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Cuando el turismo deja de serlo…

Juan Manuel Ospina
22 de junio de 2023 - 02:05 a. m.
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Por razones de trabajo y simplemente por cosas de la vida, cada vez voy con menos frecuencia a mi tierra, a mi Medellín y Antioquia. Pero siempre me llevo sorpresas, pues, como les digo a mis amigos, mis paisanos son duros para lo bueno y para lo malo; allá la mediocridad no tiene cabida. Como toda exageración, esto tiene algo de verdad.

Ahora lo que me impactó fue el auge o la moda del negocio turístico que se apoderó de la ciudad. Pero de un turismo nefasto alimentado por la capacidad empresarial local, teñida de rebusque y oportunismo, volcada a conquistar ese nuevo dorado y para ello encuentra la mesa servida, porque la cultura paisa tiene en su ADN ser abierta y amable, como buenos comerciantes que somos; donde hay negocio, ahí estamos. Hace años Alberto Lleras afirmaba que el turismo prostituye a las regiones, a sus comunidades, que acaban vendiéndose por dinero al que llegue, enterrando su cultura y alma, entregándose sin restricción alguna, en el altar de la ganancia, a la que todo sacrifica.

Pues bien, la realidad del actual auge turístico, que en principio podría considerarse inobjetable en Antioquia ha adquirido condiciones que me traen a la memoria lo dicho por Alberto Lleras. Es claro que la apertura de las sociedades y de las economías, hoy disparada luego del encerramiento por la pandemia, reforzó el afán de independencia, de individualismo, de viajar por la vida ligero de equipaje; de estar en todas partes y en ninguna; como decía una vieja canción, no soy de aquí ni soy de allá. Y con él nace un mundo sin restricciones, donde si se tiene dinero, todo se vale y en donde conseguirlo es igualmente una tarea sin límites ni condiciones. Como decían muchas mamás en las comunas de Medellín: “mijo, consígalo y punto”. Vivimos en un gran mercado sin límites ni para el que ofrece ni para el que demanda; se trata simplemente de satisfacer una necesidad, no importa cuál sea esta ni cómo se satisface. Si tengo necesidades o aspiraciones no satisfechas, simplemente hágale, una expresión bien paisa.

Un mundo de necesidades insatisfechas de unos y otros; los unos para sobrevivir cuando “las posibilidades decentes” se cierran y las necesidades no ceden, y los otros, los que tienen la capacidad de satisfacer sus deseos, solo lo hacen enfrentando impunemente la incapacidad de control de unas autoridades incompetentes o cómplices, que para el efecto poco importa. Unas autoridades y amplios sectores sociales son presos de la complacencia o la necesidad. Acabamos convertidos en una nueva Tailandia, en el paraíso terrenal de la droga y el tráfico sexual, especialmente de jóvenes y aún niños, al extremo de lo que viene de denunciar Luz María Múnera, excongresista y exconcejal de Medellín: extranjeros que en barrios populares y por unos pesos dejan su pasaporte “en garantía”, escogen a su víctima o presa y se la llevan para hacer con ella lo que quieran; saciados, la devuelven y recuperan su documento.

¡Qué infamia, qué vergüenza como sociedad! Y un gobierno indigno, que parece vivir en otra ciudad. En este punto solo viene a mi mente una terrible estrofa de León de Greiff sobre su gente, mi gente, que antes había considerado excesiva, pero a la que hoy le doy toda la triste razón: “Chismes, catolicismo y una total inopia en los cerebros… Cual si todo se fincara en la riqueza, en menjurjes bursátiles y en el mayor volumen de la panza”.

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Dionisio(cvtsc)24 de junio de 2023 - 06:53 a. m.
Se nota que hace rato no visitaba la tierrita, Dr Ospina: Medellín es una de las principales capitales del turismo sexual desde hace décadas. Y quedará más impresionado si visita Cartagena, eso sí, tiene que salir del casco histórico.
Darío(12941)23 de junio de 2023 - 03:02 p. m.
"Mijo, consiga plata honradamente y, si no puede, consiga plata".
Carlosé Mejía(19865)23 de junio de 2023 - 02:00 p. m.
Medellín es un prostíbulo gigante pero no de ahora sino desde hace más de veinticinco años. Este fenómeno nació de la mano con la decadencia del narcotráfico. Lo que sucede es que con los avances de Internet y el auge del "turismo" el problema llegó a unas dimensiones francamente escandalosas y ya no se puede ocultar.
Alberto(58852)22 de junio de 2023 - 11:14 p. m.
Más claro no canta un paisa. Es la pura verdad, Medellín se está volviendo el centro de la prostitución de Latinoamérica. Y los que no vienen a buscar sexo, vienen a recorrer no el camino de Santiago, porque por acá no queda, sino el camino de Pablo Escobar que les vendemos en las telenovelas de exportación.
micorriza(d243q)22 de junio de 2023 - 09:32 p. m.
"fresco papa que con ese man alias fico, recuperamos la ciuda... plata es plata"
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