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                                                                                                                                ¿Es posible un diálogo nacional sin escuchar a los jóvenes?

                                                                                                                                No es posible iniciar un diálogo sin reconocer a las personas con las que vamos a dialogar. Por eso nadie puede llamar “idiota útil” a su contradictor. Si queremos construir en equipo, tenemos que empezar por desarmar nuestro lenguaje para construir confianza.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El gobierno se enfrentaba en las calles a quienes clamaban por la implementación de los acuerdos de paz y pedían cambios en la política social, ambiental, educativa, económica y laboral. En ese contexto, sacó su as bajo la manga e invitó a unos encuentros denominados “conversación nacional”. Se trataba de oír a todos, pero sin dialogar con los presentes. Piaget lo hubiera denominado un “monólogo colectivo”. Asistí a la mesa de educación y debo reconocer que es difícil expresar la frustración que sentí. No había agenda previa, ni se reconocían los múltiples diagnósticos, planes, programas y compromisos anteriores. Era poca la representatividad y las finalidades no eran claras. Tal vez el objetivo estaba implícito: ¡desactivar el paro!

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El 2 de octubre de 2016, el 81% de los jóvenes que tenía derecho al voto se quedó en su casa viendo cómo triunfaba el NO. Eso les movió sus fibras íntimas. Por eso, desde 2016 ellos fueron claves para restablecer la esperanza. Sin embargo, su ilusión duró poco. Con el triunfo de Iván Duque en 2018, los jóvenes sufrieron en carne propia el sistemático asesinato de los firmantes de la paz y de los líderes sociales. Según INDEPAZ (2021), en 2020 se perpetraron en Colombia 90 masacres; en promedio, una cada cuatro días. En una de las más recientes descuartizaron a tres niños en Quibdó, y de las 37 vidas que se han perdido en el presente paro nacional, muy pocos habían cumplido 25 años. Según la Defensoría del Pueblo, hay 89 desaparecidos. ¿Dónde están?, ¿quién los tiene?, ¿por qué no lo saben sus familias? ¡No hay palabras para explicarle a un joven qué nos pasa como sociedad y no hay más lágrimas para llorar tantos muertos!

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Para completar, el gobierno no los entiende y con frecuencia ayuda a estigmatizarlos. En 2018, aunque lideraron las marchas estudiantiles más pacíficas, los llamaron “vándalos”. En 2019 dijeron que eran financiados por el Foro de Sao Paulo. En 2021 les están diciendo que son los “idiotas útiles” del narcotráfico, las disidencias y el ELN.

                                                                                                                                No es posible iniciar un diálogo sin reconocer a las personas con las que vamos a dialogar. Por eso nadie puede llamar “idiota útil” a su contradictor. “El conversar –como decía Humberto Maturana– es un modo particular de vivir juntos”. Si queremos construir en equipo, tenemos que empezar por desarmar nuestro lenguaje para construir confianza.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tres preguntas son esenciales para entender cualquier diálogo: ¿cuál es su finalidad?, ¿sobre qué versará? y ¿con quién se llevará a cabo?

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La única posibilidad es propiciar un diálogo que nos ayude a encontrar los consensos que no hemos sabido construir. El primero tiene que ser la defensa de la vida y la condena a todos los tipos de violencia. Una condena general de los 2.200 abusos perpetrados por la fuerza pública y de la violencia de algunos jóvenes que ha derivado en 700 policías heridos. Todos los heridos y todos los muertos nos deben doler por igual. Por eso, tendríamos que propiciar un clima que favorezca la construcción de esperanza.

                                                                                                                                Es muy grave que algunos jóvenes crean que la única posibilidad que tienen para ser escuchados sea destruyendo estaciones de Transmilenio, bancos, almacenes y cámaras de foto multas, o que prendan fuego a un CAI lleno de policías. Pero es todavía más grave el silencio sepulcral del gobierno ante miles de violaciones a los derechos humanos perpetradas por la Policía y las fuerzas militares y registradas en los celulares de los marchantes.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El ELN ha convocado un paro armado en respaldo al Paro. Mi invitación a todos los jóvenes es a que rechacen categóricamente su presencia, su respaldo y su participación. Se trata de una movilización pacífica que no puede generar ni un herido o muerto más. No solo hay que rechazar al ELN, sino cualquier acto vandálico que ayude a estigmatizar la protesta y que nos conduzca al círculo vicioso del cual no hemos podido salir en décadas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Estanislao Zuleta decía que “una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos”. Tenía toda la razón. A los colombianos, por el contrario, nos cuesta tramitar nuestras diferencias y fácilmente escalan y terminan en conflictos mayores. Eso es lo que nuestros jóvenes han aprendiendo en sus casas y eso es lo que han visto a lo largo de su vida. Pero hay momentos en los que podemos dar un giro. Los matemáticos lo definen como un punto de inflexión. La pandemia, las masivas movilizaciones juveniles, el desencanto con la vieja política tradicional, la participación de los artistas y la proximidad de la culminación del conflicto armado en Colombia, nos permiten pensar que estamos cerca de un punto de inflexión en la historia colombiana. Las mesas de diálogo son una oportunidad para ayudar a construirlo.

                                                                                                                                En las nuevas mesas convocadas por el gobierno no se podrán discutir todos los temas. Tendremos que ponernos de acuerdo en un programa mínimo de tres o cuatro puntos. Para cualquier joven serán sus prioridades: la defensa de la vida, la educación, el empleo y el apoyo a los sectores más desfavorecidos –¡que hoy representan a medio país!–.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Obviamente tendrá que ser un diálogo amplio y diverso. Pero en lo que quiero insistir es que no será posible desactivar la “bomba social” sin involucrar a los jóvenes en el proceso. A todos: a los universitarios, a los campesinos, a los de las barriadas, a los que se quedaron sin empleo y a los que no les alcanzaron sus recursos para mantener su educación. No es posible un diálogo nacional sin que estén amplia y diversamente representados quienes están en las calles: los jóvenes.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Churchill decía que la diferencia entre un político y un estadista es que el primero piensa en exceso en las próximas elecciones y el segundo en las próximas generaciones. En Colombia hay demasiados políticos obsesionados con el 2022 y muy pocos pensando en las próximas generaciones. Por eso estoy de acuerdo con una de las afirmaciones pronunciadas recientemente por el presidente. “En 2022 –decía el presidente Duque– Colombia debería elegir a un pedagogo y no a un demagogo”. La pregunta compleja es a quién podríamos elegir sabiendo a ciencia cierta que está pensando en escuchar a los jóvenes y en gobernar teniendo en mente a las próximas generaciones.

                                                                                                                                No es posible iniciar un diálogo sin reconocer a las personas con las que vamos a dialogar. Por eso nadie puede llamar “idiota útil” a su contradictor. Si queremos construir en equipo, tenemos que empezar por desarmar nuestro lenguaje para construir confianza.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El gobierno se enfrentaba en las calles a quienes clamaban por la implementación de los acuerdos de paz y pedían cambios en la política social, ambiental, educativa, económica y laboral. En ese contexto, sacó su as bajo la manga e invitó a unos encuentros denominados “conversación nacional”. Se trataba de oír a todos, pero sin dialogar con los presentes. Piaget lo hubiera denominado un “monólogo colectivo”. Asistí a la mesa de educación y debo reconocer que es difícil expresar la frustración que sentí. No había agenda previa, ni se reconocían los múltiples diagnósticos, planes, programas y compromisos anteriores. Era poca la representatividad y las finalidades no eran claras. Tal vez el objetivo estaba implícito: ¡desactivar el paro!

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El 2 de octubre de 2016, el 81% de los jóvenes que tenía derecho al voto se quedó en su casa viendo cómo triunfaba el NO. Eso les movió sus fibras íntimas. Por eso, desde 2016 ellos fueron claves para restablecer la esperanza. Sin embargo, su ilusión duró poco. Con el triunfo de Iván Duque en 2018, los jóvenes sufrieron en carne propia el sistemático asesinato de los firmantes de la paz y de los líderes sociales. Según INDEPAZ (2021), en 2020 se perpetraron en Colombia 90 masacres; en promedio, una cada cuatro días. En una de las más recientes descuartizaron a tres niños en Quibdó, y de las 37 vidas que se han perdido en el presente paro nacional, muy pocos habían cumplido 25 años. Según la Defensoría del Pueblo, hay 89 desaparecidos. ¿Dónde están?, ¿quién los tiene?, ¿por qué no lo saben sus familias? ¡No hay palabras para explicarle a un joven qué nos pasa como sociedad y no hay más lágrimas para llorar tantos muertos!

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Para completar, el gobierno no los entiende y con frecuencia ayuda a estigmatizarlos. En 2018, aunque lideraron las marchas estudiantiles más pacíficas, los llamaron “vándalos”. En 2019 dijeron que eran financiados por el Foro de Sao Paulo. En 2021 les están diciendo que son los “idiotas útiles” del narcotráfico, las disidencias y el ELN.

                                                                                                                                No es posible iniciar un diálogo sin reconocer a las personas con las que vamos a dialogar. Por eso nadie puede llamar “idiota útil” a su contradictor. “El conversar –como decía Humberto Maturana– es un modo particular de vivir juntos”. Si queremos construir en equipo, tenemos que empezar por desarmar nuestro lenguaje para construir confianza.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tres preguntas son esenciales para entender cualquier diálogo: ¿cuál es su finalidad?, ¿sobre qué versará? y ¿con quién se llevará a cabo?

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La única posibilidad es propiciar un diálogo que nos ayude a encontrar los consensos que no hemos sabido construir. El primero tiene que ser la defensa de la vida y la condena a todos los tipos de violencia. Una condena general de los 2.200 abusos perpetrados por la fuerza pública y de la violencia de algunos jóvenes que ha derivado en 700 policías heridos. Todos los heridos y todos los muertos nos deben doler por igual. Por eso, tendríamos que propiciar un clima que favorezca la construcción de esperanza.

                                                                                                                                Es muy grave que algunos jóvenes crean que la única posibilidad que tienen para ser escuchados sea destruyendo estaciones de Transmilenio, bancos, almacenes y cámaras de foto multas, o que prendan fuego a un CAI lleno de policías. Pero es todavía más grave el silencio sepulcral del gobierno ante miles de violaciones a los derechos humanos perpetradas por la Policía y las fuerzas militares y registradas en los celulares de los marchantes.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El ELN ha convocado un paro armado en respaldo al Paro. Mi invitación a todos los jóvenes es a que rechacen categóricamente su presencia, su respaldo y su participación. Se trata de una movilización pacífica que no puede generar ni un herido o muerto más. No solo hay que rechazar al ELN, sino cualquier acto vandálico que ayude a estigmatizar la protesta y que nos conduzca al círculo vicioso del cual no hemos podido salir en décadas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Estanislao Zuleta decía que “una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos”. Tenía toda la razón. A los colombianos, por el contrario, nos cuesta tramitar nuestras diferencias y fácilmente escalan y terminan en conflictos mayores. Eso es lo que nuestros jóvenes han aprendiendo en sus casas y eso es lo que han visto a lo largo de su vida. Pero hay momentos en los que podemos dar un giro. Los matemáticos lo definen como un punto de inflexión. La pandemia, las masivas movilizaciones juveniles, el desencanto con la vieja política tradicional, la participación de los artistas y la proximidad de la culminación del conflicto armado en Colombia, nos permiten pensar que estamos cerca de un punto de inflexión en la historia colombiana. Las mesas de diálogo son una oportunidad para ayudar a construirlo.

                                                                                                                                En las nuevas mesas convocadas por el gobierno no se podrán discutir todos los temas. Tendremos que ponernos de acuerdo en un programa mínimo de tres o cuatro puntos. Para cualquier joven serán sus prioridades: la defensa de la vida, la educación, el empleo y el apoyo a los sectores más desfavorecidos –¡que hoy representan a medio país!–.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Obviamente tendrá que ser un diálogo amplio y diverso. Pero en lo que quiero insistir es que no será posible desactivar la “bomba social” sin involucrar a los jóvenes en el proceso. A todos: a los universitarios, a los campesinos, a los de las barriadas, a los que se quedaron sin empleo y a los que no les alcanzaron sus recursos para mantener su educación. No es posible un diálogo nacional sin que estén amplia y diversamente representados quienes están en las calles: los jóvenes.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Churchill decía que la diferencia entre un político y un estadista es que el primero piensa en exceso en las próximas elecciones y el segundo en las próximas generaciones. En Colombia hay demasiados políticos obsesionados con el 2022 y muy pocos pensando en las próximas generaciones. Por eso estoy de acuerdo con una de las afirmaciones pronunciadas recientemente por el presidente. “En 2022 –decía el presidente Duque– Colombia debería elegir a un pedagogo y no a un demagogo”. La pregunta compleja es a quién podríamos elegir sabiendo a ciencia cierta que está pensando en escuchar a los jóvenes y en gobernar teniendo en mente a las próximas generaciones.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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