Cambié de opinión sobre el uso de las redes por parte de niños y jóvenes

Julián de Zubiría Samper
23 de enero de 2024 - 02:00 a. m.
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A pesar de las grandes ventajas que ofrecen las redes sociales en términos de comunicación, aprendizaje y acceso a la cultura, es urgente regularlas para proteger la salud mental y el adecuado desarrollo de niños, niñas y jóvenes. Las medidas formativas son fundamentales, pero no son suficientes.

En diversos escenarios he defendido el enorme potencial que tienen las redes para promover la comunicación, el aprendizaje y la recreación. Podemos acceder a un número casi ilimitado de artículos, investigaciones, imágenes, libros, videos y canciones. Por eso he señalado que hay que formar a los jóvenes para que hagan el mejor manejo posible de las plataformas, de manera que logren aprovechar la virtualidad, detectar las noticias falsas y evitar la manipulación a la que se exponen a diario. Debemos prepararlos para usar mejor las plataformas, pues estamos en la era de Google y la virtualidad. Sin embargo, al observar lo que ha estado pasando con los jóvenes a nivel emocional en la última década, tengo que decir que he cambiado de opinión sobre el tema. Hoy creo que las medidas formativas son fundamentales, pero no son suficientes.

Los creadores de Facebook reconocieron que contrataron expertos para que les ayudaran a volver adictos a quienes utilizaran la plataforma. Tal como evidenció el documental “El dilema de las redes sociales” (Orlowski, 2020), las redes nos volvieron dependientes. Para aprovechar la insaciable necesidad de reconocimiento que tenemos los seres humanos crearon el botón de like y las notificaciones. Al hacerlo, las aplicaciones son las que deciden cuándo las utilizamos. Y los más damnificados han sido las niñas, niños y jóvenes, precisamente porque son los más frágiles y los menos autónomos, en especial en el nuevo mundo donde predominan familias cada vez más pequeñas y con estilos de autoridad crecientemente permisivos y sobreprotectores. La psiquiatra Marian Rojas Estapé, experta mundial e investigadora, plantea de manera muy clara y argumentada que las redes han frenado la maduración de la corteza prefrontal porque fueron diseñadas para aliviar y generar placer instantáneo e inmediato.

Su efecto más grave y silencioso lo estamos encontrando en el deterioro de la salud emocional de los jóvenes. Estudios en Reino Unido y España han encontrado correlaciones entre el mayor tiempo en las plataformas y una menor estabilidad emocional de los jóvenes. Así mismo, los seguimientos realizados por el prestigioso Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos han encontrado que el 57 % de las preadolescentes sufren depresión severa, una cifra que casi duplica la de 2010. Casi 1 de cada 3 consideró seriamente suicidarse. Hoy es claro que las redes están formando jóvenes hipersensibles a los comentarios de sus compañeros.

Estos estudios condujeron a 41 estados de los EE. UU. a demandar a Meta por el daño causado a niños y adolescentes. Facebook tendrá que defenderse de las acusaciones de generar adicción y deteriorar la estabilidad emocional de los menores. Con seguridad, será un proceso largo, tortuoso y complejo, muy similar al que se realizó contra las tabacaleras en los años ochenta. Al final, la demanda triunfará. Ojalá no demoren demasiado estos juicios, porque la pregunta inevitable es cuántos niños y jóvenes habrán caído en depresión y se habrán suicidado desde hoy hasta aquel momento.

Los estudios de factores asociados a los resultados de las pruebas PISA de 2022 encontraron algo muy diciente: un acceso prudente, mediado y limitado a las redes es muy positivo a nivel académico, pero una alta permanencia en redes sin la mediación adecuada resulta especialmente perjudicial. Los jóvenes de 15 años alcanzan mejores resultados cuando utilizan las redes hasta una hora diaria con fines académicos, pero su rendimiento se deteriora de manera significativa con tiempos más largos, muy especialmente cuando se utilizan para el ocio.

En medio de este panorama, un estudio publicado por DataReportal concluye que Colombia es el cuarto país del mundo donde más tiempo permanecemos en las redes, cerca de 4 horas en promedio al día. Encontrar videos y el ocio son dos de los cuatro usos más frecuentes en Colombia. Así mismo, PISA (2022) concluye que somos el país en el que los jóvenes señalan que más se distraen en clase por el uso de aparatos tecnológicos. Una simple notificación distrae a un joven, en promedio, cerca de 20 minutos. Lo más grave es que los niños, las niñas y los jóvenes usan las redes sin ningún control parental y sin mediación u orientación por parte de padres y profesores.

En el mundo, diversos estudios concluyen que el uso de dispositivos electrónicos en las aulas no genera impactos significativos en el aprendizaje. Los empresarios y ministerios de educación demoraron décadas en entender algo que tenemos claro los pedagogos desde hace mucho tiempo y que el humanista Nuccio Ordine expresaba de manera profunda: “Ninguna plataforma digital puede cambiar la vida de un estudiante, solo los buenos profesores pueden hacerlo”.

Sondeos que he realizado en Colombia me permiten afirmar que el 80 % de los jóvenes concluyen que las redes están elevando sus niveles de ansiedad, tristeza y angustia y un porcentaje similar considera que pasa un tiempo excesivo frente a las pantallas. ¿Nos vamos a quedar indiferentes ante la creciente tristeza, angustia y depresión de los jóvenes?

En una columna que publiqué hace siete años resalté que estaban muy confundidos los padres que creían que sus hijos venían con un “chip incorporado” al mundo. Señalé que el conocimiento tecnológico que tenían las nuevas generaciones era instrumental y rutinario y resalté que la gran mayoría de jóvenes eran manipulados en redes y desconocían los enormes riesgos a los que se exponían al utilizarlas. Hoy quiero ir más lejos porque he llegado a la conclusión de que es momento de prohibir los celulares para los niños de primaria, establecer el control parental para los jóvenes en los primeros años del bachillerato y recomendar la eliminación de las notificaciones para los estudiantes de 9º, 10º y 11º, así como para todos los adultos. Sin duda, es un cambio de postura. ¿Por qué lo hago? Porque no podemos permanecer indiferentes cuando, según el Instituto Nacional de Salud, en Colombia un promedio diario de 95 personas intentó acabar con su vida en 2022. ¿Podemos permanecer pasivos ante esta tragedia silenciosa?

Es cierto que las redes no son las únicas responsables. Para interpretar estos complejos problemas también es esencial tener en cuenta que las familias se han vuelto cada día más frágiles, débiles, inestables y fragmentadas en medio del auge de las pantallas en el hogar. Sin embargo, no podemos seguir en silencio ante la pandemia de soledad, depresión y tristeza que está quitándole la alegría a tantos jóvenes. Mi nueva invitación para los colegios es a reglamentar el uso de dispositivos tecnológicos según el ciclo de desarrollo del menor.

Sigo creyendo en el enorme potencial de las redes sociales y plataformas digitales, que son uno de los inventos más importantes en la historia al permitirnos acceso a la cultura humana acumulada en textos, videos, museos y libros. También creo que los controles sobre ellas no lograrán el efecto esperado si no están acompañados por múltiples procesos formativos a cargo de padres y profesores, que deben estar orientados a fortalecer la autonomía, la lectura crítica y la voluntad. No nos podemos tapar los ojos ante los enormes riesgos que tienen estas nuevas tecnologías para una juventud cada vez menos autónoma, más frágil, menos tolerante a la frustración y menos resiliente. No quisiera que en diez años nos estemos preguntando por qué no las reglamentamos antes. Cada día que ganemos en su regulación salvaremos vidas humanas y mejoraremos la alegría y la esperanza de las nuevas generaciones.

* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)

 

Camilo(24292)24 de enero de 2024 - 04:11 p. m.
Por fin le leo algo sensato y por favor ud que habla del prestigio de los docentes y el respeto debido a éstos, empiece por valorar a los suyos. Ud mira mucho los mejores sistemas de enseñanza en el mundo, imítelos en el trato que le dan al docente.
Julia(g40zq)24 de enero de 2024 - 09:35 a. m.
Siempre añorando ver al pedagogo De Zubiria como Ministro de Educación, teniendo en cuenta su saber y su trayectoria, sería un acierto tenerlo allí para sacar del pésimo lugar que ocupa la educación de los colombianos.
José(9532)24 de enero de 2024 - 12:10 a. m.
Acertada columna evidenciada en el quehacer académico.
Alberto(3788)23 de enero de 2024 - 10:23 p. m.
Muy interesante y acertada.
Juan(45350)23 de enero de 2024 - 09:10 p. m.
Excelente columna!!! es hora de controlar la manipulación del ser humano por parte de la deshumanizada Meta!!! Legislación mundial YA!!!
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