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Nvidia, la sexta empresa más valiosa del mundo, deriva su nombre de la expresión latina invidia (envidia en español). Y le viene bien; tiene en sus manos el futuro de la inteligencia artificial (IA) y de la computación móvil. Su fundador y actual presidente Jensen Huang nació en Taiwán. Llegó muy niño a EE. UU. en donde con mucha discriminación y dificultad se formó como ingeniero eléctrico. En 1993 junto con dos amigos fundó Nvidia que, empezó diseñando software para videojuegos y hoy es el mayor proveedor de capacidad de supercomputación para aplicaciones como ChatGPT. A diferencia de otros gigantes de la industria, Huang no cree que la IA vaya a destruir a nuestra especie. Es optimista; piensa que, como en otros momentos cruciales de la historia, la humanidad sabrá adaptarse al cambio tecnológico.
Cuando nos asomamos a lo que sucede en el mundo, es evidente que Latinoamérica cada vez se rezaga más. Esta región parece condenada a ser un consumidor periférico de tecnología de punta. Sería necio pensar que es simplemente una cuestión de pobreza y subdesarrollo. Mas bien habría que considerar si es una combinación de falta de emprendimiento, pragmatismo y peso geopolítico. Observemos -en contraste- lo que sucede en Vietnam. Hace menos de 50 años este país quedó destruido después de la guerra en Indochina. Hoy, bajo un modelo de “comunismo capitalista” y aun medio de serios cuestionamientos por la violación de los derechos humanos, Vietnam incursiona con éxito en varios rubros del desarrollo económico, gracias a productos y servicios como el café, el turismo y la tecnología.
En septiembre pasado el presidente Biden, en compañía de altos ejecutivos de empresas como Intel, Google y Boeing, viajó a la capital Hanoi con el fin de fortalecer los lazos con Vietnam como socio de EE. UU. en la cadena de suministro de tecnología, especialmente en la producción de semiconductores. Con este propósito se esperan cuantiosas inversiones, el estímulo a la educación de alto nivel en ciencias y matemáticas y la formación de diseñadores de chips. Son los primeros pasos de un largo camino como el que llevó a Taiwán a ser una potencia tecnológica. Aquí estamos lejos.
@jcgomez_j