La semana pasada se realizaron dos eventos sobre vivienda y se rescataron temas valiosos de carácter estructural y coyuntural. Fue una buena oportunidad para entender qué significa la desaceleración del sector y pensar en cómo dar acceso a más colombianos a una casa digna.
Participé junto con Roberto Junguito y Mauricio Galindo en un panel del Foro de Vivienda de Asobancaria. Nuestras presentaciones y discusión se centraron en dos aspectos que queríamos destacar: el sector necesita buena macro para crecer bien y, en un contexto de restricciones fiscales, debe propender por una política sectorial eficiente en la que con recursos escasos se logren los mejores réditos para dinamizar la actividad y darles vivienda de calidad a los más necesitados.
Hoy, 2,2 millones de los 11 millones de hogares urbanos en Colombia no tienen una casa “ideal” (20 % de los hogares). De estos, 600.000 no tienen casa y hacen parte del déficit cuantitativo. Los otros 1,6 millones de hogares están en déficit cualitativo, que significa que tienen casa pero no en condiciones ideales (pisos en tierra, cocinan en el mismo lugar que duermen o viven en condiciones de hacinamiento, por ejemplo). Los déficits a nivel rural también son elevados y las diferencias regionales son muy preocupantes.
Como lo dijo Junguito en el panel, una buena macro es el mejor motor para dinamizar el sector de vivienda, pero creo que para mejores resultados podemos acompañarla de estas políticas sectoriales: promover el aumento de la oferta de vivienda para las clases menos favorecidas, con una política activa de habilitación de suelos, mantener y promover una política de mediano plazo de subsidios a la demanda para los más pobres y facilitar el acceso tanto de los trabajadores formales como los informales, estructurar un esquema de subsidios para la adecuación de vivienda de los hogares rurales y urbanos de menores recursos, y ampliar y promover los mecanismos de compra a través de arriendo para los más necesitados. También hay que hacer énfasis en que las políticas de subsidios para la promoción de la demanda de vivienda de las clases más favorecidas deben tener una vocación anticíclica en este escenario de recursos fiscales escasos.
La semana pasada se realizaron dos eventos sobre vivienda y se rescataron temas valiosos de carácter estructural y coyuntural. Fue una buena oportunidad para entender qué significa la desaceleración del sector y pensar en cómo dar acceso a más colombianos a una casa digna.
Participé junto con Roberto Junguito y Mauricio Galindo en un panel del Foro de Vivienda de Asobancaria. Nuestras presentaciones y discusión se centraron en dos aspectos que queríamos destacar: el sector necesita buena macro para crecer bien y, en un contexto de restricciones fiscales, debe propender por una política sectorial eficiente en la que con recursos escasos se logren los mejores réditos para dinamizar la actividad y darles vivienda de calidad a los más necesitados.
Hoy, 2,2 millones de los 11 millones de hogares urbanos en Colombia no tienen una casa “ideal” (20 % de los hogares). De estos, 600.000 no tienen casa y hacen parte del déficit cuantitativo. Los otros 1,6 millones de hogares están en déficit cualitativo, que significa que tienen casa pero no en condiciones ideales (pisos en tierra, cocinan en el mismo lugar que duermen o viven en condiciones de hacinamiento, por ejemplo). Los déficits a nivel rural también son elevados y las diferencias regionales son muy preocupantes.
Como lo dijo Junguito en el panel, una buena macro es el mejor motor para dinamizar el sector de vivienda, pero creo que para mejores resultados podemos acompañarla de estas políticas sectoriales: promover el aumento de la oferta de vivienda para las clases menos favorecidas, con una política activa de habilitación de suelos, mantener y promover una política de mediano plazo de subsidios a la demanda para los más pobres y facilitar el acceso tanto de los trabajadores formales como los informales, estructurar un esquema de subsidios para la adecuación de vivienda de los hogares rurales y urbanos de menores recursos, y ampliar y promover los mecanismos de compra a través de arriendo para los más necesitados. También hay que hacer énfasis en que las políticas de subsidios para la promoción de la demanda de vivienda de las clases más favorecidas deben tener una vocación anticíclica en este escenario de recursos fiscales escasos.