El país resistirá. Estados Unidos es una nación fuerte y de instituciones sólidas, y tendrá la firmeza de soportar la tormenta que se viene encima.
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El país resistirá. Estados Unidos es una nación fuerte y de instituciones sólidas, y tendrá la firmeza de soportar la tormenta que se viene encima.
Ya lo demostró. En el primer período de Trump las cortes funcionaron, la ciudadanía se movilizó y la prensa fiscalizó. Sí, lo sé: esta vez es diferente. La Corte Suprema y el Congreso están dominados por Trump. Pero su margen de acción no es ilimitada, y las cortes estatales son independientes. Por eso creo que las instituciones prevalecerán.
De otro lado, todo país fantasea, de vez en cuando, con la noción del presidente fuerte y empresario que llega a poner orden en la casa. Esto, tarde o temprano, iba a ocurrir en Estados Unidos. Es un error común y recurrente. Y el país necesita curarse de esa fantasía cuanto antes. Que viva la experiencia y se dé cuenta de los peligros, los abusos, la corrupción y las secuelas de tener a un líder autoritario, inmoral y narcisista, actuando sin contrapesos. Y la quimera del presidente empresario es la peor de todas, porque nunca ha funcionado.
Además, Trump solo dispone de cuatro años, y los Demócratas tienen excelentes candidatos para las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales. Estos son líderes talentosos y elocuentes como Josh Shapiro, Gretchen Whitmer, Pete Buttigieg y J. B. Pritzker, entre muchos otros. Y no solo son brillantes, sino que en cuatro años serán aún mejores, porque habrán asimilado las lecciones de la reciente paliza electoral.
Se avecinan años duros, no lo niego, donde los abusos de poder del presidente y su familia serán diarios y repulsivos. Y la violencia cultural y física, desatada desde la Casa Blanca, tendrá graves efectos. Se teme que Trump se apodere de instituciones para vengarse de sus enemigos, pero el país ya pasó por esas. Así fue la presidencia de Nixon. Ese criminal se apropió de varias entidades y las puso a su servicio personal, incluyendo el FBI, la CIA, el Departamento de Justicia y la Procuraduría, para acosar a la prensa y atacar a sus enemigos. Pero el país prevaleció. Nixon tuvo que renunciar y la democracia salió fortalecida tras esos años oscuros.
Para rematar, Trump, además de todos sus defectos como ser humano, es un pésimo administrador. No le interesa gobernar sino lucirse y que lo alaben. Nunca se hará el famoso muro y nunca reemplazarán a Obamacare con algo mejor. Vaticino que su proyecto político, al cabo de cuatro años, quedará arruinado, y el pueblo aprenderá que con candela no se juega y muchos se arrepentirán de su voto. Cuando vean al ejército disparándole a manifestantes desarmados, y familias de inmigrantes separadas y deportadas, con las madres y sus críos llorando; cuando la gente pierda sus beneficios de la asistencia social, y cuando el machismo y la misoginia alcancen niveles delirantes, y vuelva la inflación y se duplique la deuda, y cuando el país padezca los errores cometidos por el circo de payasos del gabinete de Trump, fulanos que no solo ignoran los temas sino que son enemigos de esos temas, entenderá las consecuencias de su voto.
Al final, el partido Republicano deberá rehacerse tras el fracaso que viene. Tendrá que recuperar la cordura y la decencia. Y eso será sano para el país y para las instituciones.
Por último, creo que con el paso del tiempo la presidencia de Biden crecerá en la memoria colectiva. Se dirá que haber salido de la pandemia sin caer en una recesión, bajando la tasa de inflación al 2 % y la del desempleo al 4 % fue una proeza. Que sus mayores proyectos legislativos transformaron al país, y que las alianzas internacionales que armó y sostuvo, como con la OTAN y Europa para impedir la toma de Ucrania por Rusia, fueron loables. Y se extrañará la honradez y la decencia en el Jefe de Estado.
En cambio, el racista e intolerante movimiento MAGA quedará desprestigiado, sucio de fracasos y escándalos de corrupción. Entretanto, Trump y sus amigos harán mucho daño, sin duda, pero se podrá superar. Estados Unidos se habrá curado, de una vez por todas, de la peligrosa fantasía del presidente autoritario, y entenderá que la solución de la democracia, como dijo Virgilio Barco, es más democracia, no menos.