El gobierno de Iván Duque entrega una educación con menor calidad y mayores brechas que la que recibió. Exactamente lo contrario a lo establecido en su Plan de Desarrollo.
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El gobierno de Iván Duque entrega una educación con menor calidad y mayores brechas que la que recibió. Exactamente lo contrario a lo establecido en su Plan de Desarrollo.
Sin sonrojarse, en la inauguración del Congreso el 20 de julio de 2021, el presidente Duque afirmó: “Ya tenemos 14.700 instituciones educativas oficiales que se han transformado para ser centros digitales”. El presidente sabía que la información que entregaba al país era falsa, porque el día anterior había firmado la caducidad del contrato con Centros Poblados. Ese día tan solo el 4,7 % de las instituciones educativas rurales priorizadas tenían conectividad.
Como puede verse, a nivel nacional el gobierno logró menos del 5 % de lo que se propuso en conectividad de las instituciones educativas rurales. Se rajó. En medio de una pandemia con más de 600 millones de contagios en el mundo, el acceso a la red universal es parte esencial del derecho a la educación. Teniendo en cuenta eso, la Corte Constitucional, mediante Sentencia SU-032-22, ordenó al gobierno Duque proteger el derecho de los menores vulnerados por la falta de conectividad.
Garantizó muy parcialmente el derecho a la educación.
La ausencia de red tuvo repercusiones muy graves en los estudiantes de todas las edades, pero muy especialmente en las zonas rurales.
Según el LEE, el 30 % de las niñas, niños y jóvenes entre 5 y 24 años no recibió ningún tipo de educación en 2020 y 2021. Es cierto que era un contexto muy complejo y adverso por la circulación del virus, pero no estamos hablando de una cifra menor: casi uno de cada tres niños y jóvenes no recibió ningún tipo de educación durante los dos últimos años. Los más afectados fueron los niños menores de 6 años. El 35 % ellos abandonaron el pre-jardín y el jardín. Eso fue lo que informó el MEN a la comisión de empalme (pág. 98).
Según el DANE, los partos de niñas menores de 14 años en Colombia aumentaron de manera significativa en 2020 y 2021. Esta dramática situación no ha ameritado ninguna alarma por parte del gobierno ni de la sociedad, aunque se trata de un delito que reproduce el círculo de pobreza y la violencia extrema contra las mujeres. En la práctica, las niñas de estas edades que tienen un hijo es porque han sido acosadas, engañadas o violadas. Hay otros factores para explicar esta desgarradora cifra, pero sin duda la falta de educación presencial y/o virtual fue uno de los que la impulsaron.
FECODE tampoco puso de su parte para garantizar el derecho a la educación de los menores. A pesar de que el gobierno priorizó a los docentes en el plan nacional de vacunación, el sindicato se opuso a un retorno gradual y progresivo a la presencialidad en aquellos lugares donde las condiciones lo permitían. Los perjudicados fueron los niños, las niñas y sus familias; muy especialmente, sus madres, en tanto el receso económico y educativo condujo a que una de cada tres mujeres tuviera que abandonar su empleo en 2020.
Tal vez el resultado más destacado para el gobierno Duque en materia de educación básica, sea la vinculación de cerca de medio millón de niños venezolanos al sistema educativo colombiano. Sin duda, es un esfuerzo muy importante a nivel político, social y ético.
A pesar de lo anterior, la triplicación de las tasas de reprobación frente a 2018 y el sensible aumento en la deserción escolar agravaron la difícil situación social generada por la pandemia y la recesión en el país. Los jóvenes no se sintieron escuchados y, llenos de ira, desesperanza y frustración, disminuyeron su confianza en las instituciones. Uno de cada tres sigue sin empleo y sin educación. Por eso Duque parecía estar describiendo a Dinamarca en su discurso de inauguración del Congreso en 2022, cuando señaló que él se había dedicado a “escuchar las voces de las nuevas generaciones”. Contrario a lo señalado por el presidente, los jóvenes terminaron con una pésima imagen del gobierno y se convencieron de que un cambio era posible. Sin ellos, no hubiera sido posible el triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez. Seguramente sin Duque tampoco.
La negativa tendencia en la calidad de la educación
La educación en Colombia ha aumentado las brechas porque su calidad es muy baja y desigual. Eso lo conoce bien Alejandro Gaviria porque hace parte de sus primeras investigaciones. Sin embargo, es muy importante tener presente que la calidad siguió cayendo y las brechas continuaron aumentando con el presidente Duque. Sin excepción, desde 2016, cada año hemos obtenido un peor resultado en las pruebas SABER 11. Esta es la consecuencia de que ninguna variable clave de la calidad haya sido abordada durante los últimos gobiernos.
No hemos mejorado la formación de docentes ni hemos transformado los caducos currículos. Tampoco hemos fortalecido el trabajo en equipo o cohesionado las comunidades en las instituciones. Ninguna de estas variables fue discutida, analizada o modificada durante los dos últimos gobiernos. Es cierto que se hizo un profundo análisis antes de culminar el gobierno de Santos, cuando se elaboró el Tercer Plan Decenal de Educación 2017-2026, pero una vez Duque se posesionó decidió guardarlo en el “cuarto de San Alejo” y nunca más volvió a mirarlo.
Los colegios de estratos medios y altos lograron brindar una educación un poco más flexible y contextualizada, al tiempo que siguió cayendo la calidad en la educación oficial. En un contexto como este, la pandemia continuó aumentando las brechas en educación.
Lo más grave de todo es que maestros y maestras oficiales han sido estigmatizados durante los últimos veinte años por los miembros más destacados del partido de gobierno. No pasó una sola semana en la que no hablaran mal de los docentes y no los responsabilizaran de todos los males educativos existentes y futuros.
El efecto de todo esto ha sido que los maestros pierdan la esperanza. Ellos ya no creen que sea posible mejorar la calidad en la escuela. Equivocadamente suponen que la calidad depende exclusivamente de los dineros invertidos y de factores externos. Eso es consecuencia directa del maltrato sistemático que sufrieron durante las dos décadas anteriores por parte del partido de gobierno y de la concentración de su sindicato exclusivamente en la lucha gremial. En la última década del siglo pasado ambos se pusieron de acuerdo para transformar la escuela, pero durante lo que llevamos del siglo XXI tanto el MEN como FECODE abandonaron las reflexiones pedagógicas. Una vez más, niños y niñas han sufrido las consecuencias.
Los retos educativos del nuevo gobierno
Como puede observar cualquier estudioso del tema, el gobierno Duque entrega una educación con menor calidad de la que recibió y con mayores brechas. Hoy los jóvenes leen y piensan peor que en 2017. Cada vez están más atrás en sus competencias argumentativas, interpretativas y propositivas. Y aunque lo agravó, la pandemia no explica sino una pequeña parte del problema. Lo destaca la investigadora Emilia Vegas, profesora de Harvard, en el libro que la semana pasada lanzó el MEN para resaltar la obra del gobierno Duque: “Entre 2005 y 2020, los aprendizajes de estudiantes colombianos han permanecido estancados”. El libro se titula: Educación en Colombia un sistema con más oportunidades y mayor equidad. El problema es que los datos contradicen por completo el título.
El gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez se ha comprometido a crear un millón de cupos más en educación superior y a garantizar el derecho a la educación inicial. En próximas columnas analizaré la viabilidad de estas dos propuestas. Aun así, lo que hoy quiero destacar es que el nuevo gobierno se ha referido muy poco a la necesaria transformación pedagógica que tendremos que impulsar si queremos disminuir las brechas entre la educación pública y la privada y entre la urbana y la rural, que crecieron significativamente en las dos últimas décadas.
Hoy solo 1 de cada 10 jóvenes de estrato 1 llega a la universidad, pero de ellos el 72 % tienen que abandonarla, en buena medida por carecer de las competencias interpretativas y argumentativas para continuar sus estudios superiores.
Sin una muy completa transformación pedagógica, el nuevo gobierno no podrá garantizar el derecho a la educación superior porque ¿de qué sirve que la nación se la juegue por garantizar una educación pública y gratuita universitaria con nuevas sedes si los jóvenes que llegan a ellas tienen que abandonar muy pronto sus estudios porque no aprendieron a leer, escribir y argumentar en sus colegios?
* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)