Messi como revulsivo de la MLS: columna de opinión de Jorge Tovar
Llegó Messi a la MLS. Mete goles, regatea fácil, asiste con elegancia. Messi triunfa, pero ¿logrará que la MLS pase de ser una liga de estrellas buscando su jubilación dorada y jóvenes de nivel medio, felices por ganarse un buen dinero, a una de primer nivel que atraiga figuras en sus años dorados?
No es la primera vez que una liga utiliza a una figura de renombre mundial para lanzarse. Lo que está aún por ver es que, tras la retirada, la liga mantenga la figuración y se consolide con fuerza en el mundo del balón.
Quizás, aunque sin la intención explícita de lanzarla a nivel mundial, uno de los primeros casos fue la liga colombiana durante El Dorado. Primero llegó Pedernera, luego Di Stéfano. Superestrellas que le dieron al torneo criollo una dimensión que nunca se imaginaron alcanzaría. Tras la salida de ambos, uno por su edad, otro tentado por Real Madrid, la liga fue incapaz de mantener su estatus.
Zico, quien a comienzos de los años ochenta tenía el mismo estatus de Maradona, jugó tres mundiales, sólo perdió un partido y nunca pudo ser campeón del mundo. Pero era un crack de nivel mayúsculo. Salió del retiro con cerca de 40 años para ir a fundar la J-League en Japón. Sin duda la puso en el mapa pero, como pasaría con los demás ejemplos, poca atención le dedicamos hoy a la liga de aquel país.
Más recientemente, a punta de dinero lo han intentado los chinos, los cataríes y ahora Arabia Saudita. Esta última, llamando en masa a jugadores de nivel. Las dos primeras no son, y no parece que vayan a ser en un futuro próximo, ligas de referencia. Lo de Arabia es un experimento que apenas arranca, pero la historia va en contra de ellos.
En los Estados Unidos, Messi no es la primera superestrella que aterriza. Como Zico, también del retiro, llegó Pelé a la entonces denominada NASL. Su imagen jalonó muchas estrellas y durante unos años se reconoció al Cosmos como un gran equipo de fútbol. Pero la ilusión duró lo que duró Pelé. La liga desapareció.
La actual MSL lo intentó con una figura algo diferente en 2010: David Beckham, que si bien era un gran futbolista, era más una imagen de mercadería que un ícono propiamente futbolístico. Mientras estuvo, logró su cometido, pero definitivamente el interés de la MLS no se disparó en el mundo.
Quizás la lección es que hoy, en el fútbol, la soledad no triunfa. Inglaterra, como antes Italia o España, es la mejor liga porque sus equipos destacan en el torneo por excelencia a nivel internacional: la Champions. Arabia ha sugerido, con timidez, que quisiera entrar a la UEFA. En ese sentido, la Conmebol debería pellizcarse para jalar hacia la Copa Libertadores los equipos de México y MLS, porque ellos preferirían Europa. Suramérica aún tiene estatus y es hora de explotar lo que queda para no terminar aislado y sin dinero.
Llegó Messi a la MLS. Mete goles, regatea fácil, asiste con elegancia. Messi triunfa, pero ¿logrará que la MLS pase de ser una liga de estrellas buscando su jubilación dorada y jóvenes de nivel medio, felices por ganarse un buen dinero, a una de primer nivel que atraiga figuras en sus años dorados?
No es la primera vez que una liga utiliza a una figura de renombre mundial para lanzarse. Lo que está aún por ver es que, tras la retirada, la liga mantenga la figuración y se consolide con fuerza en el mundo del balón.
Quizás, aunque sin la intención explícita de lanzarla a nivel mundial, uno de los primeros casos fue la liga colombiana durante El Dorado. Primero llegó Pedernera, luego Di Stéfano. Superestrellas que le dieron al torneo criollo una dimensión que nunca se imaginaron alcanzaría. Tras la salida de ambos, uno por su edad, otro tentado por Real Madrid, la liga fue incapaz de mantener su estatus.
Zico, quien a comienzos de los años ochenta tenía el mismo estatus de Maradona, jugó tres mundiales, sólo perdió un partido y nunca pudo ser campeón del mundo. Pero era un crack de nivel mayúsculo. Salió del retiro con cerca de 40 años para ir a fundar la J-League en Japón. Sin duda la puso en el mapa pero, como pasaría con los demás ejemplos, poca atención le dedicamos hoy a la liga de aquel país.
Más recientemente, a punta de dinero lo han intentado los chinos, los cataríes y ahora Arabia Saudita. Esta última, llamando en masa a jugadores de nivel. Las dos primeras no son, y no parece que vayan a ser en un futuro próximo, ligas de referencia. Lo de Arabia es un experimento que apenas arranca, pero la historia va en contra de ellos.
En los Estados Unidos, Messi no es la primera superestrella que aterriza. Como Zico, también del retiro, llegó Pelé a la entonces denominada NASL. Su imagen jalonó muchas estrellas y durante unos años se reconoció al Cosmos como un gran equipo de fútbol. Pero la ilusión duró lo que duró Pelé. La liga desapareció.
La actual MSL lo intentó con una figura algo diferente en 2010: David Beckham, que si bien era un gran futbolista, era más una imagen de mercadería que un ícono propiamente futbolístico. Mientras estuvo, logró su cometido, pero definitivamente el interés de la MLS no se disparó en el mundo.
Quizás la lección es que hoy, en el fútbol, la soledad no triunfa. Inglaterra, como antes Italia o España, es la mejor liga porque sus equipos destacan en el torneo por excelencia a nivel internacional: la Champions. Arabia ha sugerido, con timidez, que quisiera entrar a la UEFA. En ese sentido, la Conmebol debería pellizcarse para jalar hacia la Copa Libertadores los equipos de México y MLS, porque ellos preferirían Europa. Suramérica aún tiene estatus y es hora de explotar lo que queda para no terminar aislado y sin dinero.