Durante los primeros días de julio, el precio de la gasolina se redujo, pero luego volvió a subir, para pagar la mayor proporción de alcohol carburante en la mezcla. A los productores de alcohol combustible se les compra el producto a $8.564,24/galón; por el mismo volumen, Ecopetrol recibe $4.031,32; es decir, los consumidores pagan un subsidio de $4.532,94/galón a los productores de etanol. Es un buen ejemplo de beneficios concentrados y costos distribuidos. Todos los usuarios de transporte contribuyen a que unas pocas familias, especialmente ubicadas en el Valle del Cauca, aumenten su riqueza. Como es obligatorio comprar el etanol hasta con un 10 % de la mezcla de gasolina motor, es un impuesto regresivo que todos los sectores de la sociedad pagan para beneficio de pocos.
El consumo de gasolina motor es de 130.000 barriles/día. Así, el subsidio percibido por los azucareros es superior a $900.000 millones anuales. El subsidio por galón al biodiésel de palma africana es mayor: $5.829/galón. Los consumidores les transfieren a unos pocos productores de etanol y biodiésel $2 billones anuales. Difícilmente puede encontrarse un impuesto más regresivo. A lo anterior hay que agregar que el fisco renuncia a los impuestos nacionales: 19 % de IVA, sobretasa al IVA, etc., que gravan la gasolina producida por Ecopetrol, pero no los biocombustibles. En el caso de la gasolina, el monto es de $650.000 millones anuales.
Con algo de razón puede argumentarse que, gracias a esos incentivos, se han podido crear las empresas y generar empleo. Sin embargo, están aún frescos los recuerdos de la pasada huelga de los corteros de caña, quienes pedían algo inusitado, que las cooperativas que los contrataban les pagaran al menos las prestaciones de ley. La respuesta de los ingenios azucareros fue drástica; prefirieron soportar una larga huelga y, al final, haciendo gala de una gran sensibilidad social, anunciar que iban a mecanizar aún más la zafra para depender menos de los corteros, con lo que disminuyen el empleo de trabajadores más vulnerables.
El impacto de los biocombustibles sobre los gases de efecto invernadero no es concluyente. Los estudios positivos sobre el impacto ambiental de los biocombustibles afirman que reduce entre el 30 % y el 40 % de la emisión de CO2. Cuando se incluye la cadena completa, los resultados son neutros o negativos. El impacto de óxido nitroso liberado por fertilizantes puede eliminar los beneficios del CO2. El óxido nitroso tiene un efecto de invernadero 300 veces mayor que el producido por el CO2 por la misma unidad de volumen.
Los 150 años de la publicación de la novela María es un buen pretexto para leer la biografía de Jorge Isaacs de Fabio Martínez. En ella relata la venta de la hacienda La Manuelita, de los Isaacs a los Éder. Los padres de Jorge estaban en graves dificultades financieras debido a la guerra; las deudas los obligaron a vender las tierras de las haciendas Manuelita, La Rita y La Sierra. Eustaquio Palacio los puso en contacto con un “gringo que está interesado en las haciendas”. Su nombre: Santiago Éder. Eustaquio le aclara a la familia Isaacs: “El gringo ofrece sólo la mitad del avalúo”. Aceptan esta inequitativa oferta y venden el paraíso que han construido en 20 años. Le solicitan a Eustaquio que “hable con el gringo, pero dígale de mi parte que por lo menos nos deje sacar los muebles”. La hacienda Manuelita fue vendida al señor Santiago Éder.
El espíritu agresivo empresarial viene de vieja data.
Durante los primeros días de julio, el precio de la gasolina se redujo, pero luego volvió a subir, para pagar la mayor proporción de alcohol carburante en la mezcla. A los productores de alcohol combustible se les compra el producto a $8.564,24/galón; por el mismo volumen, Ecopetrol recibe $4.031,32; es decir, los consumidores pagan un subsidio de $4.532,94/galón a los productores de etanol. Es un buen ejemplo de beneficios concentrados y costos distribuidos. Todos los usuarios de transporte contribuyen a que unas pocas familias, especialmente ubicadas en el Valle del Cauca, aumenten su riqueza. Como es obligatorio comprar el etanol hasta con un 10 % de la mezcla de gasolina motor, es un impuesto regresivo que todos los sectores de la sociedad pagan para beneficio de pocos.
El consumo de gasolina motor es de 130.000 barriles/día. Así, el subsidio percibido por los azucareros es superior a $900.000 millones anuales. El subsidio por galón al biodiésel de palma africana es mayor: $5.829/galón. Los consumidores les transfieren a unos pocos productores de etanol y biodiésel $2 billones anuales. Difícilmente puede encontrarse un impuesto más regresivo. A lo anterior hay que agregar que el fisco renuncia a los impuestos nacionales: 19 % de IVA, sobretasa al IVA, etc., que gravan la gasolina producida por Ecopetrol, pero no los biocombustibles. En el caso de la gasolina, el monto es de $650.000 millones anuales.
Con algo de razón puede argumentarse que, gracias a esos incentivos, se han podido crear las empresas y generar empleo. Sin embargo, están aún frescos los recuerdos de la pasada huelga de los corteros de caña, quienes pedían algo inusitado, que las cooperativas que los contrataban les pagaran al menos las prestaciones de ley. La respuesta de los ingenios azucareros fue drástica; prefirieron soportar una larga huelga y, al final, haciendo gala de una gran sensibilidad social, anunciar que iban a mecanizar aún más la zafra para depender menos de los corteros, con lo que disminuyen el empleo de trabajadores más vulnerables.
El impacto de los biocombustibles sobre los gases de efecto invernadero no es concluyente. Los estudios positivos sobre el impacto ambiental de los biocombustibles afirman que reduce entre el 30 % y el 40 % de la emisión de CO2. Cuando se incluye la cadena completa, los resultados son neutros o negativos. El impacto de óxido nitroso liberado por fertilizantes puede eliminar los beneficios del CO2. El óxido nitroso tiene un efecto de invernadero 300 veces mayor que el producido por el CO2 por la misma unidad de volumen.
Los 150 años de la publicación de la novela María es un buen pretexto para leer la biografía de Jorge Isaacs de Fabio Martínez. En ella relata la venta de la hacienda La Manuelita, de los Isaacs a los Éder. Los padres de Jorge estaban en graves dificultades financieras debido a la guerra; las deudas los obligaron a vender las tierras de las haciendas Manuelita, La Rita y La Sierra. Eustaquio Palacio los puso en contacto con un “gringo que está interesado en las haciendas”. Su nombre: Santiago Éder. Eustaquio le aclara a la familia Isaacs: “El gringo ofrece sólo la mitad del avalúo”. Aceptan esta inequitativa oferta y venden el paraíso que han construido en 20 años. Le solicitan a Eustaquio que “hable con el gringo, pero dígale de mi parte que por lo menos nos deje sacar los muebles”. La hacienda Manuelita fue vendida al señor Santiago Éder.
El espíritu agresivo empresarial viene de vieja data.