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Mi amigo, el astrólogo

Juan Diego Soler
03 de enero de 2025 - 05:05 a. m.
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“El que busca, que no cese de buscar hasta que encuentre; y cuando encuentre se confundirá, y cuando se confunda se asombrará, y reinará sobre el Todo”. Es una frase que sirve de buena compañía a cualquiera que intente entender algo de la complejidad del mundo. Es del Evangelio de Tomás. Es uno de los textos consignados hace más de mil ochocientos años en trece códices de papiro encontrados dentro de un recipiente desenterrado por un granjero egipcio en 1945. Cuando ese antropólogo lo puso en mi camino, a comienzos del bachillerato, no sabía que las convenciones de la iglesia, desde los textos en la biblia hasta la fecha de la Pascua no estaban dictadas desde el reino de los cielos sino desde los tronos de emperadores y obispos.

En realidad, para entonces no sabía mucho. Sabía que quería viajar por el mundo, pero no sabía que las respuestas que necesita quien deja atrás su patria no están en las guías turísticas sino en la Odisea y la Eneida. Sabía que quería estudiar astrofísica, pero no sabía que no se aprende a observar la naturaleza pretendiendo entender la Breve historia del tiempo de Stephen Hawking, sino cultivando el asombro como Lucrecio en su Sobre la naturaleza de las cosas. Lo paradójico es que esas referencias y otras tantas las aprendí de alguien que puede pensarse en las antípodas del pensamiento científico, el astrólogo Mauricio Puerta Restrepo.

Yo soy astrofísico. Todos los días trabajo con evidencias de que las estrellas no son más que reactores termonucleares y –con la excepción del Sol– poco influyen en la cotidianidad de los humanos. Las estrellas en las constelaciones no están juntas en el espacio y apenas nos parecen asociadas por efecto de nuestra posición en la galaxia y nuestros limitados sentidos de mamífero bípedo terrestre. Mercurio retrógrado es una ilusión producida por el movimiento de los planetas alrededor del Sol, difícilmente tiene algo que ver con la pequeña calamidad de quienes miran a la pantalla de celular con más frecuencia que al firmamento. Vista en medio de la riqueza del universo, la astrología es un fósil de una era en que creímos entender el mundo sin ver más allá de nuestras narices. Y, sin embargo, mucho aprendí de ese astrólogo.

La astrología moderna subsiste por el vacío al que nos enfrenta la vida moderna. El sistema de salud no repara en dejar enfermos de cáncer en fila rogando por sus medicamentos, patrocinando por ineficacia la práctica de charlatanes y curanderos. Los costos de la psicoterapia y la soledad en la era de las redes sociales hacen atractiva una consulta con cualquiera dispuesto a escuchar. Aunque tengan un valor predictivo nulo, las presuntas relaciones entre los problemas terrestres y planetas que no se ven sin telescopio o estrellas opacadas por la contaminación lumínica sirven a algunos para alivianar sus problemas.

No condono la astrología. Divulgarla en los medios de comunicación debería ser tan escandaloso como repartir cigarrillos en los colegios. Pero quienes buscaban a Puerta no solo son presidentes crédulos o revistas sin ideas para los titulares de comienzo del año. Vi a personas aquejadas por el desmoronamiento de sus matrimonios, la pérdida de un ser querido o la ruina económica. No sé si encuentran respuestas en una carta astral, pero quién soy yo para decir en dónde encontrar consuelo. Hace años dejé de hablar con Puerta y cuando nos invitan a debates solo me responde su voz en respuestas pregrabadas. Pero junto a él aprendí suficiente para saber que los dos hablamos de planetas y estrellas, pero nos referimos a cosas completamente distintas. Y por lo que me enseñó, aunque nunca nos pongamos de acuerdo sobre los puntos en el cielo, seguiré considerándolo un amigo.

Juan Diego Soler

Por Juan Diego Soler

Doctor en Astronomía y Astrofísica en la Universidad de Toronto, Canadá. Investigador científico del Instituto de Astrofísica Espacial y Planetología en Roma, Italia. Autor de los libros “Relatos del confín del mundo (y el universo)” y “Lejos de casa”. Escribe sobre ciencia para El Espectador desde 2011.

 

alexandrs(m841l)04 de enero de 2025 - 10:35 p. m.
Algunos humanos incapaces de resolver sus propios problemas, acuden a la lectura de la carta astral, lectura del cigarrillo, mano chocolate y demás subjetividades.
alexandrs(m841l)04 de enero de 2025 - 10:35 p. m.
Algunos humanos incapaces de resolver sus propios problemas, acuden a la lectura de la carta astral, lectura del cigarrillo, mano chocolate y demás subjetividades.
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Algunos humanos incapaces de resolver sus propios problemas, acuden a la lectura de la carta astral, lectura del cigarrillo, mano chocolate y demás subjetividades.
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