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Hace más de 15 años, Twitter se convirtió en un poderoso canal de comunicación en Internet. A nivel mundial sus usuarios podrían ser por lo menos 300 millones, y en Colombia cerca de 4 millones. No son muchos. Sin embargo, otras redes sociales y los medios tradicionales amplifican su alcance geométricamente; su influencia en la opinión y en la información tienen un peso determinante. Mucho más desde cuando Elon Musk tomó su control y la convirtió en X. Hoy es contendor de presidentes -Lula y Maduro le siguen el juego- y será asesor estrella en la campaña de Trump.
El presidente Petro, sin consejos ni ministros, gobierna por X. Pero, últimamente se ha vuelto asiduo de los canales de televisión abierta. A veces para reproducir discursos que le parecerán memorables, como el de la posesión de la defensora del pueblo en Chocó, o para denunciar un caso de espionaje mientras el país se sumía en el caos del paro camionero. Frente a las opiniones de que en esos dos casos puntuales no se justificaba interrumpir la programación de televisión, valga recordar que la ley autoriza al presidente de la República a utilizar los canales de televisión, pero, dentro de un marco de razonabilidad.
La Corte Constitucional declaró inconstitucional (C-1172/01) la facultad del presidente para utilizar los servicios de televisión sin ninguna limitación. La Corte en esa providencia declaró que, “precisamente aduciendo el derecho a informar a sus conciudadanos, regímenes de corte totalitario llegaron a manipular a la opinión pública deformando la realidad.”
Históricamente, muy pocas veces se ha justificado que el primer mandatario invada los canales de televisión. Valga recordar algunos casos: En abril de 1970 el presidente Carlos Lleras, después de las protestas por un posible fraude electoral, decretó el toque de queda por televisión y mandó a dormir a los colombianos. En noviembre de 1985 Belisario Betancur, en una alocución televisiva, asumió la responsabilidad política por la tragedia de Armero y por el holocausto en el Palacio de Justicia. En junio de 1996, después de las declaraciones de Fernando Botero en su contra, Ernesto Samper salió en televisión a decir: “¡aquí estoy y aquí me quedo!”.