Menores intereses como compensación ambiental
Desde hace algunos años, recibiendo críticas de quienes dicen que eso es mercantilizar la naturaleza, hemos venido insistiendo en la necesidad de cobrar al mundo y en algunos casos a los vecinos por los servicios ambientales de regulación hídrica, climática y conservación de biodiversidad que generan nuestros bosques. En términos de la cooperación internacional, Se trata de negociar compensaciones por un servicio, no de recibir donaciones.
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Desde hace algunos años, recibiendo críticas de quienes dicen que eso es mercantilizar la naturaleza, hemos venido insistiendo en la necesidad de cobrar al mundo y en algunos casos a los vecinos por los servicios ambientales de regulación hídrica, climática y conservación de biodiversidad que generan nuestros bosques. En términos de la cooperación internacional, Se trata de negociar compensaciones por un servicio, no de recibir donaciones.
Las compensaciones económicas como herramienta para incentivar la conservación de los ecosistemas y sus servicios son una opción que no podemos ignorar, aunque para algunos virtuosos y solidarios ciudadanos eso esté en contra de la ética que todos deberíamos tener como habitantes del planeta frente a la conservación de nuestro medio natural. Lo cierto es que, en un mundo determinado por la valoración económica de los bienes y servicios, la sociedad le otorga valor cero solo a aquello que no valora o a bienes que por tener una oferta infinita no tienen valor económico. Antes, en esta categoría entraban el aire puro, el agua, el silencio, la oscuridad y otros bienes que nos provee la naturaleza y que antes pensábamos que estaban disponibles de manera ilimitada. Hoy sabemos que esos bienes y servicios están cada día menos disponibles y estamos dispuestos a pagar para conservarlos y disfrutar de ellos.
Esta ganando peso, día por día, la afirmación de que el bosque natural en pie se está valorizando y la idea de que la frontera productiva debe incluir el bosque desde una perspectiva climáticamente inteligente (Ruiz y Rudas) es algo que hoy empieza a discutirse en entidades globales como el Banco Mundial.
En la semana de las Reuniones Anuales del Banco Mundial (2022), un grupo de 10 países, liderado por representantes de Estados Unidos y Alemania, con apoyo de todo el G7, está promoviendo una reforma al Banco Mundial para que la institución responda y apoye a los países de manera más efectiva para enfrentar retos globales asociados al cambio climático y la conservación de la biodiversidad. El representante de Alemania ante el Banco Mundial dijo que esta reestructuración debería priorizar el incluir préstamos con mejores condiciones para acciones climáticas, gestiones de conservación de biodiversidad y apoyo financiero específico para países que estén comprometidos con hacer que sus economías sean climáticamente neutras. La propuesta, que espera una respuesta oficial de su consejo directivo para diciembre de este año, además incluye créditos a menor tasa de interés, concesionales y aportes no reembolsables, donaciones, para avanzar en la descarbonización y conservación de la biodiversidad de las economías de países de ingreso medio.
Colombia, donde cerca del 20 % del total del Presupuesto General de la Nación se va en pago de servicios de la deuda externa y donde más del 50 % del territorio está cubierto por bosque biodiverso, tiene la oportunidad de proponer como parte de esa reestructuración del Banco Mundial una disminución de la tasa de interés según el valor de los servicios ambientales que los bosques tropicales de cada país aportan al mundo. Una aproximación cuantitativa al valor de los servicios ambientales se puede hacer apoyándose en la metodología del Proyecto de Capital Natural de la Universidad de Stanford. Compensaciones económicas ciertas y efectivas desde la banca multilateral a los países proveedores de servicios ecosistémicos deben ser parte de la estrategia global para enfrentar la crisis climática y de pérdida de biodiversidad.