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Atalaya

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Juan David Zuloaga D.
09 de enero de 2025 - 05:04 a. m.
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Nos habla Ángel Wagenstein de los comienzos. En el último libro de El pentateuco de Isaac nos habla de los comienzos. Narra esta novela las peripecias de la vida de Isaac Blumenfeld quien sobrevivió a dos guerras mundiales, tres campos de concentración y fue ciudadano de cinco patrias.

De origen sefardí, nació Wagenstein en Bulgaria. Tras la Segunda Guerra Mundial estudió cine en Moscú y trabajó como guionista y realizador en el Centro Cinematográfico Búlgaro y en el estudio DEFA de la República Democrática Alemana. Muchos años después de su reconocimiento como guionista obtuvo también notoriedad como novelista, oficio en el que incursionó en su madurez. Es autor de una trilogía sobre el destino de los judíos en Europa. El primer título es El pentateuco de Isaac. El segundo, además de título de la novela, es un verso: Lejos de Toledo. Adiós, Shanghái completa la serie.

El propio Wagenstein estuvo internado en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Arrestado y condenado a muerte por participar en actos de sabotaje, se salvó de la ejecución por la invasión del Ejército Rojo. De seguro que allí tuvo que vivir muchas de las durezas y de las crueldades que historiadores y escritores nos han contado en novelas, tratados y testimonios. Pero la obra de Wagenstein, pese a la crudeza de las circunstancias, no se ceba en narrar los rigores de lo bélico y la vileza del mundo. No. Constituye, más bien, un canto de esperanza, aun en medio de las tinieblas que surgen cuando llega la guerra a segar vidas y a condenar a las naciones. Las trescientas páginas de la obra no son una rendición de cuentas ni un retrato descarnado de las miserias que ella provoca y de la condición humana, sino un llamado a la concordia: «Acabé por darme cuenta de que los pueblos (el judío, el polaco y hasta los bosquimanos del desierto de Kalahari), todos fuimos creados por Dios, bendito sea Su nombre, para que nos quisiéramos y no para que lucháramos los unos contra los otros. Éste era el verdadero final de mi guerra y el principio de la gran paz que firmé en mi corazón con todos los seres humanos, ojalá les alcance la bendición de Él, llenándolos de sabiduría y de bondad».

En el libro quinto de El pentateuco de Isaac nos habla Ángel Wagenstein de los comienzos. Lleva por título Shnat shmitá, todo de nuevo: Sobre el sol negro y las noches blancas. El rabino Samuel Bendavid escribe una carta a Blumenfeld en la que le da las noticias luctuosas que trajo el desenlace de la guerra: «Lamentablemente, ninguno de nuestros familiares ha sobrevivido. Hemos de empezar todo desde el principio, piedra sobre piedra. Porque ahora es shnat shmitá». Alude Shnat shmitá al séptimo año, el año del Sabbat, cuando en la antigüedad dejaban la tierra en barbecho para que pudiera descansar y las tumbas de los muertos se cubrieran de hierba en paz. «Así era: shnat shmitá, a cada cual lo merecido en el Séptimo Año y ¡vuelta a empezar!», rememoraba Blumenfeld.

Y así, con ese entusiasmo del personaje de Wagenstein que siempre supo sobreponerse a las circunstancias, por adversas que fueran, les deseo a todos ustedes fuerzas y emoción y entusiasmo para este año que comienza. Y salud.

@D_Zuloaga

juandavidzuloaga@yahoo.com

 

conrado(xybxp)Hace 3 horas
Sí,entusiasmo.Gracias. Feliz Año.
Gines de Pasamonte(86371)Hace 4 horas
Con las obras de Ángel Wagenstein reseñadas y, a quien no he leído, trajiste a mi memoria, Juan David, otra obra monumental y desgarradora: "La trilogía de Auswitsch" de Primo Levi. ! Excelente columna! Tus deseos son recíprocos, Juan David. Shalom.
  • Gines de Pasamonte(86371)Hace 2 horas
    Gracias Observador.
  • Un observador(71824)Hace 2 horas
    Auschwitz
ERWIN(18151)Hace 6 horas
El mismo deseo para ud.
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