en el fútbol femenino.
En aquellos primeros años, los noventa, Estados Unidos y los países escandinavos estaban a años luz de los demás. Así, mientras Suecia le metió ocho goles a Japón, Estados Unidos le metía cinco a Brasil, siete a China y cinco a Alemania. En esencia, la diferencia era abismal entre unas futbolistas que sabían con el balón y otras que poca destreza podían mostrar.
Pero el fútbol, en cualquier género, cuando se abre al pueblo, genera ídolos, calidad y diversión. Lejos quedan ya las ofensivas palabras de Sepp Blatter en 2004, cuando afirmaba que “hagamos que las mujeres jueguen con una equipación diferente y más femenina que los hombres (…) por ejemplo en pantaloncitos más ajustados como en el voleibol. (…). Mujeres hermosas juegan al fútbol, y si ya juegan con un balón más ligero que los hombres, ¿por qué no a la moda?”.
Eran épocas en las que al presidente de la FIFA se le pedía promover el fútbol femenino. La respuesta, más allá de lo evidente, denotaba ignorancia de la historia del mismo fútbol y desprecio del potencial que había en mercadear un producto de calidad. En el Mundial actual, en Estados Unidos, en Colombia o en Australia la cuota de pantalla de los partidos alcanza niveles históricos.
Resulta que lo único que había que hacer era poner a las niñas a jugar. A medida que más juegan, las que llegan a primera línea tienen el nivel necesario para entusiasmar a las multitudes. El fútbol nunca llamó la atención por ser de hombres, invadió el mundo porque las emociones que genera son únicas. En este mes las emociones llegan con calidad desde Australia y Nueva Zelanda.
El Mundial de Fútbol lo están disputando 32 selecciones. Es la única crítica. Aún no hay 32 selecciones que jueguen un fútbol de calidad, lo que hace que la primera ronda tenga partidos que futbolísticamente sobran. Es exactamente lo que sucede con hombres y, especialmente, lo que va a suceder en 2026 cuando el Mundial lo disputen 48 equipos. Lo que vende es la calidad, no la cantidad. La FIFA, por supuesto, entiende que recibe más por cantidad, pero el efecto de largo plazo puede ser negativo.
Han pasado 32 años desde aquel primer Mundial de 1991. Es la distancia que hay entre 1930, el primer Mundial masculino, y 1962, cuando Pelé y Garrincha deslumbraban al mundo. Estamos viendo el Mundial de la madurez del fútbol femenino. Y juega Colombia. ¡Qué emoción!