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Poesía. La Biblia tiene uno de los más hermosos poemas: “El cantar de los cantares”. Una pareja contemplando y disfrutando un oasis, con palmeras, fuentes, frutas, valles, montes, viñedos pájaros, cervatillos... Los que tenemos mentes puras no vemos, inicialmente, nada que pueda perturbarnos. Pero el diablo está en los detalles. Un verso dice: “Tu talle es de palma, tus pechos los racimos. Yo pensé: treparé a la palmera a recoger los dátiles”; otro: “Mi amor mete la mano por la abertura, me estremezco al sentirla”. Lo cual revela que no solo estaban disfrutando del paisaje. Así, “El cantar” se convierte en una maravillosa poesía erótica, que puede perturbar a los lectores piadosos. Se puede pensar en una edición revisada por el exprocurador Ordóñez.
Fuego. La narrativa de la destrucción de Sodoma y Gomorra se aleja totalmente del actual reconocimiento y respeto de diferentes formas de orientación sexual. Además, si el bondadoso creador quería comprobar que las inclinaciones sexuales de sus habitantes no se ajustaban a sus normas de la moral prevaleciente, enviar a investigar esta conducta a unos ángeles de bello aspecto con rostros andróginos es lo más parecido a un entrampamiento, método de investigación que cada vez es menos aceptado en la sociedad. En una versión para los tiempos que corren en Colombia —ya que los asociales no son los narcos ni las disidencias de la guerrilla, sino los neoliberales— se podría escribir que estos habitaban en esas ciudades y para comprobar si este comportamiento era cierto se enviaba a jóvenes economistas de la Universidad de los Andes.
Crímenes de guerra. En las guerras por la conquista de Judea, el creador alargó el día: “¡Sol, quieto en Gabaón! Y tú, Luna, en el valle Ayalón”. No lo hizo para que se pudiera recoger a los heridos o sepultar los muertos, sino que este milagro cósmico le permitió a Josué tomar Maquedá y exterminar al rey y a todos los habitantes; lo mismo hizo en Libna, Laquis, Eglón, etc. “Pasaron a cuchillo, consagrando al exterminio a todos sus habitantes. No quedó un superviviente”. Para lograr que el faraón permitiera la salida de las tribus de Israel, el señor directamente se alejó del cumplimiento de las leyes de la guerra. Envenenó las aguas, convirtió en sangre las del Nilo, usó armas bacteriológicas y químicas, infestó de ranas todo el suelo egipcio, convirtió el polvo del suelo en mosquitos que atacaron a hombres y animales, convirtió el hollín en un polvo que cayó sobre los hombres y animales produciéndoles úlceras y llagas. La tormenta, la oscuridad que afecta el medio ambiente y a la población no combatiente, es un delito ambiental que la Corte Penal Internacional podría considerar crimen de guerra en la actualidad. El asesinato de los primogénitos egipcios viola las leyes de la guerra; se mataron menores, similar a los bombardeos durante el gobierno de Duque.
Los capítulos del dios de la guerra son preocupantes. Si es la palabra del creador, esta deidad se aleja completamente de un ser infinitamente bondadoso, amoroso y protector. Si es una narración para justificar atrocidades, se debe mencionar algo así como: “Esta parte no fue dictada por el creador, sino por guerreros para descargar la responsabilidad de su barbarie en un ente superior”. No hay evidencia histórica de que los judíos hubieran estado retenidos o esclavizados en Egipto.
Dentro de unos meses, retomaré el tema de ajustar pasajes bíblicos a un lenguaje políticamente correcto.