Mediante la autogestión comunitaria en armónica relación con el medio natural, las comunidades rurales se autoabastecen y regulan el uso del agua. En veredas, pequeños poblados e incluso en barrios populares de grandes ciudades, el acueducto comunitario ha sido, es y seguirá siendo una forma de relación directa de la comunidad con su entorno y sus ecosistemas.
Paradójicamente, los diversos gobiernos, en lugar de apoyar esta forma de autogestión y relacionamiento directo de las comunidades con su medio natural, han pretendido, mediante múltiples leyes, distanciar a las comunidades de su entorno, apoyando y casi imponiendo servicios privados que hacen más costoso y menos eficiente el acceso a este preciado líquido vital. Una evidencia de esta intención fue la declaración de Simón Gaviria quien, siendo director del Departamento Nacional de Planeación y refiriéndose a los acueductos comunitarios, dijo: “Tenemos pequeños operadores que no tienen recursos para hacer las inversiones correspondientes y que tampoco pueden mejorar el tratamiento del agua. Hay que forzar la fusión de los portadores de acueductos, para volverlos de naturaleza departamental o supradepartamental” (El Tiempo, octubre 19/2015).
La historia en Boyacá evidencia lo contrario. Según el Instituto Nacional de Salud (Sivicap, Informes 2013-2015), en el año 2013 las empresas privadas abastecían de agua al 43 % de la población boyacense y los gestores comunitarios al 57 %. Para el año 2015 los privados abastecían el 37 % y los comunitarios el 63 %. Esta dinámica nos señala que en Boyacá, como en muchas otras regiones de Colombia, los acueductos comunitarios son más eficientes y efectivos que los privados.
Lo más relevante es que, cuando la autogestión comunitaria construye y mantiene la infraestructura y realiza los cobros para cubrir los costos del servicio de suministro de agua, se valida y exige una buena relación de la comunidad con su entorno, generando un mejor y más consciente manejo de los ecosistemas como reguladores hídricos naturales.
La Asociación de Acueductos Comunitarios de Boyacá ha creado la Escuela Comunitaria del Agua, cuyos principios son el fortalecimiento de la identidad, la articulación regional y la incidencia. La Escuela busca que mediante la gestión comunitaria se evite la privatización, se garantice el derecho al agua, se proteja el territorio, se adelante la gestión de conservación de las fuentes hídricas y se generen formas de apoyo mutuo con solidaridad y participación democrática.
Con el cambio climático, la recuperación y conservación de la estructura ecológica principal, asociada a la regulación hídrica, es clave para generar territorios sostenibles. Y los acueductos comunales contribuyen a este propósito. Es absurdo que el Plan Nacional de Desarrollo vaya en contravía de los acueductos comunitarios y promueva los planes departamentales del agua que pretenden sustituirlos.
La Red Nacional de Acueductos Comunitarios está impulsando un proyecto de ley que sirva de marco regulatorio para reglamentar las actividades desarrolladas por comunidades campesinas, barriales, veredales, indígenas y afrodescendientes, tendientes a garantizar el acceso y suministro de agua y/o saneamiento básico a las poblaciones ubicadas en los territorios que habitan. Apoyemos esta iniciativa ciudadana, que requiere apoyo y firmas para generar la ley propia que ayude a consolidar, controlar y vigilar la gestión del agua de la gente para la gente.
Mediante la autogestión comunitaria en armónica relación con el medio natural, las comunidades rurales se autoabastecen y regulan el uso del agua. En veredas, pequeños poblados e incluso en barrios populares de grandes ciudades, el acueducto comunitario ha sido, es y seguirá siendo una forma de relación directa de la comunidad con su entorno y sus ecosistemas.
Paradójicamente, los diversos gobiernos, en lugar de apoyar esta forma de autogestión y relacionamiento directo de las comunidades con su medio natural, han pretendido, mediante múltiples leyes, distanciar a las comunidades de su entorno, apoyando y casi imponiendo servicios privados que hacen más costoso y menos eficiente el acceso a este preciado líquido vital. Una evidencia de esta intención fue la declaración de Simón Gaviria quien, siendo director del Departamento Nacional de Planeación y refiriéndose a los acueductos comunitarios, dijo: “Tenemos pequeños operadores que no tienen recursos para hacer las inversiones correspondientes y que tampoco pueden mejorar el tratamiento del agua. Hay que forzar la fusión de los portadores de acueductos, para volverlos de naturaleza departamental o supradepartamental” (El Tiempo, octubre 19/2015).
La historia en Boyacá evidencia lo contrario. Según el Instituto Nacional de Salud (Sivicap, Informes 2013-2015), en el año 2013 las empresas privadas abastecían de agua al 43 % de la población boyacense y los gestores comunitarios al 57 %. Para el año 2015 los privados abastecían el 37 % y los comunitarios el 63 %. Esta dinámica nos señala que en Boyacá, como en muchas otras regiones de Colombia, los acueductos comunitarios son más eficientes y efectivos que los privados.
Lo más relevante es que, cuando la autogestión comunitaria construye y mantiene la infraestructura y realiza los cobros para cubrir los costos del servicio de suministro de agua, se valida y exige una buena relación de la comunidad con su entorno, generando un mejor y más consciente manejo de los ecosistemas como reguladores hídricos naturales.
La Asociación de Acueductos Comunitarios de Boyacá ha creado la Escuela Comunitaria del Agua, cuyos principios son el fortalecimiento de la identidad, la articulación regional y la incidencia. La Escuela busca que mediante la gestión comunitaria se evite la privatización, se garantice el derecho al agua, se proteja el territorio, se adelante la gestión de conservación de las fuentes hídricas y se generen formas de apoyo mutuo con solidaridad y participación democrática.
Con el cambio climático, la recuperación y conservación de la estructura ecológica principal, asociada a la regulación hídrica, es clave para generar territorios sostenibles. Y los acueductos comunales contribuyen a este propósito. Es absurdo que el Plan Nacional de Desarrollo vaya en contravía de los acueductos comunitarios y promueva los planes departamentales del agua que pretenden sustituirlos.
La Red Nacional de Acueductos Comunitarios está impulsando un proyecto de ley que sirva de marco regulatorio para reglamentar las actividades desarrolladas por comunidades campesinas, barriales, veredales, indígenas y afrodescendientes, tendientes a garantizar el acceso y suministro de agua y/o saneamiento básico a las poblaciones ubicadas en los territorios que habitan. Apoyemos esta iniciativa ciudadana, que requiere apoyo y firmas para generar la ley propia que ayude a consolidar, controlar y vigilar la gestión del agua de la gente para la gente.