Desde septiembre de 1993 (Colombia 5-0 Argentina) nada en Colombia generaba tanta alegría y sentido de unidad. Ahora, la visita del papa Francisco superó esa emoción. No fueron 90 minutos, sino cinco días, en los que todo el país habló de “paz y reconciliación”.
Después de que todos han hablado del papa y su insistente mensaje de construcción de paz, poco queda por ser dicho o escrito. Lo que uno quisiera resaltar, ya está dicho, desde lo emocional hasta lo racional. Ejemplos: Alfredo Molano cuando dice “Hacía 50 años no iba yo a misa, y el jueves la oí entera y la entendí en la palabra de este hombre dulce que pone por encima la esperanza”, o Rodrigo Uprimny, quien después de elogiar la encíclica, dice: “Muchas cosas que dice esta encíclica no son nuevas y no comparto algunos de sus planteamientos, como su rechazo al control de la natalidad, que resulta incomprensible en una perspectiva ecológica”.
Si hacemos síntesis, ni la extrema derecha, ni la extrema izquierda, ni los partidos de centro, tienen un planteamiento de política ambiental tan claro como el que hay en la encíclica Laudato si. Lo planteado por Francisco, sobre la relación naturaleza-sociedad, en su discurso socioambiental, no tiene parangón.
Como es lógico y natural, el papa hace política con el tema. No entiendo a muchos que protestan por el carácter político de los comentarios en torno a los discursos del papa. ¿Cómo responder desde fuera de la política ante un discurso de gran filigrana política? El discurso en la llamada encíclica ecológica es contundente al hacer el llamado a respetar la dignidad humana y la del planeta como caras de la misma moneda.
En su visita recalcó la importancia y belleza de la biodiversidad y que en la diversidad (incluida la diversidad humana) está la riqueza. Reiteró que como colombianos tenemos una enorme misión, la reconciliación, entre nosotros y con la naturaleza. Así, el papa contribuyó a reforzar el entendimiento de que sólo hay paz si ésta es integral y se hace también con la naturaleza, hasta hoy víctima de todos nosotros.
Lo importante de la emoción que generó el papa es que, a diferencia del 5-0, donde solo 11 seleccionados juegan y todos los demás somos comentaristas externos, la visita del papa nos pone a todos en el campo de juego, todos somos responsables del resultado.
Como dice el papa, es tiempo de “Hablar, hacer, escuchar” o “Escuchar, hacer, hablar” o “Hacer, hablar, escuchar”. Hay múltiples formas de combinar estas tres acciones, pero todas nos comprometen y nos obligan a cambiar. Más en un país donde estamos acostumbrados a decir lo que se nos ocurre, incluso muchas ocurrencias las volvemos leyes, que una vez aprobadas nadie cumple y todos olvidamos. Hagamos coherencia entre el discurso y la práctica.
Posdata: En términos ambientales, es válido afirmar que el problema mayor es generado por el consumismo y la desigualdad, pero también es cierto que cada ser humano demanda energía de un planeta que ya no da más. Combinar todas las formas de lucha incluye apoyar el control natal.
Desde septiembre de 1993 (Colombia 5-0 Argentina) nada en Colombia generaba tanta alegría y sentido de unidad. Ahora, la visita del papa Francisco superó esa emoción. No fueron 90 minutos, sino cinco días, en los que todo el país habló de “paz y reconciliación”.
Después de que todos han hablado del papa y su insistente mensaje de construcción de paz, poco queda por ser dicho o escrito. Lo que uno quisiera resaltar, ya está dicho, desde lo emocional hasta lo racional. Ejemplos: Alfredo Molano cuando dice “Hacía 50 años no iba yo a misa, y el jueves la oí entera y la entendí en la palabra de este hombre dulce que pone por encima la esperanza”, o Rodrigo Uprimny, quien después de elogiar la encíclica, dice: “Muchas cosas que dice esta encíclica no son nuevas y no comparto algunos de sus planteamientos, como su rechazo al control de la natalidad, que resulta incomprensible en una perspectiva ecológica”.
Si hacemos síntesis, ni la extrema derecha, ni la extrema izquierda, ni los partidos de centro, tienen un planteamiento de política ambiental tan claro como el que hay en la encíclica Laudato si. Lo planteado por Francisco, sobre la relación naturaleza-sociedad, en su discurso socioambiental, no tiene parangón.
Como es lógico y natural, el papa hace política con el tema. No entiendo a muchos que protestan por el carácter político de los comentarios en torno a los discursos del papa. ¿Cómo responder desde fuera de la política ante un discurso de gran filigrana política? El discurso en la llamada encíclica ecológica es contundente al hacer el llamado a respetar la dignidad humana y la del planeta como caras de la misma moneda.
En su visita recalcó la importancia y belleza de la biodiversidad y que en la diversidad (incluida la diversidad humana) está la riqueza. Reiteró que como colombianos tenemos una enorme misión, la reconciliación, entre nosotros y con la naturaleza. Así, el papa contribuyó a reforzar el entendimiento de que sólo hay paz si ésta es integral y se hace también con la naturaleza, hasta hoy víctima de todos nosotros.
Lo importante de la emoción que generó el papa es que, a diferencia del 5-0, donde solo 11 seleccionados juegan y todos los demás somos comentaristas externos, la visita del papa nos pone a todos en el campo de juego, todos somos responsables del resultado.
Como dice el papa, es tiempo de “Hablar, hacer, escuchar” o “Escuchar, hacer, hablar” o “Hacer, hablar, escuchar”. Hay múltiples formas de combinar estas tres acciones, pero todas nos comprometen y nos obligan a cambiar. Más en un país donde estamos acostumbrados a decir lo que se nos ocurre, incluso muchas ocurrencias las volvemos leyes, que una vez aprobadas nadie cumple y todos olvidamos. Hagamos coherencia entre el discurso y la práctica.
Posdata: En términos ambientales, es válido afirmar que el problema mayor es generado por el consumismo y la desigualdad, pero también es cierto que cada ser humano demanda energía de un planeta que ya no da más. Combinar todas las formas de lucha incluye apoyar el control natal.