Ojalá Forrest Gump y los herederos de Bubba Blue conserven aún las acciones de Apple que el primero compró atraído por la figura de la manzanita.
La semana pasada Apple reportó que sus ingresos en el primer trimestre del presente año fueron de casi 12 billones de dólares, el doble de los del año pasado. Las ventas de iphones en el mismo período superaron los 35 millones de unidades, lo cual representa un crecimiento del 88%, y las ventas de ipads llegaron a 12 millones de unidades, un incremento de más del 151%. Estos resultados dan cuenta del éxito de Tim Cook al frente de la compañía, después de suceder a Steve Jobs como presidente de Apple.
Como se sabe, una de las grandes ventajas de esta empresa es la de que sus productos son manufacturados en China, gracias a los bajos costos laborales en ese país, replicando así el modelo de producción que utilizaron hace décadas en Corea y Japón otras empresas americanas. Sin embargo, esa ventaja de Apple es a la vez causa de destrucción de empleo en Estados Unidos, lo que en su momento provocó un reclamo a Jobs por parte del presidente Obama.
La Universidad de Manchester, a través de su centro para la investigación del cambio socio cultural (www.cresc.ac.uk), publicó la semana pasada un estudio sobre el modelo de negocios de Apple. Aparte de las críticas por las condiciones laborales que padecen los trabajadores de Foxcconn —la empresa que ensambla en China los productos de Apple—, se cuestiona el beneficio social que representa ese modelo de negocios.
Tomando como ejemplo la producción del iphone 4G, se calcula que el costo de cada unidad es de US$178,45. Su precio de venta es de US$630. Lo anterior representa un margen bruto de ganancia del 72%. Si el mismo aparato se ensamblara en Estados Unidos, en lugar de la China, el margen sería casi de 47%, lo cual en todo caso lo mantendría como el terminal más rentable del mundo.
Como bien se afirma en un periódico australiano, a propósito del estudio reseñado, en gran parte la razón del declive de la economía occidental puede estar en nuestras manos en forma de tableta.
Juan Carlos Gómez